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Qatar (y el PSG) no tienen suficiente dinero para comprar la grandeza del Madrid
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Albert Ortega

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Qatar (y el PSG) no tienen suficiente dinero para comprar la grandeza del Madrid

El equipo parisino, superado por la mística y el gen competitivo blancos, se hundió en una segunda parte vergonzosa. El PSG fue un equipo enano y carcomido por el miedo escénico

Foto: El tridente del PSG se lamenta durante un encuentro. (Reuters/Carl Recine)
El tridente del PSG se lamenta durante un encuentro. (Reuters/Carl Recine)

El Real Madrid. La Champions League. El Santiago Bernabeú enloquecido y rugiendo. No es relato ni narrativa, es la mezcla química perfecta para poner al PSG en su sitio y hundir un proyecto megalómano sin historia, grandeza ni paciencia. Estamos en marzo, pero la temporada del superPSG, lleno de galácticos sin ningún tipo de equilibrio táctico ni química entre su tridente, ya ha terminado. Qatar, que vive para la utopía de la Champions, se toma a broma el Fair-Play Financiero y usa la Ligue1 como 'sparring' estará enfurecido, Nasser Al-Khelaïfi seguirá pagando la nómina de un Sergio Ramos que no ha disputado ni un solo minuto en toda la eliminatoria y la directiva de Qatar Sports Investments bajará la persiana de la Champions League tras haber hecho el ridículo en una segunda parte que no se olvidará jamás.

La diferencia entre el PSG y el Real Madrid es que los blancos podrían haber salido goleados de París y noqueados de la primera parte del Bernabéu porque la superioridad fue enorme y casi acaban endosándole una goleada a los franceses. Nada más lejos de la realidad, el Madrid sobrevivió en el alambre en el Parque de los Príncipes con unos extraordinarios Thibaut Courtois y Éder Militao y el PSG se desmoronó como un castillo de naipes a la mínima dificultad en el Bernabéu. Ese saber ser, saber estar y saber capear el temporal que únicamente décadas de excelencia en la Champions te brindan frente a la falta de fortaleza mental. Un partido para comprender por qué Mbappé quiere mudarse de ciudad y de equipo a pesar de poder vivir en una cárcel de oro.

Foto: Benzema celebra el tercer gol del Real Madrid al PSG. (EFE/Juanjo Martín)

La mística del Madrid y su gen competitivo le permitió estar tranquilo a pesar de estar bastante peor que el PSG y pasarlo francamente mal. Al equipo blanco le bastó un mínimo resquicio (el robo decisivo de Benzema en el error grotesco de Donnarumma) para meterse en el partido. Los locales se vistieron de épica y poder y el PSG pareció un equipo enano a partir de ese momento. La presión les bloqueó. Es la consecuencia directa de un proyecto que no encuentra el equilibrio necesario entre amasar estrellas sobrepagadas y alumbrar un equipo que piense y se mueva como un bloque compacto. En el PSG unos curran a destajo y otros, que esperan a que les llegue la pelota, miran como si sobraran manos en la obra.

El PSG es un club-estado que fichó este verano a Messi, Achraf, Ramos, Donnaruma, Wijnaldum y Nuno teniendo ya a Neymar, Di María, Verratti y Marquinhos, gasta 629 millones de euros en salarios y representa el 37% del total de la masa salarial de la Ligue1. Una situación que no impide a su presidente, Nasser Al-Khelaïfi afirmar que cree "un fútbol accesible para los pequeños" y luego llorar como un niño rico y mimado cuando las cosas no salen como planeaba. Ahora los atajos competitivos que ha tomado el PSG le han llevado a un callejón sin salida esta temporada por un solo motivo: su obsesión le ha corroído y explotado en la cara.

placeholder Messi se marcha de la eliminatoria sin brillar. (EFE/Kiko Huesca).
Messi se marcha de la eliminatoria sin brillar. (EFE/Kiko Huesca).

El PSG tiene al mejor jugador francés, al mejor jugador argentino, al mejor jugador italiano y al mejor jugador brasileño, pero está lejos de ser un equipo redondo. La imagen perfecta la brindó su aclamado tridente. Mientras Messi observaba cómo Kroos le pasaba a un centímetro y Mbappé y Neymar hacían lo propio con otros rivales, Benzema perseguía como un animal la salida de balón visitante. Son detalles que señalan algunos de los problemas estructurales parisinos y que no se solucionan desde la táctica ni la pizarra. Igual que no lo hace saber reducir las pulsaciones del partido o aumentar según lo demande la eliminatoria. El PSG ya había perdido con el 1-1, solo que todavía no se había percatado.

"El Paris ha pulsado el botón de autodestrucción. Dos goles de los encajados hoy eran perfectamente evitables", decía el histórico defensa central del Manchester United, Rio Ferdinand, en 'BT Sport'. Una frase ilustrativa que radiografía a la perfección la inexplicable actitud del cuadro francés frente a la magia del escudo blanco. ¿Cómo se puede tirar a la basura una eliminatoria en tan solo 17 minutos? Es imposible narrar cómo la presión desorganizada del Madrid, la superioridad del PSG, el suicidio de Ancelotti al juntar a Carvajal y Asensio por la derecha en lugar de apostar por el brío de Camavinga y Rodrygo se transformó en un cóctel molotov para los parisinos en menos de lo que canta un gallo llamado Benzema.

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Mbappé, decepcionado al finalizar el encuentro. (Reuters/Susana Vera)

¿Qué hará ahora el mejor PSG en cuanto a nombres y estrellas tras fracasar contra el Madrid más justo en cuanto a piernas y talento se refiere en años? Comprar las 13 Copas de Europa sería la mejor elección de Qatar, pero hay cosas que simple y llanamente no están a la venta. Y aunque Nasser Al-Khelaïfi montase el pollo en la zona de invitados del Bernabéu con gritos, persecuciones al árbitro y demás parafernalia, tal y como informó Mónica Marchante en Movistar, la pesadilla de la Champions seguirá taladrando el bolsillo y carcomiendo sus aspiraciones políticas y económicas. Hasta el año que viene.

El Real Madrid. La Champions League. El Santiago Bernabeú enloquecido y rugiendo. No es relato ni narrativa, es la mezcla química perfecta para poner al PSG en su sitio y hundir un proyecto megalómano sin historia, grandeza ni paciencia. Estamos en marzo, pero la temporada del superPSG, lleno de galácticos sin ningún tipo de equilibrio táctico ni química entre su tridente, ya ha terminado. Qatar, que vive para la utopía de la Champions, se toma a broma el Fair-Play Financiero y usa la Ligue1 como 'sparring' estará enfurecido, Nasser Al-Khelaïfi seguirá pagando la nómina de un Sergio Ramos que no ha disputado ni un solo minuto en toda la eliminatoria y la directiva de Qatar Sports Investments bajará la persiana de la Champions League tras haber hecho el ridículo en una segunda parte que no se olvidará jamás.

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