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El irracional calendario de Liga, un modo de perder dinero y notoriedad
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Gonzalo Cabeza

El irracional calendario de Liga, un modo de perder dinero y notoriedad

La Liga este año ya no tiene un calendario simétrico, pero sigue malgastando oportunidades para convertir en grandes eventos partidos que no sean el clásico y los derbis

Foto: Girona-Valladolid, un deslucido inicio de Liga. (EFE)
Girona-Valladolid, un deslucido inicio de Liga. (EFE)

Nadie más ilusionado que un oscense estas últimas semanas. El equipo había llegado, tras décadas de existencia, por fin a Primera División. En todos estos años han ido viendo cómo equipos nuevos se estrenaban entre los grandes, algunos de ciudades mucho más pequeñas. Es una tendencia acuciada en tiempos recientes, el peso de la tradición ha perdido fuelle, ahora los equipos mejor gestionados son los que se cuelan en la alta velocidad futbolística. Al Huesca le costó unos años, pero lo logró. Llegó, por fin, el debut soñado.

Bueno, soñado a medias, porque la primera vez les iba a llevar lejos de casa. Y ni siquiera a alguno de los templos que hay en el campeonato, no, les tocaba ir a Eibar, un sitio en el que se han ganado a pulso mantenerse entre los grandes, pero que no deja de ser el hogar de un equipo de historia limitada en comparación con otros. El sorteo, se supone, si no fuese porque hace tiempo que nadie cree en el sorteo. Con razón, además, LaLiga decidió que dejarle el calendario a la suerte era una manera como cualquier otra de perder dinero, que si se podía hacer algo por potenciar el campeonato había que hacerlo porque, en realidad, jugar contra un rival en octubre o en diciembre no cambiaba prácticamente nada la justicia de la competición.

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Tampoco habían inventado la pólvora. En la Premier tienen claro que los partidos grandes hay que saber distribuirlos, que mejor que las últimas jornadas no haya nada demasiado fuerte, no vay a ser que se conviertan en intrascendentes, que hay días importantes que hay que honrar y que una mejor distribución de sus equipos hace del campeonato un universo mejor. También es tradición en Estados Unidos, claro. El día de Navidad, la NBA hace una maratón de encuentros, todos ellos sustanciosos, con los mejores equipos, un empacho para el aficionado. En Acción de Gracias es la NFL la que copa la escena, y por eso de las tradiciones, que tan bien funcionan, juegan siempre los Dallas Cowboys y los Detroit Lions.

No tiene nada de nuevo, pero en España sigue sin cuajar. Se colocan con pretendida astucia los Clásicos, eso sí. El año pasado se colocó el gran partido en Navidad, con la intención de superponerse a la Premier en unas fechas que la liga inglesa claramente domina. Es, sin duda, el partido de mejor venta internacional que tiene el campeonato español. Esta temporada se ha dado un paso más y se ha decidido que el calendario sea asimétrico, es decir, que el orden de las dos partes de la temporada no tenga necesariamente que ser el mismo. Con todo, quedan muchos pasos por dar.

placeholder Javier Tebas, en un evento reciente. (EFE)
Javier Tebas, en un evento reciente. (EFE)

Envolver el fútbol de manera atractiva

El deporte, tanto o más que el resto de industrias del ocio, tiene un desafío importante con los jóvenes. No hay especialidad que no busque darle una vuelta de tuerca más al producto para adaptarlo a los nuevos tiempos. No se trata de cambiar el fútbol, que es bastante exitoso en su configuración actual, sino de envolverlo de otra manera para atraer más miradas. La idea es que cada jornada tenga algo que contar más allá de lo que lo que les pasa al Real Madrid, Barcelona y, en menor medida, al Atlético.

Si LaLiga quiere ser la Premier, y ese siempre fue el objetivo de Javier Tebas, se tiene que deshacer de esa dependencia de los grandes. Para ello necesita, más que nada, ser capaz de crear nuevas narrativas, generar atención donde no la hay por necesidad. Se intenta con cuestiones periféricas, como la serie 'Six Dreams' que se pasa estos días por Amazon Prime y que trata de darle una perspectiva humana, con historias de jugadores, al campeonato. Hay esfuerzos, pero no siempre bien tirados. Siempre, o casi siempre, alejados del fútbol.

