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El cortocircuito de Aznar y la 'generosidad' de Endesa
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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El cortocircuito de Aznar y la 'generosidad' de Endesa

Ahora que se sospecha que Pemex quiere hacer valer su participación en Repsol para tomar la gestión de la petrolera española sin lanzar una OPA, viene

Foto: El expresidente del Gobierno y presidente de la Fundación FAES, José María Aznar. (EFE)
El expresidente del Gobierno y presidente de la Fundación FAES, José María Aznar. (EFE)

Ahora que se sospecha que Pemex quiere hacer valer su participación en Repsol para tomar la gestión de la petrolera española sin lanzar una OPA, viene a la memoria que este mes de febrero se cumplen cinco años del desembarco total de Enel en Endesa. Un quinquenio que ha sido un volcán para el sector eléctrico, que primero se benefició del pago de unas retribuciones excesivas por generar energías limpias durante la etapa del socialista Miguel Sebastián y que ahora está pagando su calvario en el purgatorio del déficit de tarifa.

La antigua compañía pública, controlada ahora por otra pública, pero italiana, está sufriendo como Iberdrola, Gas Natural, Acciona, Abengoa y ACS los zurcidos de unas reformas reformadas por el obtuso ministro de Industria, José Manuel Soria, que no ha conseguido otra cosa que enfadar a todas las partes: a las compañías porque ganan menos, a los inversores por la inseguridad jurídica de un país supuestamente serio y a los consumidores que, como siempre, están pagando los fastos de una fiesta verde a la que nunca fueron invitados. Todo menos sostenible.

Siendo este el convulso marco, cada compañía ha tenido su particularidad. Volviendo al aniversario de Endesa, los de Enel pusieron en práctica la gestión a la italiana, que no consiste en otra cosa que rodearse de personas influyentes, ajenas al negocio per se, pero capaces de modelar las conciencias de los que toman decisiones estratégicas, es decir, secretarios de Estado y ministros al uso. O lo que es lo mismo, los que redactan el BOE, documento del que viven las empresas eléctricas.

La eléctrica, en pleno ajuste salarial y despidos para cerca de mil personas, asegura mantener en plantilla al presidente del Gobierno, a 300.000 euros al año

Con ese fin, los transalpinos se encomendaron a Borja Prado, un especialista en agrupar voluntades, en movimientos corporativos ajedrecistas. El más hábil del reino en la última etapa de José María Aznar y en los ocho años de José Luis Rodríguez Zapatero. Lo demostró en Lazard y después en Mediobanca. Como contrapartida, no dudo en abrir las puertas de Endesa a Pedro Solbes, que entró en el consejo de Enel; a José María Aznar, al que nombró asesor áulico; a Elena Salgado, a la que acomodó en una filial chilena apenas tres meses después de dejar la vicepresidencia del Gobierno, saltándose las normas más elementales de incompatibilidad; y a David Madí, el que fuera mano derecha de Artur Mas. Se hizo con toda la baraja del arco parlamentario. Incluso se ofreció a dar cobijo a Rodrigo Rato tras su defenestración, lo que gustó poco en Moncloa.

Sin embargo, cinco años después, se observa que comprar todos los cromos no garantiza el éxito. Pasa también en el fútbol, en el club de sus amores, en el Real Madrid de su amigo Florentino Pérez, quien desde el palco del Santiago Bernabéu ideó la gran operación del sector eléctrico de los últimos tiempos: asaltar Iberdrola sin lanzar tampoco una OPA. Todo parecía apuntar a que de lo que se trataba, en resumidas cuentas, era de que ACS se quedase con la eléctrica vasca como paso previo a la fusión posterior con su Endesa. Aquello acabó, digamos, que con escaso éxito, con 1.900 millones de pérdidas para la constructora.

