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Lecciones de comunicación que la Fórmula 1 y Marc Gené podrían dar a Alberto Garzón
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Pablo de Villota

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Lecciones de comunicación que la Fórmula 1 y Marc Gené podrían dar a Alberto Garzón

El férreo control de las jefaturas de prensa de los equipos habría evitado muchos problemas habría impedido la polémica a la que se ha enfrentado el ministro de consumo español

Foto: Marc Gené, en una imagen de archivo. (EFE/Fernando Bizerra Jr.)
Marc Gené, en una imagen de archivo. (EFE/Fernando Bizerra Jr.)

No es la primera vez que cuando habla el ministro de consumo, Alberto Garzón, sube el pan. Sus declaraciones han generado en más de una ocasión una enorme controversia de las que él se ha defendido argumentando ser malinterpretado o, como en el caso más reciente, que sus palabras fueron mal o incompletamente transcritas. Concediéndole el beneficio de la duda de que así fuera, cabe preguntarse cómo es posible que se produzca semejante falta de profesionalidad a nivel de comunicación.

En la Fórmula 1, el ministro Garzón podría haber aprendido unas valiosas lecciones. Allí esa desinformación de la que dice ser víctima hubiera sido literalmente imposible, porque la metodología y sistemas utilizados lo impide o busca evitar que se produzca.

placeholder Los pilotos son permanentemente escoltados por un asistente de prensa, para asegurarse que todas sus declaraciones queden siempre registradas.
Los pilotos son permanentemente escoltados por un asistente de prensa, para asegurarse que todas sus declaraciones queden siempre registradas.

Ojo con caer en la ‘lista negra’

En primer lugar, quienes se fijen en las escenas de periodistas y pilotos podrán comprobar que cada vez que estos son entrevistados, siempre, absolutamente siempre, hay un responsable del equipo grabadora en mano para asegurarse que el piloto ha dicho lo que en realidad ha dicho, no lo que haya querido interpretar el medio. Pobre del periodista que se le ocurra no reflejar exactamente las declaraciones, porque si son cotejadas en la grabación propia y se comprueba que se ha transcrito incorrectamente, se corre el riesgo de recibir una tarjeta amarilla, cuando no roja directa.

Los equipos tienen muchos métodos para castigar al periodista que por falta de rigor, profesionalidad o maledicencia haya publicado un mensaje erróneo o falso. Las ‘sanciones’ pueden variar desde no ser admitido en los actos bajo invitación o ser inscritos en una ‘lista negra’ de medios, a los que de ninguna manera se les concederá una entrevista en exclusiva a lo largo del año. Por desgracia, a veces el castigo no le llega a la persona sino al medio, y no es la primera vez que un periodista sufre el ‘veto’ de piloto o equipo a causa de la torpeza o mala praxis de su antecesor en el medio.

Reflejas con exactitud, o nada

No se trata de que vayan a censurar algún párrafo incómodo (aunque a veces algún saltimbanqui del departamento de comunicación del equipo lo intente). Se trata de que la entrevista refleje exactamente lo que el miembro de la escudería haya querido decir, ateniéndose a la grabación oficial. La excusa de que el periodista de 'The Guardian' no incluyó el argumento completo por razones de espacio no vale. O reflejas lo que exacta y completamente se ha dicho, o no hay entrevista. Punto.

Puede haber medios o periodistas que intenten pasarse de listos y desoigan las exigencias bajo las que fueron pactadas las entrevistas. Pero al haber quedado estas reflejadas se juega con fuego porque pueden ser incluso perseguidas legalmente. No todos los ordenamientos jurídicos funcionan igual, pero en países que se toman muy en serio estos asuntos, como el Reino Unido, el expresidente de la FIA Max Mosley ganó la demanda judicial al diario sensacionalista que desveló su orgía sadomasoquista. En todo caso, cuestiones legales aparte, para un medio generalista entrar en guerra con un equipo es mala idea, pero para un medio especialista es una losa inasumible.

Mano izquierda y rigor

Porque no se trata de que el equipo ponga un veto al periodista. Mientras un representante de un medio de comunicación esté oficialmente acreditado, nada puede impedir que este acuda a las ruedas de prensa oficiales o a los encuentros (conocidos como canutazos) obligados en el paddock. Sin embargo, cuando se quiere acceder a las zonas de hospitality o a contenidos donde los equipos son libres de restringir su acceso, sólo podrán hacerlo los medios que, según su criterio, hayan sido siempre rigurosos con la verdad. Por supuesto, siempre hay directores de comunicación tentados a confundir el rigor periodístico con que la información que publique siempre sea amable con ellos, pero aquí deben de andarse con ojo, porque ningunear al crítico también es algo que puede volverse en su contra.

