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Por qué España necesita a Luis Enrique para liderar el cambio
España necesita un líder y un sabio. En momentos de duda, hay que agarrarse a un valor seguro y Luis Enrique es un entrenador ganador, competitivo y con experiencia
Si Luis Rubiales tuviera que poner un anuncio de demanda para el banquillo de la Selección, podría ser lo más parecido a lo siguiente: se busca entrenador libre, español, con experiencia, ganador, que se sienta capacitado para reinventar un estilo de juego agotado, fabricar un equipo competitivo y la exigencia de ganar cuanto antes. No hay muchos candidatos que puedan cumplir con estos requisitos, y entre los que debería contemplar seriamente está el nombre de Luis Enrique. Un entrenador en paro, con el suficiente bagaje y carisma como para darle mañana mismo el cargo de seleccionador y construir un nuevo proyecto desde cero. Luis Enrique le haría, incluso, de cortafuegos, porque su mediática designación serviría para pasar del fracaso del Mundial de Rusia a comentar las virtudes que tiene este asturiano de explosivo carácter y perfil alto.
La fuerte personalidad de Luis Enrique no dejaría indiferente a nadie y serviría para recuperar la figura de líder y sabio que supo encontrar la federación cuando apostó por Luis Aragonés para salir de la depresión. España necesita en estos momentos de duda y decepción algo fuerte a lo que agarrarse. Ese punto de inflexión que —aunque es imposible contentar a todos los 'millones de seleccionadores' que tiene el país— garantice que es un valor seguro. Si de valores va la cosa, como dice Rubiales, ahí tiene a un ganador contrastado como Luis Enrique.
¿Por qué no puede ser Luis Enrique el mejor entrenador para hacerse cargo de la Selección española? Está sin equipo y tiene la experiencia suficiente después de una trayectoria labrada desde abajo, con tres temporadas en el Barcelona B (2008-2011), la Roma (2011-12), Celta (2013-14) y el primer equipo del Barça (2014-17), donde ganó todos los títulos: Campeón de Europa, Liga, Copa, Supercopas de Europa y de España y del Mundo, hasta ser elegido el mejor entrenador del mundo en 2015.
Fichar a Luis Enrique es apostar por un técnico que está fresco después de un año sabático. El paquete de Lucho lleva de todo: un técnico pasional, competitivo, ganador y antipático para gran mayoría de la prensa. Pero va de cara... Hasta en esto tiene similitudes con Luis Aragonés. España necesita una nueva revolución desde todos los ángulos. Empezando por el banquillo y tocando o inyectando savia nueva a un estilo de juego que ha dado mucho, pero que ha sido ineficaz e inofensivo en Rusia. Puede que haga falta poner patas arriba a la Selección, y quién mejor que Luis Enrique, que ya pasó por el difícil y complicado trago de tener que reinventar el estilo de juego de toque del Barcelona para convertirlo en un plan de ataque más directo y agresivo.
Dotar de agresividad al talento
El sentimiento, pasión, la vena hinchada, el carácter y la garra forman parte del ADN de Luis Enrique, y hoy muchas de estas virtudes son el déficit de la Selección española, que juega al ralentí. Necesita una persona que tenga soluciones tácticas, que contagie y consiga implantar altas dosis de carácter al talento para revolucionar los partidos. No se trata de renunciar a tener la pelota más que el contrario y llevar la iniciativa del juego desde el minuto uno, sino de dotar de más argumentos y soluciones a lo que ya no nos hace ser los mejores. Luis Enrique no tiene superpoderes, pero guste o no, este asturiano que pasó por el Sporting, Real Madrid y Barcelona siempre fue, es y seguirá siendo un ganador que se caracteriza por la agresividad con que educa a sus equipos. La misma que él tenía, para bien y para mal, cuando fue futbolista.
Luis Rubiales tendrá más opciones para pasar el 'casting' de seleccionador, como las de Míchel, Quique Sánchez Flores, Paco Jémez y Roberto Martínez. Más algún tapado con el que nos pueda sorprender, como Marcelino. Incluso quién sabe si es capaz de continuar con Fernando Hierro o atreverse con Celades. Pero, hoy por hoy, de todo lo que se baraja, lo mejor de lo mejor es el frenesí de Luis Enrique con toda su esencia competitiva y revolucionaria.
Si Luis Rubiales tuviera que poner un anuncio de demanda para el banquillo de la Selección, podría ser lo más parecido a lo siguiente: se busca entrenador libre, español, con experiencia, ganador, que se sienta capacitado para reinventar un estilo de juego agotado, fabricar un equipo competitivo y la exigencia de ganar cuanto antes. No hay muchos candidatos que puedan cumplir con estos requisitos, y entre los que debería contemplar seriamente está el nombre de Luis Enrique. Un entrenador en paro, con el suficiente bagaje y carisma como para darle mañana mismo el cargo de seleccionador y construir un nuevo proyecto desde cero. Luis Enrique le haría, incluso, de cortafuegos, porque su mediática designación serviría para pasar del fracaso del Mundial de Rusia a comentar las virtudes que tiene este asturiano de explosivo carácter y perfil alto.
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