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Por qué Solari saca pecho antes de jugársela en la Copa contra el Barcelona
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Ulises Sánchez-Flor

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Por qué Solari saca pecho antes de jugársela en la Copa contra el Barcelona

El foco de Solari es decir, antes de enfrentarse al Barcelona en la Copa del Rey, que llevan más de 1.000 días como campeones de Europa para evitar hablar del 'caso Bale'

Foto: Solari da instrucciones durante el derbi en el Wanda Metropolitano. (EFE)
Solari da instrucciones durante el derbi en el Wanda Metropolitano. (EFE)

Tiene pocas horas de vuelo en la élite de los banquillos, pero demuestra ser cabezón cuando le ponen entre la espada y la pared los periodistas con temas de actualidad delicados y comprometidos. Otra cosa es que sea convincente. Solari intenta —como diría un buen amigo y colega de profesión— hacerte creer que llueve en un día soleado. Es un regateador de problemas. No se moja. Se blinda y aburre. Antes de jugarse el pase a la final de la Copa del Rey contra el Barcelona en el Camp Nou, ofreció un recital de lo que es no decir nada. La apariencia es que tampoco tiene miedo escénico, y esto sí que es destacable. Algo así como el 'manual de resistencia' a lo Pedro Sánchez. Discurso dirigido para subir su autoestima y la de los que le rodean sin importarle el chaparrón de críticas que vienen del exterior con la gestión de su autoridad y decisiones.

Problemas tiene, y bien gordos. Pero Solari pone el foco en el césped y cómo poder ganar al Barcelona desde el entusiasmo de su sonrisa, palabra y mirando para otro lado con los actos de indisciplina. No quiere saber nada de Bale y su desobediencia para negarse a calentar en el Ciutat de Levante o hacerle un feo a Lucas Vázquez tras marcar el penalti. Las energías las guarda para dar instrucciones a la plantilla y generar el clima que se necesita para pensar cómo hay que marcar a Messi y que no te haga un roto o un destrozo. Es constructivo.

Foto: Keylor Navas sujeta a Luis Suárez en la disputa de un Clásico. (Reuters)

Lo mejor de la rueda de prensa del entrenador del Real Madrid, antes del decisivo encuentro contra el Barcelona, no es que haya pasado de hablar de las rebeldías de Bale sino que ha sido capaz de sacar pecho de los más de 1.000 días que lleva el grupo de jugadores como campeones de Europa. El club lo celebra y lo recuerda en sus canales oficiales. Es para presumir. Pero con esto no te vale para ganar al Barça de Messi.

Acordarse de las tres Champions seguidas es el bálsamo en tiempos de dudas e incertidumbres. Para Solari, ha sido el clavo al que agarrarse para salir del paso de los asuntos espinosos y llevar a su terreno el trabajo psicológico. De su mensaje cabe concluir que hay que confiar en el equipo y su capacidad para eliminar a un Barcelona que quería 'tirar' la Copa del Rey porque le molestaba, pero que a Messi le dio por jugar la vuelta contra el Sevilla y se enganchó a una competición que también le pesaba a Piqué —reconocido por el central después de la derrota en el Sánchez Pizjuán—.

placeholder Bale rechaza el abrazo de Lucas Vázquez contra el Levante. (EFE)
Bale rechaza el abrazo de Lucas Vázquez contra el Levante. (EFE)

La doble vara de medir

Solari califica de 'anecdóticos' los desplantes de Bale y lo aleja, como no podía ser de otra forma para sus intereses y los del equipo, del foco de los problemas. Bastante tiene él ya como para desgastarse con lo que resta. Necesita sumar ideas y centrarse en su planteamiento para dar con la tecla y eliminar al equipo de Ernesto Valverde. Lo que pretende es volver al escenario de la semana grande, cuando dio un golpe en la mesa después de empatar en el Camp Nou, ganar el derbi en el Wanda Metropolitano y la victoria en la Champions ante el Ajax de Ámsterdam.

De estas tres etapas de alta montaña el equipo salió con las piernas y la cabeza flojas y tuvo flato contra el Girona en el Bernabéu. Se dio un buen bofetón. Una pájara que no se puede repetir en la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey. Para el técnico argentino, el foco está puesto en lo que califica de "un partido guapísimo". Le quedan cursis estas afirmaciones. Pero sus razones tendrá, porque lo vive con la pasión que se necesita transmitir a los jugadores en la víspera de un día grande. Carpetazo momentáneo al 'caso Bale'. Veremos cómo gestiona sus minutos.

Si el galés es titular en el partido de Copa, se dirá que ha sido blando e injusto porque ni Vinícius ni Lucas Vázquez merecen que les saquen del once. Los dos pueden tener menos calidad y experiencia, pero han demostrado más compromiso y mejor actitud. Si deja a Bale en el banquillo, se dirá que lo protege de los pitos de la afición o que desperdicia un jugador que tiene gol. Llega otro de los momentos en los que se miden la capacidad para tomar decisiones de Solari y su autoridad. Con Isco lo tuvo claro desde el principio, cuando surgieron las diferencias y desplantes. Con Bale, y jugarse contra el Barcelona el pase a la final de Copa del Rey, será diferente.

Tiene pocas horas de vuelo en la élite de los banquillos, pero demuestra ser cabezón cuando le ponen entre la espada y la pared los periodistas con temas de actualidad delicados y comprometidos. Otra cosa es que sea convincente. Solari intenta —como diría un buen amigo y colega de profesión— hacerte creer que llueve en un día soleado. Es un regateador de problemas. No se moja. Se blinda y aburre. Antes de jugarse el pase a la final de la Copa del Rey contra el Barcelona en el Camp Nou, ofreció un recital de lo que es no decir nada. La apariencia es que tampoco tiene miedo escénico, y esto sí que es destacable. Algo así como el 'manual de resistencia' a lo Pedro Sánchez. Discurso dirigido para subir su autoestima y la de los que le rodean sin importarle el chaparrón de críticas que vienen del exterior con la gestión de su autoridad y decisiones.