Porque bien bonito hubiese sido que el campeonato, para el Huesca, comenzase en la ofrenda a Pichichi, en Bilbao, visitando un lugar en el que la tradición triunfa sobre todas las cosas. Porque no podían jugar en El Alcoraz, que hubiese sido lo perfecto, porque las obras del estadio no llegaban. Que esa es otra, no es aceptable que varios estadios no estén disponibles en el inicio del campeonato, como si todo estuviese sujeto a una eterna improvisación. La idea es articular alrededor de un partido más una narrativa mucho más potente. Claro que igual es mucho pedir en un calendario que siempre partido desnortado, con tropecientos horarios cada fin de semana.

Lo de los horarios sueña ya a broma recurrente. Esto nació porque el operador televisivo, la Mediapro de Jaume Roures, solo tenía un canal para emitir fútbol. Ese inconveniente obligaba a que no pudiesen coincidir dos partidos de Primera División, pero obviamente no se vendió así: se dijo que era una experiencia nueva de uso y que todos lo copiarían y que el futuro era tener diez horarios para diez partidos y... bueno, esas cosas. No se ha copiado la propuesta más allá del discurso de Javier Tebas, que sigue empeñado en contar que las otras ligas lo están haciendo. Hace tiempo ya que pudieron emparejarse más partidos, pero no cuela, ahora no se puede volver atrás.

placeholder El Huesca debutó en un campo semivacío en Eibar. (EFE)
El Huesca debutó en un campo semivacío en Eibar. (EFE)

Los horribles partidos de los lunes

Eso ha hecho que sea difícil de seguir el campeonato entero incluso para los muy futboleros. Hay que estar permanentemente conectado de viernes a lunes para no perderse nada, porque LaLiga da por hecho que no hay nada más allá del fútbol en las vidas de la gente. Era la primera jornada, el inicio de todo. Los dos encuentros que sirvieron para presentar el campeonato fueron el Girona-Valladolid y el Betis-Levante. Dos partidos un viernes perdido de agosto. ¿Ese fue el modo que vio el campeonato de sacar músculo?

Las quejas de las aficiones, claramente secundarias en todo esto, son diversas. La próxima semana juegan seguidos Getafe y Leganés en casa, dos equipos cuyos estadios están a menos de diez minutos, en un mundo con diez horarios, y prácticamente coinciden. En Málaga, recién descendido, trinan porque el partido contra el Granada es un lunes, lo que convierte en un potencial viaje placentero en un imposible. La afición del Huesca también ve con pena que su partido en Bilbao vaya a ser un lunes, era uno de los viajes más sencillos y atractivos de la temporada, pero la gente trabaja y no puede disponer del primer día de la semana tan alegremente. Así tantas y tantas otras cosas. Y hasta Toni Kroos indica que jugar un partido de madrugada no es conveniente para nadie.

LaLiga piensa a lo grande, en un partido en Nueva York, en una expansión internacional y en consolidarse como marca global. Competir con la Premier y ser mucho más que un duelo eterno entre dos gigantes. A veces, sin embargo, los sueños emborronan la realidad y son incapaces de hilar un poco más fino en cuestiones domésticas. No se trata de que todo sea idílico, pero el campeonato pierde a lo largo de la temporada muchas ocasiones de hacer de partidos normales acontecimientos mayores. Y eso, al final, es perder dinero.

Un último ejemplo, en esta primera jornada de Liga se enfrentan, en lunes, Atlético de Madrid y Valencia. Dos equipos de Champions, reforzados en verano, uno de los mejores encuentros del campeonato por derecho propio. Esa bala, que debería ser de las mejores, se camufla un lunes de agosto en el que los dos equipos no están todavía rodados. Si hace tiempo que el sorteo se trató como algo secundario, ¿por qué seguimos fingiendo?

Nadie más ilusionado que un oscense estas últimas semanas. El equipo había llegado, tras décadas de existencia, por fin a Primera División. En todos estos años han ido viendo cómo equipos nuevos se estrenaban entre los grandes, algunos de ciudades mucho más pequeñas. Es una tendencia acuciada en tiempos recientes, el peso de la tradición ha perdido fuelle, ahora los equipos mejor gestionados son los que se cuelan en la alta velocidad futbolística. Al Huesca le costó unos años, pero lo logró. Llegó, por fin, el debut soñado.

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