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El doctor Botín y esa fiebre de cinco años que ahora atrapa a Francisco González
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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El doctor Botín y esa fiebre de cinco años que ahora atrapa a Francisco González

Emilio Botín tiene razón. El dinero está llegando a España por todas partes y desde todos los sitios, incluido Suiza, la segunda patria de la familia

Emilio Botín tiene razón. El dinero está llegando a España por todas partes y desde todos los sitios, incluido Suiza, la segunda patria de la familia cántabra. El consejero delegado de una empresa cotizada me corroboraba la versión del veterano financiero después de hacer un road show entre inversores or Estados Unidos “Hace un año no nos querían ni recibir, ni nos abrían la puerta por ser españoles. Ahora están como locos por comprar muestro papel”, indicaba sorprendido del gran recibimiento que tuvo hace apenas dos semanas.

Un optimismo que es noticia por dos motivos. El primero es porque el capital extranjero había desertado de nuestro país por los excesos de los políticos, de la banca, de los empresarios y de los ciudadanos en general. El segundo, porque que el banquero por excelencia del Reino esté en lo cierto no es algo muy usual en los últimos años.

El mismo que desde Nueva York, acompañado por una cohorte de tamborileros, ha cantado esta semana la euforia que existe sobre España es él que en junio del 2008 respondió airado a una pregunta incómoda sobre la delicada situación por la que atravesaba el país. “¿En crisis? ¿Quién está en crisis? Desde luego, el Grupo Santander no". “La crisis es como la fiebre de los niños, que empieza muy fuerte y luego se baja", sentenció con un diagnóstico que fue trending topic en todos los medios.

Por primera vez en años, el presidente del Santander, para quien la crisis era como la fiebre de un niño, tiene razón: el dinero llama a las puertas de las empresas españolas

En mitad de la tormenta que azotaba al mundo, don Emilio no se cortó un pelo para decir que "seremos el tercer banco del mundo por beneficios, tras los dos primeros de China". “El Santander aspira a ganar más de 10.000 millones en 2008", aseveró con contundencia. Pero falló en su pronóstico financiero como lo había hecho con la evaluación médica de España. Ese año se quedó en 8.876 millones de euros y en 2012 apenas ganó 2.208 millones, datos que evidencian que su Santander, por mucho que a él le pasará, estaba en crisis y muy gorda. Hablando en plata, que estaba en coma y que de no ser por la barra de liquidez que concedió el Banco Central Europeo (BCE) a toda la banca española (más de 200.000 millones), más de uno de los que hoy saca pecho no hubiera salido de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

Por aquellos tiempos, la cotización del Santander se cambiaba en bolsa a cerca de 13 euros, frente a los 6,7 a los que se paga en estos momentos. Un desplome descomunal que le llevó a tocar los 4 euros por acción y a un deterioro reputacional sin igual: cierre del fondo inmobiliario, Madoff, patrimonio personal en Suiza, los famosos bonos Santander. Pero hoy, por fin, todo ha cambiado. El banco acabará el ejercicio con la primera subida anual en bolsa desde 2010, aumentará su beneficio tras cinco años de caídas consecutivas y con su primera inversión en España desde 1999 con la adquisición de la financiera de El Corte Inglés.

Como el hundimiento que Botín, que pedía a gritos que Zapatero terminase su mandato, no fue capaz de ver, la recuperación tampoco es casual. El dinero de los grandes inversores ha vuelto a poner su foco en las empresas nacionales, las cuales se han aplicado, aunque tarde, una medicación contra un tumor mortal: reconocer las pérdidas. Lo mismo ha hecho el Gobierno, que con Luis de Guindos a la cabeza, ha metido en vereda a más de un preboste que se consideraba intocable. El resultado es que la prima de riesgo está en niveles más acordes a un país que, pese a seguir muy enfermo, con un paro del 26% y una galopante destrucción industrial, empieza a tener credibilidad.

La subida de la bolsa genera mucha liquidez y alivia a muchos nombres ilustres endeudados hasta la médula que se vieron ahogados por el derrumbe de las cotizacioes

No en vano, empresas que en su vida habían tenido acceso a los mercados están preparando emisiones de bonos. Ahí están los casos de Gamesa, El Corte Inglés, Abengoa, ACS, NH Hoteles, Madrileña de Gas, Isolux y otras similares, incapaces hasta hace bien poco de captar capital. 

La llegada de dinero fresco de inversores extranjeros es una realidad. Miren los nuevos accionistas latinoamericanos de Banco Sabadell, sustitutos de la empobrecida burguesia catalana; los fondos oportunistas que han comprado las inmobiliarias de Caixabank, Bankia o CatalunyaCaixa; o los que se han hecho con la chatarra de Novagalicia, Prisa  y de las cajas de Lico Corporación. Amén de los hoteles, oficinas y centros comerciales que se están comprando a tocateja.

Pero aún quedan bombas en el camino de la recuperación que invitan a ser prudentes sobre una enfermedad de la que los dos grandes banqueros españoles han salido indemnes. pese a los evidentes errores de gestion

Y la mejoría del enfermo es palpable. Solo con la subida de la bolsa y del patrimonio de los fondos, la gene dispone de más renta para gastar, para invertir. Muchos de los nombres ilustres del país, como los Koplowtiz o Florentino Pérez, respiran más tranquilos porque la recuperación bursátil les exime de tener que poner más garantias.  Pero de ahí a que se nos haya pasado la gripe que diagnosticó el doctor Botín, hay un periodo evidente de convalecencia con tropezones como el de Panrico, Ficosa, Fagor y BBVA, por citar los más recientes.

Al banco presidido por Francisco González le han detectado la fiebre amarilla que le ha causado 2.300 millones de pérdidas por su inversión en China, un país donde el banco iba a tener una “posición inmejorable” y una “importante ventaja competitiva”. Un error que el bróker gallego suma al que tuvo cuando compró el estadounidense Compass –ya provisionó 1.000 millones por ese fallido- y a la incertidumbre sobre su apuesta por Turquía. Sus tres grandes adquisiciones han sido poco apropiadas, por ser amables.

Como le pasa al Santander, BBVA se cambia en bolsa un 50% por debajo de los máximos de los tiempos de la bonanza, aquellos tiempos en los que Paco González  acusaba a su máximo competidor de “jugarse el banco”. Con la perspectiva del tiempo, parece que se lo jugaron los dos, y que, pese a todo, ambos han sobrevivido a la crisis, a la fiebre y al discreto beneficio generado para sus accionistas.

Bienvenidos al moderado optimismo, que más pronto que tarde el dinero también llegará a las clases medias, el corazón que necesita el paciente Estado para que eche a andar. No a correr como antes, pero al menos a andar, que dicen que es muy saludable. Y la banca lo agradecerá.

Sean felices

Emilio Botín tiene razón. El dinero está llegando a España por todas partes y desde todos los sitios, incluido Suiza, la segunda patria de la familia cántabra. El consejero delegado de una empresa cotizada me corroboraba la versión del veterano financiero después de hacer un road show entre inversores or Estados Unidos “Hace un año no nos querían ni recibir, ni nos abrían la puerta por ser españoles. Ahora están como locos por comprar muestro papel”, indicaba sorprendido del gran recibimiento que tuvo hace apenas dos semanas.

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