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Por qué Robert Moreno tiene que 'devolver' el finiquito o irse a entrenar fuera de España
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Ulises Sánchez-Flor

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Por qué Robert Moreno tiene que 'devolver' el finiquito o irse a entrenar fuera de España

El exseleccionador está obligado a decir algo, defenderse o intentar desmontar en algún punto el relato de Luis Enrique. Le hace daño en su imagen y, si entrena en España, se le hará difícil

Foto: Robert Moreno, serio, en el banquillo del Wanda Metropoliatno durante el partido entre España y Rumanía. (EFE)
Robert Moreno, serio, en el banquillo del Wanda Metropoliatno durante el partido entre España y Rumanía. (EFE)

Luis Enrique ha sacado la basura. Si Robert Moreno no sale a contestarle, se tendrá que ir de España a buscarse las habichuelas. Aquí va a tener difícil ganarse la vida como entrenador. Ahora no vale de nada el comunicado que emitió después de que sus abogados resolvieran el finiquito por el que se llevó 500.000 euros de la Federación. O da la cara o, como se suele decir, que devuelva algo que (tras las palabras de Luis Enrique) no parece suyo: el finiquito. El comunicado es papel mojado en una historia que trasciende de lo deportivo a los valores. Si calla, otorga. De nada vale que deje pasar el tiempo y dentro de unos meses —o en cualquier entrevista en la que busque un periodista amigo— dé su versión de los hechos. Robert Moreno está en la encrucijada de lavar su honor con verdades o quedará como un 'Judas' que se ha llevado el dinero después de quererse apropiar del cargo de seleccionador.

Era un puesto interino. A todos los efectos. No hacía falta firmar ningún documento o cláusula por la que se le obligara a ceder el lugar de trabajo a Luis Enrique. Pasó de segundo a primero por una desgracia familiar de su ‘jefe’ y amigo. ¿Qué se le pasó por la cabeza para ir a casa de Luis Enrique y decirle que quería seguir hasta la Eurocopa y después ser su segundo si decidía volver? Es una barbaridad. Es el argumento que esgrime Luis Enrique para no poner paños calientes y querer ir con la verdad por delante. Significa algo más que una deslealtad y dibuja la imagen de un trepa.

placeholder Luis Enrique, durante su presentación como seleccionador en su segunda etapa. (EFE)
Luis Enrique, durante su presentación como seleccionador en su segunda etapa. (EFE)

Hay que creer a Luis Enrique por la simple razón de que nadie es capaz de inventarse lo que cuenta con pelos y señales. Incluso cuando dice algo tan duro como “desgraciadamente, no es que me pille por sorpresa. Lo veía venir por los no acontecimientos de esas últimas semanas”. ¿Cuáles son esos ’no acontecimientos’? Puede que Luis Enrique haya callado más de lo que debía y evite hacer más daño al que consideraba un amigo. ¿Dejó de llamar Robert Moreno a Luis Enrique o tener algún tipo de contacto en el duelo de un padre que ha perdido a su hija? Ahí están las peores sospechas. Todo minuto, hora, día, semana y mes que pase sin hablar Robert Moreno, se dará por buena la explicación de Luis Enrique.

Un comunicado 'mentiroso'

El ‘ambicioso’ Moreno está obligado a decir algo, defenderse o intentar desmontar en algún punto el relato de Luis Enrique. Le hace daño en su imagen y, si entrena en España, se hará difícil mirar a la cara a una persona que quiso el puesto de trabajo de un amigo. Que, según el relato de Luis Enrique, se quiso aprovechar de un drama familiar. "Para mí es deslealtad. Yo jamás lo haría", subraya Luis Enrique. El comunicado que emitió Moreno, el día después de la extensa comparecencia de Luis Rubiales y José Francisco Molina, se calificó de señorial. Hoy se puede hablar de mentiroso. El mensaje era que no quería entrar en reproches y tenía la conciencia tranquila. Es complicado que pueda dormir a pierna suelta si no da el paso de rebatir lo que dice Luis Enrique.

En la presentación del técnico asturiano, en la Federación, estaban en primera fila el resto del 'staff'. Siguen con Luis Enrique en su segunda etapa como seleccionador. Lo que hace más creíble la versión del asturiano. Alguno, como Joaquín Valdés (el psicólogo), no tenía buena cara. En general, ninguno parecía estar pasándolo bien. Escuchar a Luis Enrique (enérgico y directo) cargar contra Robert Moreno se hace duro para el resto del 'staff', que comprueba, con sufrimiento, cómo se rompe un grupo de trabajo y una amistad. Luis Enrique reconoce que, desde la famosa reunión en su casa (12 de septiembre), ha ido hablando con sus ayudantes. Algo le habrán contado de lo que sucedía en las interioridades de ese grupo de trabajo que lideraba Moreno. "El único responsable de que Robert Moreno no esté en mi 'staff' soy yo", aclara el asturiano.

Vuelve a quedar vapuleado en esta batalla por la verdad. Como ya le sucedió en la larga cronología de los hechos que ofreció el presidente Luis Rubiales. Robert Moreno recibe como ‘puñaladas’ cada una de las frases de Luis Enrique, en una comparecencia de casi 50 minutos, que le acusó de desleal y de tener una ambición desmedida. "Es un defecto", dice Luis Enrique en su escala de valores. Moralmente, ese dinero del finiquito no le corresponde si es como lo cuenta Luis Enrique. O habla pronto o que piense que lo mejor para iniciar su carrera como primer entrenador está en un equipo fuera de España.

Luis Enrique ha sacado la basura. Si Robert Moreno no sale a contestarle, se tendrá que ir de España a buscarse las habichuelas. Aquí va a tener difícil ganarse la vida como entrenador. Ahora no vale de nada el comunicado que emitió después de que sus abogados resolvieran el finiquito por el que se llevó 500.000 euros de la Federación. O da la cara o, como se suele decir, que devuelva algo que (tras las palabras de Luis Enrique) no parece suyo: el finiquito. El comunicado es papel mojado en una historia que trasciende de lo deportivo a los valores. Si calla, otorga. De nada vale que deje pasar el tiempo y dentro de unos meses —o en cualquier entrevista en la que busque un periodista amigo— dé su versión de los hechos. Robert Moreno está en la encrucijada de lavar su honor con verdades o quedará como un 'Judas' que se ha llevado el dinero después de quererse apropiar del cargo de seleccionador.

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