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Los navajazos barriobajeros que auguran más desastres en las cajas
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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Los navajazos barriobajeros que auguran más desastres en las cajas

Hace unos días, en un encuentro palaciego en Madrid, por donde desfilaron los principales directivos de nuestras entidades financieras en fase de rescate, cada una vendiendo

Hace unos días, en un encuentro palaciego en Madrid, por donde desfilaron los principales directivos de nuestras entidades financieras en fase de rescate, cada una vendiendo su pomada, Rodrigo Rato, la luz que ilumina Bankia, se atrevió a augurar que “algunas de las fusiones de las cajas no serán viables”. Lo sabe bien el ilustre exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), que está haciendo encaje de bolillos para salvar la suya con Bancaja, otro queso gruyere similar al de la CAM.

La alicantina ya sabemos cómo ha acabado y solo falta saber el nombre del enterrador. Su integración con Cajastur en Banco Base se ha ido al garete por el agujero descubierto durante la fusión y, sobre todo, por las peleas internas de los dirigentes de ambas entidades. Los cuales ya dieron muestra -al poco de darse la mano- que había un pulso evidente por quién controlaba el muñeco. Aspecto vital para mantenerse en la poltrona y para que el partido político que controlaba una y otra caja pudiera seguir manejándola a sus anchas.

En el caso de Bankia, eso no se ha producido. En primer lugar porque el PP gobernaba y gobierna los consejos de Caja Madrid y Bancaja y porque Rato fue generoso en ceder la sede fiscal a Valencia a cambio de quedarse él mismo con el cetro real. En este proceso no ha habido ruido de sables porque ambos –José Luis Olivas, otro amiguete de Camps- son del mismo color y porque el reparto del consejo ha sido más o menos equitativo. Pero no los descarten cuando don Rodrigo diseñe el nuevo órgano de gobierno con el que pretende salir a bolsa. Algunos trincones del equipo médico habitual se van a quedar fuera y eso suele enojar a más de uno.

Donde ya hay navajazos es Novacaixagalica, esa fusión forzada por la Xunta entre Caixa Galicia y Caixanova en la que ninguna de las partes ha creído nunca. Los de La Coruña porque siempre han defendido que eran más grandes y los de Vigo, con el octogenario Gayoso al frente, porque aseguraban que estaban más sanos. Lo cierto es que los gestores del bicho gallego desconfían unos de otros, más tras descubrir supuestos pagos de comisiones a los amigos –incluido el hijo del expresidente de Perú, Alan Garcia- de la caja del sur de Galicia, en un asunto que puede acabar en escándalo. Eso acabará mal, no les quepa duda.

Lo cierto es que los gestores del bicho gallego desconfían unos de otros, más tras descubrir supuestos pagos de comisiones a amigos de la caja sur de Galicia. Esto acabará mal, no les quepa duda.

Tampoco pierdan de vistas a Banca Cívica, el proyecto surgido de la integración entre Caja Navarra, Cajasol , CajaCanarias y Caja de Burgos. Ahí mandan Antonio Pulido, el de la caja andaluza, y Enrique Goñi, el navarro, con similar participación del 29,1%. Aparentemente, su relación es cordial y no se pisan sus dominios. Sin embargo, fuentes próximas a la entidad apuntan a que la entente no es tan “cívica” como se vende y que las tensiones pueden provocar cambios en un grupo que abanderó la despolitización de las cajas poniendo de presidente a José Antonio Asiáin, un hombre del PSOE que fue número dos del Gobierno navarro. Por no hablar de Catalunyacaixa, que solo puede ser salvada si CiU sigue siendo la bisagra del Gobierno central.

Todo un desaguisado que difícilmente pasará el riguroso examen de los mercados de capitales, que no se fían de nuestras cajas españolas. Si los grandes gestores no entran en sus bancos de nueva creación, todos ellos aderezados con mensajes marketinianos similares a los productos de higiene femenina, no les quepa duda de que los desmanes los pagaremos nosotros por solidaridad obligatoria.

Hace unos días, en un encuentro palaciego en Madrid, por donde desfilaron los principales directivos de nuestras entidades financieras en fase de rescate, cada una vendiendo su pomada, Rodrigo Rato, la luz que ilumina Bankia, se atrevió a augurar que “algunas de las fusiones de las cajas no serán viables”. Lo sabe bien el ilustre exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), que está haciendo encaje de bolillos para salvar la suya con Bancaja, otro queso gruyere similar al de la CAM.