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La perdición de Luis Enrique por exagerar su papel de seleccionador con España
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Ulises Sánchez-Flor

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La perdición de Luis Enrique por exagerar su papel de seleccionador con España

Con la victoria de España ante Bosnia (1-0) se ha dado carpetazo a un mal año de la Selección, terminado por un Luis Enrique que no ha afinado ni definido un equipo

Foto: Luis Enrique da instrucciones desde la zona de banquillos. (EFE)
Luis Enrique da instrucciones desde la zona de banquillos. (EFE)

Pensábamos que con Luis Enrique dejaríamos de pasar hambre, que estaba garantizada la construcción de una Selección con cimientos sólidos. Creíamos que se montaría una estructura de equipo irrompible ante las adversidades porque llegaba un entrenador experimentado, carismático y avezado. Un tipo práctico, con las ideas claras y la toma de decisiones justas... Pero nos siguen sonando las tripas. Toca hacer el primer balance de su arranque como seleccionador y la calificación es baja. La eliminación de la Final Four de la Liga de las Naciones no es un drama, es un chasco y produce un desengaño con nombre propio y apellidos: Luis Enrique Martínez García. Ha hecho lo contrario a lo que se esperaba de él, no ha compactado a un equipo que había perdido sangre competitiva e identidad en el juego. Le pedíamos ganar, como fuera, antes que jugar bien. Pero Lucho ha tenido una perdición por glotón y ha convertido los partidos de esta nueva competición en un banco de pruebas que nos deja fríos y otra vez huérfanos de ilusión. Las pruebas son para los amistosos, como el aburrido de este domingo ante Bosnia, que se ganó por 1-0 (gol de Brais Méndez).

La estrategia de Luis Enrique ha sido saciarse en la búsqueda de futbolistas y no afinar en el núcleo de un equipo más definido que lograra la clasificación para estar entre los cuatro finalistas. Ha dado otro paso atrás cuando España pedía un pequeño avance. Se ha equivocado en buscar y probar en exceso para terminar en una indefinición del juego y la fragilidad de una estructura colectiva en defensa y ataque. Su planificación no correspondía en una época en la que era más necesario apuntalar un once y darle seguridad y confianza. De Gea, uno de los señalados, lo habría agradecido.

Foto: Los jugadores de la Selección, cabizbajos tras la derrota de España en Croacia. (Reuters)

Es el responsable de haberse hecho un lío con la ausencia y luego convocatoria de Jordi Alba, la alternancia en el central izquierdo —han pasado Albiol, Bartra, Nacho, Íñigo Martínez y no contamos a Llorente y Hermoso, titulares en el amistoso ante Bosnia—, no ver que Busquets necesitaba auxilio y le podría haber venido bien Rodri o la ausencia de Paco Alcácer —el goleador del Dortmund— en Croacia. Su celo por demostrar que es seleccionador y puede llevar a quien le dé la gana y probar todas las veces que haga falta ha sido exagerado. Podía haber esperado a que pasaran estas fechas. Lo primero era intentar estar en la Final Four de la Liga de las Naciones y no convertir cada convocatoria en una búsqueda desenfrenada.

Nada diferente que llevarnos a la boca

“Estoy mirando y buscando para ver qué nivel tenemos”, respondió sorprendentemente en la derrota contra Croacia que dejaba a expensas el pase de lo que sucediera en Wembley. No hubo carambola, porque Inglaterra hizo los deberes. Como los ha hecho Portugal sin su estrella Cristiano Ronaldo. Luis Enrique no ha mirado a corto plazo ni ha sido práctico y eficaz. Ha querido hacer pruebas, buscar, y no ha encontrado nada más que seguir como estábamos: una Selección que pierde pujanza. En su breve trayectoria, ha habido de todo: una victoria sufrida en Londres contra Inglaterra, una goleada engañosa a Croacia en Elche, un naufragio en la primera parte ante los ingleses en Sevilla y un desbarajuste en todas las líneas en la derrota contra Croacia en Zagreb. En resumen: irregularidad, fragilidad e inseguridad —seis goles encajados en los dos últimos partidos—.

Veníamos de los fracasos del Mundial de Brasil 2014, la Eurocopa de Francia 2016, el Mundial de Rusia 2018 y ahora no estaremos en la pelea por el primer título de la Liga de las Naciones en 2019. Un chasco, porque no han cambiado la inercia negativa ni las sensaciones. Nada diferente que llevarnos a la boca. A partir de ahora, toca empezar a pensar y preparar los partidos de la fase de clasificación para la Eurocopa 2020 y este coscorrón tiene que servir para que Luis Enrique no exagere en su papel de seleccionador. De momento, la creatividad e ideas nuevas solo las hemos visto en la presentación por redes sociales de las convocatorias con perchas, cromos...

Pensábamos que con Luis Enrique dejaríamos de pasar hambre, que estaba garantizada la construcción de una Selección con cimientos sólidos. Creíamos que se montaría una estructura de equipo irrompible ante las adversidades porque llegaba un entrenador experimentado, carismático y avezado. Un tipo práctico, con las ideas claras y la toma de decisiones justas... Pero nos siguen sonando las tripas. Toca hacer el primer balance de su arranque como seleccionador y la calificación es baja. La eliminación de la Final Four de la Liga de las Naciones no es un drama, es un chasco y produce un desengaño con nombre propio y apellidos: Luis Enrique Martínez García. Ha hecho lo contrario a lo que se esperaba de él, no ha compactado a un equipo que había perdido sangre competitiva e identidad en el juego. Le pedíamos ganar, como fuera, antes que jugar bien. Pero Lucho ha tenido una perdición por glotón y ha convertido los partidos de esta nueva competición en un banco de pruebas que nos deja fríos y otra vez huérfanos de ilusión. Las pruebas son para los amistosos, como el aburrido de este domingo ante Bosnia, que se ganó por 1-0 (gol de Brais Méndez).

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