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El ingenioso juego de trileros entre banqueros y constructores
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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El ingenioso juego de trileros entre banqueros y constructores

En esta semana esperpéntica, con cuento chino de Zapatero y despidos masivos de nuestros ilustres empresarios, ésos que crean un Comité de la Competitividad para pintar

En esta semana esperpéntica, con cuento chino de Zapatero y despidos masivos de nuestros ilustres empresarios, ésos que crean un Comité de la Competitividad para pintar la mona, ha pasado inadvertido otro de nuestros disparates patrios. Se trata de la culminación de la ronda de refinanciación de las constructoras españolas, un juego de trileros entre bancos y chicos de buena cuna en el que, con la aquiescencia del Banco de España y de los auditores, la bolita –en este caso la gran bolsa de la deuda- pasa de un lugar a otro con aparente manipulación.

 

Una contabilidad artificial de las cuentas necesaria ante la incapacidad de pagar por parte de las empresas y de provisionar la palmada por parte de las entidades financieras. Por ese sencillo motivo, nuestros banqueros siguen con su particular Torneo VI Naciones de Rugby. Un deporte en el que como muchos sabrán existe la estrategia de “patada a seguir” para quitarse la asfixiante presión de la delantera contraria y ganar metros.

Esta semana fue Ferrovial la que firmó un préstamo sindicado con 32 entidades financieras por 1.305 millones de euros para refinanciar una deuda anterior que vencía en 2012. Ahora tendrá tres años más para abonarla a los bancos, que le han dado además una línea de liquidez de 541 millones. Un acuerdo que se produce siete días después de que Acciona consiguiera una bula similar por 1.421,2 millones, pero a un periodo de 18 años para sus proyectos energéticos. El crédito le vencía en junio.

En febrero, los BBVA, Banco Santander, La Caixa, Caja Madrid, Société Générale, Sabadell y Mediobanca de turno hicieron lo propio con ACS, al que le renovaron otro sindicado por más de 2.000 millones de euros, con la gravedad de que en este caso la garantía de dicha financiación extra son las acciones de Iberdrola, que como sucede con la renta variable, sube y baja. El pasado año se cerraron los casos de FCC  -1.125 millones hasta 2014 para una empresa con una morosidad galopante- y de Vallehermoso, la filial ladrillera de Sacyr, a la que le han dado hasta ocho años para devolver 1.430 millones. Ni que decir tiene que no se vende una casa ni a tiros. Para fin de año queda el premio gordo del grupo de Del Rivero, que se compró el 20% de Repsol con 5.000 millones ajenos que expiran, en un solo vencimiento, el 31 de diciembre.

Imagínense a ustedes yendo a una de estas entidades financieras a exponerles que no tiene dinero para hacer frente a su deuda y que le gustaría disponer de unos añitos más para cumplir con sus obligaciones. O, para más cachondeo ante el director de la sucursal, que quiere ese préstamo para comprarse unas iberdrolas, repsoles o endesas, que, viva Dios, nunca bajan en bolsa. Para convencer al hasta hace poco dispensador de créditos, le diríamos que la cosa está muy fea, pero que mejorará. Qué ahora no hay trabajo, pero que con los chinos y los qatarís de Zapatero van a volver las vacas gordas. Y más si llega Rajoy a la Moncloa, con la flauta mágica.

La respuesta se la pueden imaginar. Saldríamos del habitáculo con el rabo entre las piernas y el bolsillo vacío. Muy diferente a cómo lo hacen los intocables que se pavonean por los palcos de los grandes estadios de fútbol, el teatro y la opera, aunque sus dificultades para pagar sean incluso mayores a las de los comunes. Porque ya se sabe que cuando se le debe un euro al banco el problema es del cliente, pero cuando se le deben 100 el marrón es del prestamista.

Las refinanciaciones a las que antes aludía reflejan que la banca sigue sin levantar las alfombras como se le exige desde fuera y que no se atreve a ejecutar a las grandes fortunas, llámense Koplowitz, Del Rivero, Pérez, Del Pino o Entrecanales, por muy bien que alguno de ellos esté haciendo el trabajo para reducir su abultada deuda. No lo hacen por dos razones: la primera porque, incluso en la situación actual, hay apellidos que no se manchan; la segunda porque las provisiones serían de tal calibre que varios entrarían en pérdidas. Las cinco grandes tienen una mochila de piedras de 55.500 millones y generan un Ebitda de 6.160 millones, es decir, adeudan nueve veces lo que les entra limpio en caja.

Si usted ingresa al año, una vez descontado una serie de muchos gastos, 20.000 euros, vaya al banco a pedir casi 200.000 y verá lo que le dicen.

En esta semana esperpéntica, con cuento chino de Zapatero y despidos masivos de nuestros ilustres empresarios, ésos que crean un Comité de la Competitividad para pintar la mona, ha pasado inadvertido otro de nuestros disparates patrios. Se trata de la culminación de la ronda de refinanciación de las constructoras españolas, un juego de trileros entre bancos y chicos de buena cuna en el que, con la aquiescencia del Banco de España y de los auditores, la bolita –en este caso la gran bolsa de la deuda- pasa de un lugar a otro con aparente manipulación.