Pero el presidente del honor del PP hace muchos meses que ni aparece por el comedor presidencial de Borja Prado ni es requerido por el jefe de regulación para hacer lobby al ser considerado pernicioso en Moncloa

Como ha quedado demostrado, los intentos de Prado por arrimar el ascua a la sardina de Endesa no han fructificado. Más bien lo contrario. El Gobierno del PP se ha mostrado muy impermeable a los vicios de un sector eléctrico acostumbrado a tener espías bien pagados en los ministerios. Algunos de estos personajes se han convertido incluso en perniciosos, como es el caso de Aznar, que tiene cerradas las puertas hasta de su partido, al que ha dado calabazas en su convención nacional. Motivo por el  que Enel concluyó hace más de un año que tenerle en nómina no era la opción más inteligente. Según las informaciones que llegaron a esta casa de la cúpula de la compañía, de las mismas fuentes que nos permitieron adelantar en exclusiva los fichajes estrella de Aznar, Salgado y Madi, los italianos han decidido prescindir de sus servicios.

Prueba de ello es que Aznar ya no aparece por las instalaciones de Endesa, ni siquiera queda a comer, como hacía antes, con el presidente ni con el consejero delegado, Andrea Brentan, excelente profesional que no ha dudado recientemente en viajar a Buenos Aires a negociar con los argentinos otra crisis energética silenciada. Más aún. José Casas, el responsable de regulación de la compañía, no ha pedido ni un solo favor a Aznar en los últimos dos años a sabiendas de que, si llamaba a Industria en representación de Endesa, la empresa saldría más escaldada aún.

Pese a este cortocircuito público, los cuidadores de Borja Prado, que no siempre coinciden con los de la compañía, negaron por lo bajo –a través de una agencia amiga y sin comunicado oficial- que hubieran liquidado el contrato de Aznar. Siendo igual de generosos, y dando por buena la explicación extraoficial que a este medio rechazaron ofrecer cuando se preguntó ocho días antes de la publicación, habría que colegir la gran capacidad de mejora de la gestión de un grupo que ha presentado un plan de bajas para 1.000 personas –el 10% de la plantilla- y que está prejubilando a profesionales de 55 años con muchos años de mili en el sector. Porque cabría preguntarse cómo es posible que con este programa intensivo de ajustes se mantenga en plantilla a un expresidente del Gobierno, a 300.000 euros al año, sin hacer nada, un señor del que reniegan en todos los centros de poder.

Poniéndonos incluso ingenuos, pidiendo si fuera necesario disculpas por el presunto error, uno puede llegar a creer que, como dice la versión original, Aznar fue contratado para ayudar a Endesa en Latinoamérica. Pero si se analiza el mapa político del continente, se infiere con gran rapidez que en este continente solo gobiernan partidos de izquierdas, con la salvedad de Chile, el único lugar donde Endesa no necesita ayudantes porque es un ministerio en sí mismo gracias a Enersis. Por lo que se puede deducir que el otrora líder de la derecha no tendría precisamente buen cartel entre los primeros ministros de Brasil, Argentina, Bolivia, o Venezuela.

Dicho lo cual, ya se sabe que en el mundo de la gran empresa hay caminos inescrutables para un ciudadano común al que, no obstante, le huelen mal estas puertas giratorias por las que se entra con una cartera ministerial y se sale con otra corporativa revestida de oropeles. Si al menos los resultados de la empresa hubieran mejorado con estos políticos, se podrían hasta justificar esta diplomacia tan particular. Pero es que en estos cinco años Endesa, como otras eléctricas, ha pasado de ganar 3.430 millones operativos a los cerca de 2.000 con los que cerrará 2013. Ni mil palabras más. Los números cantan. 

Sean felices

Ahora que se sospecha que Pemex quiere hacer valer su participación en Repsol para tomar la gestión de la petrolera española sin lanzar una OPA, viene a la memoria que este mes de febrero se cumplen cinco años del desembarco total de Enel en Endesa. Un quinquenio que ha sido un volcán para el sector eléctrico, que primero se benefició del pago de unas retribuciones excesivas por generar energías limpias durante la etapa del socialista Miguel Sebastián y que ahora está pagando su calvario en el purgatorio del déficit de tarifa.

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