Es noticia
Los castillos en el aire de Marco Asensio: no da el paso que el Real Madrid exige
  1. Deportes
  2. Tribuna
Gonzalo Cabeza

Tribuna

Por
Gonzalo Cabeza

Los castillos en el aire de Marco Asensio: no da el paso que el Real Madrid exige

Marco Asensio tenía que ser una de las piezas claves en el Madrid postcristiano, pero Julen Lopetegui ni siquiera quiso alinearle en el Clásico. ¿Tiene el carácter suficiente para ser una estrella?

Foto: Marco Asensio. (Reuters)
Marco Asensio. (Reuters)

Jorge Valdano, que es de verbo florido, le preguntó en su programa de entrevistas a Marco Asensio si cuando era niño jugaba en la calle. Aunque siempre se haya considerado un hombre de izquierdas, el argentino es un conservador del fútbol, le gustan las frases hechas y los lugares comunes, que las estrellas surjan del 'potrero', hayan pasado penalidades y lloren cuando le compren el primer coche a la madre. Asensio le miró y, casi intentándole agradar, le dijo que él jugaba mucho en un campo al lado de casa, pero Valdano no terminó de creerle. No es un niño de la calle, empezó en un club en Calvià cuando no levantaba tres palmos del suelo, jugó al fútbol sala y a los diez años ya estaba en el Mallorca. No es un futbolista de espíritu, pareció pensar el cotizado comentarista, que rápidamente le tiró alguna otra pregunta sobre su educación deportiva y si aprendió por instinto o con un técnico controlador.

A Valdano le gusta el tópico, y es posible que con Marco Asensio tenga una de esas raras ocasiones en las que su idea preconcebida y la realidad coinciden. Asensio es un futbolista excelente, al menos en lo entendido como el conjunto de capacidades que necesita un deportista para convertirse en uno que juega muy bien el fútbol. Es rápido, es ágil, es coordinado, tiene planta y le pega al balón de formas muy diversas y todas ellas muy brillantes. Si un científico loco quisiese hacer un prototipo de estrella tomaría prestadas muchas cosas de Asensio. Pero, todo eso, al menos por el momento, no ha roto en un crack dentro del Real Madrid.

Foto: Marco Asensio, el pasado lunes en Sevilla. (Reters)

Marco Asensio tiene una alta responsabilidad en el Madrid. De él se espera la luna. En el universo de Florentino Pérez el siguiente paso no es comprar balones de oro, algo que hacía con frecuencia en el pasado, sino generarlos. Conseguir que crezcan de blanco y algún día dominen el fútbol mundial. Quiere que el próximo Messi no lleve franjas azules y rojas, que se sienta desde muy joven madridista y que hable de su vida anterior como el argentino lo hace de Rosario y Newells, casi como una anécdota. Esa estrategia no puede limitarse a una apuesta, claro, porque con esas edades es difícil saber quién romperá en el genio. Así que igual te compran a Odegaard, que a Vinicius, a Rodrigo o a Asensio.

Asensio, por el momento, es el producto más esmerado de esta ruleta rusa. Ha hecho cosas brillantes con el Real Madrid. Ha marcado goles de blanco que han hecho soñar a sus aficionados. El niño tiene arte, parece obvio. El problema es que, con eso, no es suficiente. Lo era cuando tenía 20 años y acababa de llegar, pero dos años después el tiempo juega en su contra. Ya no se paran los relojes cuando marca un tanto de bandera, ahora no puede resumir su fútbol en un par de tomas espectaculares, se le pide una consistencia que rara vez se le encuentra.

placeholder
Soccer Football - La Liga Santander - Real Madrid v Atletico Madrid - Santiago Bernabeu, Madrid, Spain - September 29, 2018 Real Madrid's Marco Asensio reacts during the match REUTERS Javier Barbancho

Barato, pero no es solo eso

Tiene una pequeña ventaja el balear, y es que por lo menos no tiene la losa del dinero a su espalda. Son muchos los jugadores que tienen que gestionar unas expectativas excesivas, y en el caso de Asensio también se da eso, pero son futbolísticas, no económicas. Con los goles bonitos que ya ha inventado tiene suficiente para justificar los 4 millones que costó en su momento. El problema es que las expectativas nunca son solo económicas, no tienen solo que ver con el dinero sino con el potencial relativo que se le encuentra a un jugador. Y eso no se resume necesariamente en términos económicos.

El elefante en la habitación se llama Cristiano Ronaldo, y por más que desde muchos lados se empeñen en decir que es pasado, que no forma parte del presente del Real Madrid, lo cierto es que su espectro sigue dándose vueltas por Valdebebas. Se fue Cristiano, que ahora habla en revistas y marca goles con la Juventus, pero se quedó su hueco y, lo que es peor, la necesidad de cubrirlo de una manera digna. Si el Madrid se hubiese hinchado a ganar en este inicio de temporada pocos recordarían al luso, y no importaría demasiado tampoco que Asensio no estuviese a la altura de lo que él se espera. Lamentablemente para el balear, el Real Madrid es un caos y, lo que es peor, él no está haciendo nada para solucionarlo.

