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Tribuna
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La saturación del calendario empacha al aficionado y exprime al futbolista
La acumulación de competiciones artificiales con el único fin de ganar dinero ha perjudicado el nivel del espectáculo. LaLiga y la RFEF han sobrecargado el calendario hasta el límite
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Se conoce como empacho la indisposición causada por comer en exceso y sufrir una digestión difícil. También se puede producir como resultado del cansancio o aburrimiento causado por algún exceso. Esto, que en principio les puede sonar más propio de una comilona familiar de domingo o de una típica celebración entre amigos, es lo que uno siente cuando se asoma al denso calendario de nuestro fútbol, donde una ristra de partidos de diferentes competiciones se suceden a lo largo y ancho de toda la semana sin pausa.
La situación no es nueva ni representa un 'shock' para nadie, pero se ha agravado tras el parón provocado por el covid-19. La supresión del deporte y la vuelta del mismo meses más tarde generaron la posterior compresión de la ya de por sí abarrotada agenda futbolística. Y con ello, un diluvio de partidos que si bien al inicio resultaba balsámico en comparación al aburrimiento soporífero de estar encerrados en casa, ahora ya empieza a ser tedioso hasta para los aficionados más acérrimos. Estamos consumiendo fútbol por encima de nuestras posibilidades.
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El nivel del balompié nacional no ayuda a atenuar la carga. Podríamos contar con los dedos de una mano los partidos vibrantes vividos desde el reinicio de la competición (y aun así, nos sobrarían unos cuantos). Partidos propios de cine de serie B, enfrentamientos de mínimos riesgos, juego de errores y pánico a encajar. Tostonazos infumables para una liga donde la calidad de los envites ha descendido dramáticamente en los últimos años y que, además, ha visto cómo varias de sus estrellas más rutilantes (Cristiano Ronaldo, Neymar), así como el talento nacional (Fabián Ruiz, Ferran Torres, Rodri Hernández), han hecho las maletas rumbo al extranjero.
Consumimos fútbol por inercia
El peligro de hartazgo ante esta panzada de fútbol mediocre y especulativo no parece preocupar a unos dirigentes españoles y europeos más inquietos por el aficionado televisivo global que por el abonado, ahora ya en un tercer o cuarto plano. La diversificación de horarios ha llevado a la saturación de la oferta futbolera y la atomización de las audiencias. Apoltronados desde el sofá, vemos fútbol por inercia y, sin embargo, cuesta concentrar la atención durante 45 minutos seguidos ante el acontecimiento deportivo diario.
Ya lo dice el refranero español: lo poco agrada y lo mucho cansa. La batería de encuentros ataviados de sonido ambiente pregrabado y ruidos enlatados no ayuda a estimular el interés del público y, aunque también existe la opción de sonido ambiente, la realidad es que la interminable lucha de egos entre Luis Rubiales y Javier Tebas ha plagado el mapa de duelos insípidos hasta llegar al absurdo punto de hacer coincidir choques de Liga atrasados con eliminatorias a un partido en diversas ocasiones. ¿Cómo darle pomposidad y atención mediática a una competición cuando uno mismo la devalúa? Es normal confundirse y no saber quién jugó contra quién en qué competición en este deporte al peso, donde el interés económico prima por encima de la salud de los jugadores y de la diversión de los aficionados.
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Por otra parte, responsabilizar íntegramente de esta situación de indigestión a Tebas y Rubiales no sería justo (sí de la guerra fratricida o de la desigualdad económica en relación con la Premier League), puesto que la tendencia a estrujar la gallina de los huevos de oro hasta la frontera lleva años propagándose por Europa. ¿Recuerdan cuando el presidente de la RFEF acusó al presidente de LaLiga de 'estar enamorado del dinero' y anunció que él 'lo estaba del fútbol' y que no se iba a jugar el Girona-Barça en Miami por una 'cuestión de valores'? Pues luego se llevó la Supercopa de España a Arabia Saudí, país democrático por excelencia. Dime de qué presumes y te diré de lo que careces.
Desde la acumulación innecesaria de amistosos insulsos hasta la creación artificial de competiciones sacadas de debajo de la manga, con el único objetivo de exprimir a los futbolistas y sacar rédito económico. El Mundial invernal de Qatar, la Supercopa de España en Arabia Saudí, la Liga de Naciones, la UEFA Conference League, las giras internacionales en pretemporada, los amistosos a miles de kilómetros de casa. Dinero, dinero y más dinero. Encontramos ejemplos a cascoporro de torneos modificados por llenar el bolsillo.
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Decía el entrenador del Barça, Ronald Koeman, en la previa del partido frente al Real Betis, que "no es normal que los futbolistas jueguen tanto: es demasiado y vamos a matarlos". Un diagnóstico certero que caerá en saco roto, puesto que, aunque de vez en cuando los propios protagonistas de este deporte alzan la voz, todo el mundo parece haber aceptado a regañadientes que las federaciones y las ligas operan fundamentalmente con ánimo de lucro. No importa la calidad del producto, siempre y cuando acabe vendiéndose.
Por un periodismo responsable
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Se conoce como empacho la indisposición causada por comer en exceso y sufrir una digestión difícil. También se puede producir como resultado del cansancio o aburrimiento causado por algún exceso. Esto, que en principio les puede sonar más propio de una comilona familiar de domingo o de una típica celebración entre amigos, es lo que uno siente cuando se asoma al denso calendario de nuestro fútbol, donde una ristra de partidos de diferentes competiciones se suceden a lo largo y ancho de toda la semana sin pausa.