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Un rescate de alta costura, con vestido de seda y alfombra roja
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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Un rescate de alta costura, con vestido de seda y alfombra roja

La refinanciación de FCC ya es una realidad. La pregunta es por qué las entidades financieras no han tratado con tanto cariño a cualquier otro empresario

Vaya por delante que siempre es una buena noticia que una compañía, sea la que sea, supere los problemas financieros que la mala gestión y los efectos de la crisis le han causado. Siempre hay que congratularse porque una empresa, especialmente las que tienen años de historia, sobrevivan. Ver a grupos como Fagor, Pescanova o Panrico agonizar da lástima, no solo por la desaparición de marcas reconocidas, sino por las miles de familias que se quedan sin trabajo por la ineficacia de sus administradores.

Por este motivo, hay que aplaudir que FCC haya firmado por fin, después de doce meses de duras negociaciones, la refinanciación de 4.500 de sus 5.975 millones de deuda. Un alargamiento de cuatro años para cumplir con las obligaciones bancarias a las que desde hace doce meses no ha podido hacer frente. Si dejamos a un lado los vocablos puramente legales, la compañía de la familia Koplowitz ha estadoliteralmente en situación de impagocon su posterior concurso de acreedores desde abril de 2013.

Desde aquella fecha pasaron cosas tan curiosas como las siguientes:

  1. Ese abril, como no podía pagar un crédito de 189 millones, Santander, BBVA y Bankia, principalmente, le dieron otros 300 millones adicionales para atender sus necesidades de tesorería más imperiosas como las nóminas.
  2. En mayo, tenía otro vencimiento de 625 millones, que le fue perdonado, para que tuviera tiempo suficiente para renegociar un préstamo sindicado global de 5.000 millones.
  3. Por el camino, el grupo puso en marcha varios ajustes de empleo que acabaron con más de 1.000 trabajadores en las listas del paro.
  4. Vendió su autocartera a Bill Gates por 113 millones, de los que 40 fueron pérdidas.
  5. La compañía recibió una prórroga para cumplir con sus obligaciones, primero hasta el 31 de diciembre, después hasta el 28 de febrero y, finalmente, hasta el 31 de marzo
  6. El año acabó con unas pérdidas históricas de 1.506 millones, que sumados a los 1.028 del año anterior, dejaron el patrimonio de FCC en apenas 3 millones de euros.
  7. Esta semana consiguió firmar el alargamiento de 4.500 millones de deuda, que incluye un sacrifico considerable a sus bonistas.
  8. Por si no fuera suficiente, la banca le ha concedido nuevos avales y le condonó la obligación de aportar 200 millones a su filial Cementos Portland Valderribas, obligación que tenía que haber cumplido hace dos años.
  9. Llamativo que seisconsejeros, que no se opusieron,no asistieran al consejo más importante del grupo en sus últimos veinte años y no firmasen las cuentas del último ejercicio. Vamos, que votaron en blanco.

Todo ello permitiendo que su mayor accionista, Esther Koplowitz, y sus socios de cabecera no pierdan el control de la compañía, ya que podrán mantener al menos hasta 2018 el 51% del capital. Es decir, seguirán mandando, aunque estén fiscalizados por la banca.

Porque no hay que olvidar que, al mismo tiempo, los mismos bancos han cosido un rescate de lujo a la medida para la propia Koplowitz y familia, que tenía también una deuda personal de 1.100 millones:

  1. En febrero de 2013, doña Esther comunicó a BBVA y Bankia, que estaba dispuesta a vender un 3,8% de FCC para pagar una letra que le había expirado. Es decir, estaba en defautl.
  2. La banca, que ya le había refinanciado en 2011, le dio de plazo hasta agosto para deshacerse de ese paquete y poder cobrar.
  3. Como a esa fecha las acciones de FCC estaban por los suelos y con la venta no cubría el pago de casi 80 millones, le dieron más tiempo. El que hiciera falta.
  4. Finalmente, la operación se produjo el 20 de diciembre, cuando la cotización de la constructora casi había duplicado su precio respecto al verano.
  5. Para cerrar el círculo, Paco González y José Ignacio Goirigolzarri le alargaron por segunda vez su deuda de 1.100 millones, una especie de alfombra roja porque la empresaria no tenía que hacer frente al principal hasta 2018 ni pagar ni los intereses hasta que FCC vuelva a pagar dividendos. Vamos, una refinanciación a la carta.

La pregunta es por qué las entidades financieras no han tratado con tanto cariño a cualquier otro empresario que también ha peleado durante su vida por montar y desarrollar un negocio. Cualquier pyme de cualquier región de España, como Murcia, donde han cerrado decenas de fábricas de muebles, algunas con marcas reconocidas, como Grant Ford, víctima de la ambición por crecer, por ampliar sus instalaciones en un momento inadecuado.

Queda la duda de si, como dice su Majestad, el de la memoria, todos somos iguales ante la ley y ahora ante la banca. Si lo de Too Big to Fail beneficia a los que no pagan y castiga a los que cumplen. Si cuando le debes 100 euros a una entidad tienes un problema y si le adeudas 1.000 millones, el problema es del prestamista. Si hay trato de favor y si el apellido sigue teniendo derecho de pernada en este país que huele demasiado a podrido.

Sean felices

Vaya por delante que siempre es una buena noticia que una compañía, sea la que sea, supere los problemas financieros que la mala gestión y los efectos de la crisis le han causado. Siempre hay que congratularse porque una empresa, especialmente las que tienen años de historia, sobrevivan. Ver a grupos como Fagor, Pescanova o Panrico agonizar da lástima, no solo por la desaparición de marcas reconocidas, sino por las miles de familias que se quedan sin trabajo por la ineficacia de sus administradores.

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