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El gran corazón de César Alierta y el singular ejemplo de una antigua rica en apuros
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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El gran corazón de César Alierta y el singular ejemplo de una antigua rica en apuros

En estos tiempos de crisis, la solidaridad es vital. Ser amigos de tus amigos es una obligación moral. ¿Quién se negaría a echar un cable a

En estos tiempos de crisis, la solidaridad es vital. Ser amigos de tus amigos es una obligación moral. ¿Quién se negaría a echar un cable a un conocido, a un familiar que lo está pasando mal, al que, además de quedarse sin trabajo, le quieren embargar o es perseguido por la justicia por un presunto delito menor?  En estas situaciones, hay que tender siempre la mano sin dudarlo.

En ese entorno se enmarca el fichaje de Rodrigo Rato por Telefónica. Así lo aseguran fuentes próximas a César Alierta, un hombre muy sensible al mal momento emocional, reputacional y económico –sobre todo este último- del hombre que, curiosidades de la vida, le colocó a él como presidente de Tabacalera primero y de la operadora después. “Se lo ha pedido el Gobierno y no se ha podido negar”, dicen los íntimos del financiero maño.

La prensa, malvada por vocación, ha criticado su incorporación como asesor de Telefónica Latinoamérica y Telefónica Europa con una dureza extrema porque el nombramiento no tiene ni un pase. Algunos de los más cercanos también le han susurrado a Alierta que ha cometido un error de bulto porque ahora más que nunca los que invierten en las grandes compañías aplican ese refrán de que “la mujer del César no solo tiene que ser honrada, sino parecerlo”. La reputación cotiza mucho, como el propio Emilio Botín comprobó el la pasada junta general de accionistas cuando los fondos reprobaron su renovación y el mismo César cuando le sacaron los colores por su estruendoso sueldo.

Pero es que el asunto no es corporativo, o eso piensa Alierta, al que le cuesta disgregar su estatus de empresario con lo que le pide la piel. Se trata de un tema de sensibilidad, de arrullar a un caído en desgracia pese a su gran trayectoria profesional, una persona que se merece seguir yendo en coche oficial, con secretaria y viajes gratis en primera de Iberia. Recuerden que el reciente nombramiento de Rato no quedará en un papel secundario de asesor. En cuanto se pase la tormenta, el jefe de Telefónica lo meterá en un consejo, con sus 400.000 euros como mínimo, que con los 60.000 euros de pensión del FMI no le da para los gastos corrientesEl fichaje de Rato por Telefónica no quedará en un simple y corriente asesor. Más pronto que tarde tendrá su sillón en un consejo retribuido a la antigua usanza

Por esa afectividad, a César le dolió y mucho dejar sin dividendos a sus accionistas el pasado otoño y la siguiente primavera. “Fue una decisión muy dura para él”, le defienden. Como consecuencia y para dar ejemplo se vio obligado a cambiar la cúpula directiva para meterle una nueva marcha a Telefónica, oxidada en su funcionamiento, sobredimensionada en su estructura –ERE de 6.500 empleados y otro que se prepara- y con una deuda de 54.000 millones que se comía la cuenta de resultados. Por ello, decidió continuar como presidente para dar él mismo la vuelta a la tortilla con el apoyo Isidro Fainé (La Caixa) y Francisco González (BBVA), que siguen callados pese a que ellos son los más castigados por la medida.

Un concepto del deber muy propio que en cualquier lugar del mundo se entiende al contrario –el presidente es el máximo responsable para lo bueno y lo malo- y que en España se empieza a aplicar pese a la resistencia de los ejecutivos de postín. El último caso ha sido el de Baldomero Falcones, al que Esther Koplowitz ha decidido quitarle el cetro de FCC, una compañía otrora envidia de todos y que actualmente siente el abismo a un palmo de la nariz.

El simpático exbanquero del Central Hispano no ha dado una desde que tomó la presidencia de un grupo cuya caída en bolsa ha puesto en una delicada situación financiera a su dueña, presa también de una amenaza de embargo por parte de BBVA y de Bankia. Lo ha intentado, tratando de abrir nuevos mercados internacionales, vendiendo activos no estratégicos, pero sus errores –compra a precio de oro del negocio energético, entrada sin red en países de Europa del Este y otros vicios ocultos- le han llevado a la guillotina tras dejar a todos los inversores sin dividendo. Esther Koplowitz, la presidente de FCC amenazada de embargo por BBVA y Bankia, ha mostrado el camino: el que no lo hace bien, lo paga

Koplowitz, principal accionista de FCC y por tanto la más perjudicada, no ha dudado en sustituirle. Lo mismo hizo en diciembre el Banco Santander con los gestores de NH Hoteles, otra empresa en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) que puede dar algún susto a sus ilustres propietarios (Amancio Ortega y similares). Esa es la diferencia entre compañías con accionistas o acreedores de peso, que controlan la mayoría, frente a las que tienen un núcleo disgregado o consejeros que solo sirven al amo. Por eso en otras, no solo Telefónica, que también han dejado tiritando el bolsillo de sus accionistas –Banco Popular, Sacyr Vallehermoso y ACS- sus presidentes se mantienen en sus asientos de terciopelo.

Pero, oigan, no se enfaden, sean sensibles y comprensivos, que estos directivos ya han sufrido bastante con la brusca caída de las acciones en 2012 y en algunos casos con la congelación de sus millonarios salarios. El dinero también debe tener corazón. Sobre todo si se dispara con pólvora del Rey y paga otro, claro. En estos momentos de cambio brutal, España necesita más que nunca que la honestidad gestione los consejos de administración, que los directivos purpurados sepan que son simples empleados y no dueños y cuya obligación es trabajar para todos los accionistas y no para amiguetes.

Sean felices y optimistas.

En estos tiempos de crisis, la solidaridad es vital. Ser amigos de tus amigos es una obligación moral. ¿Quién se negaría a echar un cable a un conocido, a un familiar que lo está pasando mal, al que, además de quedarse sin trabajo, le quieren embargar o es perseguido por la justicia por un presunto delito menor?  En estas situaciones, hay que tender siempre la mano sin dudarlo.