Como en la vida, en las jefaturas de comunicación de los equipos, hay de todo. No puede compararse gestionar la comunicación de Aston Martin, Red Bull o McLaren con un equipo como Ferrari, con el que hasta la más absoluta nimiedad se convierte en asunto de estado en Italia. Sin embargo, también saben que vetar a periodistas 'incómodos' sin demostrar que hayan sido poco rigurosos también les puede costar muy caro. Mano izquierda y rigor a partes iguales.

Aprender la lección

Los equipos de Fórmula 1 insisten en la formación y preparación que reciben los pilotos dentro de los equipos, donde antes de ser sometidos a una entrevista se hace un ensayo previo para tener estudiado qué responder en los temas de actualidad que puedan generar más polémica. Aunque cada día veamos más en política la mala práctica de las preguntas conocidas con anticipación o la selección de asuntos con los que hablar, hablamos de periodismo serio y que, aún con el desconocimiento de las preguntas, se puede ir con la lección bastante aprendida en los temas que generen mayor controversia.

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En McLaren saben que Daniel Ricciardo a veces no es ortodoxo en su comunicación , pero le dan rienda suelta porque saben lo muy valorada que está su espontaneidad.

Pero ojo, no se trata de generar 'papagayos', porque se detecta enseguida cuando un discurso no es genuino. En la Fórmula 1 se comprueba a menudo que tan malas pueden ser las inconveniencias como no decir nunca nada relevante. Había un piloto de la cantera de Toyota en la Fórmula 1, Ryan Briscoe, que resultaba insufrible ante su permanente corrección política y empalago en las entrevistas. Tal sería la cantidad de pájaros que le habían metido en su formación al pobre chaval, que todas sus respuestas parecían siempre programadas por la frialdad de una máquina y no por el sentir real de un piloto de carreras. La espontaneidad y autenticidad se valora mucho y al final significa más presencia mediática.

El valor de Marc Gené

Por supuesto que cierta habilidad comunicativa innata ayuda, pero los equipos no dejan nada al azar. Saben que de una buena comunicación por parte de pilotos y portavoces depende en gran parte el ROI (Retorno de la inversión) de los patrocinadores. Por ello, el nivel ante los micrófonos de los miembros clave del equipo tiene que estar en consonancia con la excelencia en pista. Uno de los casos más notorios de excelente trabajo es el de Marc Gené en Ferrari, donde se ha convertido en un personaje insustituible. Junto a su polivalencia como piloto de pruebas de coches de competición y de calle, es el portavoz técnico mejor y más fiable que jamás haya tenido la Scuderia.

Sirva como ejemplo de la valía de un comunicador como Gené que en 2014 el propio Luca de Montezemolo exigió que alguien de su total confianza, como era el piloto catalán, fuera el comentarista técnico del recién lanzado canal de pago de Fórmula 1 en Italia. Esta circunstancia suponía que el de Sabadell abandonaba o limitaba mucho su presencia en la televisión española y como consecuencia de ello, el Banco Santander extendió una queja a Ferrari por privarles de un activo de comunicación tan valioso en un mercado importante. Desde el Banco se les sugirió utilizar a su otro piloto de pruebas, el italiano Giancarlo Fisichella. La respuesta de Ferrari fue tan lacónica como reveladora: ¡¡Es que Marc habla mejor italiano que Fisichella!!. Aunque Gené habla el idioma transalpino mejor que muchos italianos, en 'petit comité' también reconocían una segunda causa: con Marc podían estar tranquilos porque sabían que siempre iba a dar información relevante sin irse de la lengua revelando secretos técnicos o metiéndose en jardines polémicos innecesarios.

Así que quizá una buena idea sería que el ministro Garzón llamara a Marc Gené para que le asesorara sobre cómo hacer para pilotar a alto nivel en la comunicación y sobre todo, no 'derrapar' en las entrevistas, especialmente si son tan críticas.

No es la primera vez que cuando habla el ministro de consumo, Alberto Garzón, sube el pan. Sus declaraciones han generado en más de una ocasión una enorme controversia de las que él se ha defendido argumentando ser malinterpretado o, como en el caso más reciente, que sus palabras fueron mal o incompletamente transcritas. Concediéndole el beneficio de la duda de que así fuera, cabe preguntarse cómo es posible que se produzca semejante falta de profesionalidad a nivel de comunicación.

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