El verano del Madrid, una vez partieron el entrenador y la estrella, debería de haber sido convulso, pero finalmente resultó de lo más tranquilo. La planificación deportiva roneó con jugadores como Hazard o algún delantero con gol, pero tres factores terminaron por hacerles guardar la cartera. Por un lado, el sueño era Neymar, y no era posible. Por otro, da la sensación de que el dinero se va a invertir en cemento, no en talento. Finalmente, y quizá como única excusa realmente deportiva -Ney puede ser encuadrado perfectamente en la casilla del márketing- con la idea de no tapar el crecimiento de los jóvenes. Si quieren cambiar "los jóvenes" por "Marco Asensio", vale también, porque la opción de que Vinicius emergiese desde su postadolescencia como un coloso no dejaba de ser remota. También se decía que Bale daría un paso adelante. De ilusión también se vive.

placeholder
Soccer Football - La Liga Santander - Real Madrid v Levante - Santiago Bernabeu, Madrid, Spain - October 20, 2018 Real Madrid coach Julen Lopetegui watches Marco Asensio in action with Levante's Ruben Rochina REUTERS Susana Vera

Fútbol a ráfagas

El plan, además de una muestra de tacañería -o de racinoalización de gastos en lo deportivo, por si quieren algún eufemismo- implicaba que los goles que marcaba Cristiano se tenían que repartir. Eso suponía que Marco Asensio iba a jugar más, pero también tenía que marcar más e implicarse más en la dinámica del equipo. Romper el molde de joven promesa para ser una realidad. La injusticia llega de base, pero no es de los externos, sino de lo que dentro del club le ungieron con esa responsabilidad. La pasada temporada marcó seis goles en Liga en 1.839 minutos disputados ¿qué llevó a pensar a los organizadores del Real Madrid que se dispararía a 15 o 20 este año, el mínimo para que la fórmula tuviese sentido?

En el Clásico, con Lopetegui jugándose el puesto, solo entró en el último cuarto de hora. Había confiado en él para la Selección y, después, en el Real Madrid, pero desde hace unas semanas le señalaba más como parte del problema que como el antídoto al mismo. Uno solo puede ser sincero cuando se juega el puesto de trabajo, y Julen lo fue con sus alineaciones, no veía al chico lo suficientemente bien como para pedirle que le salvase el pellejo. El paso adelante exigido no se ha llegado a dar.

Foto: Ousmane Dembélé. (Reuters)

Es obvio que a Asensio no le faltan recursos futbolísticos, así que es lógico preguntarse que está faltando para ligar esta salsa. Y también parece sencillo llegar a la conclusión de que lo que falta es carácter. Ser joven en medio de un cataclismo no es sencillo, como tampoco lo es que los de alrededor te miren esperando que tú solo solventes la papeleta. Asensio no es el culpable de los males del Real Madrid, más bien suena a víctima, le pidieron ser un jugador que todavía no sabe ser. La cosa podría ser peor todavía, y es que el mallorquín, con sus cosas, nunca deje de ser un futbolista de ráfagas, con grandes goles pero también muchos minutos de intrascendencia. Una especie de Guti con más gol y menos guasa.

Si eso ocurre, el Real Madrid no habrá tirado el dinero, tampoco la inversión fue excesiva, pero no dejará de ser una decepción. A Marco Alonso se le pide la luna porque él puede bajarla. Sería una pena que un jugador así no terminase de romper, aunque ni siquiera sería del todo sorprendente. Tratar la personalidad como algo mudable, como un factor que no se debe tener en cuenta, es un fallo común. El caos del Madrid no es suyo, Florentino o Lopetegui podrían contar más. Pero él tampoco ha hecho nada por aliviarlo, y en verano le estaban rogando exactamente eso.

Jorge Valdano, que es de verbo florido, le preguntó en su programa de entrevistas a Marco Asensio si cuando era niño jugaba en la calle. Aunque siempre se haya considerado un hombre de izquierdas, el argentino es un conservador del fútbol, le gustan las frases hechas y los lugares comunes, que las estrellas surjan del 'potrero', hayan pasado penalidades y lloren cuando le compren el primer coche a la madre. Asensio le miró y, casi intentándole agradar, le dijo que él jugaba mucho en un campo al lado de casa, pero Valdano no terminó de creerle. No es un niño de la calle, empezó en un club en Calvià cuando no levantaba tres palmos del suelo, jugó al fútbol sala y a los diez años ya estaba en el Mallorca. No es un futbolista de espíritu, pareció pensar el cotizado comentarista, que rápidamente le tiró alguna otra pregunta sobre su educación deportiva y si aprendió por instinto o con un técnico controlador.

Marco Asensio