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La obra de arte de Luis Suárez dentro del festival de Leo Messi y el Barça
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aplastante victoria ante el mallorca

La obra de arte de Luis Suárez dentro del festival de Leo Messi y el Barça

El argentino metió un 'hat-trick' la noche que celebró su sexto Balón de Oro. Los azulgranas completaron el mejor encuentro del curso. Luis Suárez marcó, de tacón, un golazo imposible

Foto: Leo Messi celebra su tercer gol, el quinto del Barça, ante el Mallorca. (EFE)
Leo Messi celebra su tercer gol, el quinto del Barça, ante el Mallorca. (EFE)

Después de ver tanto fútbol durante tantos años de lo único que estoy segura es de que es un misterio. No hay una manera científica, puramente racional y basada en la alineación la técnica y la táctica que sirva para explicar por qué un equipo que hasta ayer salía con el ímpetu del que mira el reloj en la oficina para escapar antes de que el ascensor baje muy lleno, de repente salte al campo igual que si fuera el primer partido de la temporada con los amigos a los que no ve en todo el verano: con ganas de divertirse. Es, simplemente, una cuestión de energía y la del Barça fue este sábado contra el Mallorca radicalmente diferente a la del resto de la temporada (5-2).

Vaya usted a saber si ha sido porque Messi en su discurso en París tras recibir su sexto Balón de Oro pronunció la palabra retirada e hizo oficial lo que ya todos sabían pero preferían olvidar. Vaya usted a saber si cuando lo mostró a la afición antes del encuentro ante el Mallorca acompañado de sus tres hijos los demás se activaron pensando en aprovechar cada minuto de cada partido que les quede junto a él. Vaya usted a saber si la pasada noche durmieron todos muy bien y el día amaneció con sol en Barcelona. Vaya usted a saber qué, pero el caso es que los azulgranas no saltaron al terreno de juego como si fuera un día más, sino uno único. La velocidad en la circulación del balón, la concentración para jugar al primer toque, las ganas, el atrevimiento y la confianza en uno mismo y en que sus compañeros le entiendan. Como cuando Ter Stegen vio claro que podía dar un pase de 50 metros desde su portería para dejar a Griezmann solo ante Reina en el minuto siete y marcar así el primer gol. Y a partir de ahí, barra libre para el festival.

placeholder Messi y Suárez abrazan a Griezmann, que abrió la lata para los culés. (EFE)
Messi y Suárez abrazan a Griezmann, que abrió la lata para los culés. (EFE)

El golazo de Suárez

Messi marcó los dos siguientes. El primero, en el 17’ con un disparo desde la media luna que se coló por la escuadra. El segundo, en el 41’ después de un intercambio de palabras con el técnico del Mallorca, Vicente Moreno, tras una falta de Sastre en la que el argentino se quedó unos segundos doliéndose. A estas alturas otra de las máximas en los mandamientos de Messi es que enfadarle es un negocio ruinoso. Leo se picó en el 37’ y cuatro minutos después ya había marcado. Y cuando aún estábamos cabeceando un “esto se veía venir” y tras una jugada colectiva rápida y al primer toque, Luis Suárez se sacó de la chistera un taconazo de escándalo golpeando el balón en el césped. Un gol precioso. Estética y técnicamente maravilloso. De los que no te cansas de ver repetido por televisión para no perderte ningún detalle.

El Camp Nou asistió, por fin, a la mejor versión del Barça de la temporada. Una primera parte divertida, vistosa, buena y bonita. La segunda no fue tan redonda, pero no desmereció el espectáculo. Era lógico que el equipo de Valverde bajara un pistón, pero no dimitió del partido y el segundo gol de Budimir en el 64’ sirvió además de aviso, una especie de despertador para no arruinar lo hecho en los primeros 45 minutos que Messi, siempre Messi, atendió como suele: con su tercer tanto en el 83’.

El Mallorca poco pudo hacer ante el entusiasmo y la calidad azulgrana y pese al 'telele' en algunos momentos ante el vendaval, siempre intentó salir rápido al contragolpe buscando a Kubo, el joven japonés que salió de la Masía, fichó por el Madrid, está cedido en el equipo balear y escuchó una y otra vez pitos cada vez que tocó la pelota. Tampoco era para ponerse así, la verdad, aunque el público sea soberano. El mismo público que ovacionó a Rakitic en su tercera titularidad consecutiva -la cuarta de la temporada- y que ha coincidido, curiosamente, con el mejor Barça, el más equilibrado, el más competitivo.

En diez días el Real Madrid visita el Camp Nou y por primera vez desde que comenzó la campaña - y si no lo estropean frente al Inter en Champions por mucho que estén clasificados o en la visita al dentista a Anoeta que les suele salir cara- el Barcelona tiene buena pinta. No hay mejor noticia para el Barça, para la Liga y para todos los que disfrutamos viendo fútbol por muchos años que pasen. Porque Messi nos recordó que tampoco nos quedan ya tantos por ver.

Después de ver tanto fútbol durante tantos años de lo único que estoy segura es de que es un misterio. No hay una manera científica, puramente racional y basada en la alineación la técnica y la táctica que sirva para explicar por qué un equipo que hasta ayer salía con el ímpetu del que mira el reloj en la oficina para escapar antes de que el ascensor baje muy lleno, de repente salte al campo igual que si fuera el primer partido de la temporada con los amigos a los que no ve en todo el verano: con ganas de divertirse. Es, simplemente, una cuestión de energía y la del Barça fue este sábado contra el Mallorca radicalmente diferente a la del resto de la temporada (5-2).

Leo Messi Antoine Griezmann