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Los inversores minoristas, vetados en el nuevo festín bursátil
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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Los inversores minoristas, vetados en el nuevo festín bursátil

Las campanas de las salidas a bolsa vuelven a doblar en los parqués españoles. Pero, por el momento, su sonido está vetado para los oídos de los particulares

Rentabilizar el trabajo y los ahorros que se consiguen con el esfuerzo del día a día está cada vez más difícil. Incluso se ha convertido en un arte solo apto para valientes que quieren obtener algo más del 1% que ofrecen los simpáticos directores de oficinas, que te empujan a pasar por el aro con argumentos infantiles, pero cargados de mucha malicia. Unos empleados muy disciplinados que exprimen al máximo el dinero de sus clientes obedeciendo fielmente las estrictas órdenes recibidas por los responsables territoriales del banco de turno. Una maquinaria perfecta.

No es necesario traer a colación las preferentes de infausto recuerdo para miles de pequeños inversores de Bankia, de CatalunyaCaixa, de Novagalicia, de Repsol y de Eroski, entre otras. Ni los bonos estructurados del Santander y otras entidades, de tan pésimo resultado para los suscriptores. Ni las numerosas colocaciones de acciones que, cuando los pies de barro de la bolsa se venían abajo a finales de 2007, se vendieron entre tanta abuelita y depositante ingenuo. Solo Iberdrola y Caixabank envenenaron a más de 600.000 particulares con aquellas ofertas públicas de venta de Renovables y Criteria. Después, a mediados de 2008, llegó la broma macabra de la CAM, que pilló a otros 50.000 inocentes de la zona de Alicante y Murcia.

Tras aquellos fracasos mayúsculos para los emisores y sustos de muerte para los que las compraron, ninguna compañía que ha salido a bolsa en España ha incluido un tramo reservado para inversores minoristas. Es cierto que ha habido muy pocas operaciones similares, la mayoría de ellas en el MAB, con la excepción de Amadeus, que volvió al mercado con un gran éxito a mediados del 2010.

Pero ahora, lo de ser empresa cotizada vuelve a ponerse de moda. La subida de las compañías comparables ha animado a las de sus respectivos sectores a salir a bolsa, ya sea para captar capital fresco con acciones nuevas o para vender títulos viejos y meterse unos buenos euros al bolsillo. Este año ya se han estrenado en el parqué tres sociedades y en cartera esperan al menos otras tantas. Empieza a oler a aquella etapa de finales de los noventa durante la cual llegaron a hacerse una media de trece colocaciones (Sol Meliá, Endesa, Adolfo Domínguez, Enagás, Red Eléctrica, Ferrovial, Terra, Telefónica Móviles, Prisa, etc…) por año. La mayoría de ellas tenían un tramo reservado a inversores particulares, muchos de los cuales ganaron un dinero que sirvió para dinamizar la economía.

Ninguna de las cuatro compañías que han salido o van a debutar en bolsa ha incluido un tramo reservado para los pequeños ahorradores, víctimas de unos bancos que apenas pagan por sus dineros

En 2014 han debutado las inmobiliarias Hispania y Lar y esta semana ha tenido el honor de tocar la campana eDreams Odigeo, una agencia de viajes online, que ha permitido a sus directivos dar un pelotazo de aúpa. A la vuelta de Semana Santa será el turno de Applus, también en manos de firmas de capital riesgo, que se apuntarán una plusvalía monumental. Con más o menos acierto, las dos socimis han llegado a subir casi un 10% en los días posteriores al debut, mientras que Odigeo, que pinchó el día de autos, ya vale un 11% más de a como se valoró para la ocasión.

La característica común a estas cuatro OPV es que todas van destinadas exclusivamente a inversores institucionales o profesionales. Ninguna permite que personas de a pie puedan comprar sus acciones durante el periodo de colocación para beneficiarse del potencial descuento con el que salen a mercado. La cuestión es por qué antes si se recurría al dinero de los pequeños ahorradores y ahora se les veta.

La respuesta no es fácil, porque todos se lavan las manos. Las empresas explican que se dejan aconsejar por los bancos de inversión que dirigen la OPV. Estas entidades dejan caer que, desde el robo a conciencia de Bankia, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) les sugiere –sinónimo de ordenar-  que no haya tramos minoristas para evitar nuevos atropellos. Insinuación que el supervisor niega con rotundidad, argumentando que no tiene potestad para obligar a ningún emisor a decirle a quién le vende sus acciones. Una verdad a medias porque siempre la tuvo y la ejerció cuando lo estimó oportuno.

El voraz apetito de los grandes fondos institucionales por comprar acciones de España ha provocado que ninguna OPV permita el acceso a los inversores particulares, con la anuencia de una CNMV que no quiere más líos como el de Bankia

Lo más próximo a lo cierto es que los grandes fondos de inversión y de pensiones están con los bolsillos a rebosar dispuestos a invertirlos en España. Hasta el verano pasado no querían saber nada de empresas con sede en la Península Ibérica, y ahora piensan que se están perdiendo la fiesta de la recuperación macroeconómica. La prueba evidente es que se coloca cualquier papel en cuestión de horas, como ha pasado esta semana con Iberdrola y Mediaset, y meses atrás con Bankia, NH Hoteles y Almirall. Lo mismo pasa con los bonos convertibles en acciones de empresas como Acciona o la propia Iberdrola o los CoCos que lanzaron BBVA y Santander.

Con tanta pasta de inversores institucionales deseando tomar posiciones en el Ibex, ¿para qué molestarse en hacer una colocación entre minoristas que duran dos semanas, con el riesgo que supone estar quince días sometidos a la volatilidad del mercado y a las exigencias de la CNMV, que se vuelve muy celosa –o debería- cuando tiene que velar por los intereses de los particulares?

No les falta razón a los bancos de inversión ni a las empresas. Pero esa visión es muy cortoplacista porque los institucionales, cuando se han saciado o están muy expuestos a un país, suelen irse con sus carteras a otra parte. Y las compañías que tienen la intención de salir a cotizar en los próximos meses tendrán que recurrir tarde o temprano al dinero de los pequeños ahorradores. Será el momento de volver a estrujar a los incautos –ya sabes aquello de cuando el taxista le habla de bolsa…-, que son presa una vez más de la avaricia de los bancos comerciales.

Unas entidades que han conseguido que el Banco de España limite por Real Decreto las rentabilidades de los depósitos tradicionales para que hasta el más conservador no tenga más remedio que poner su dinero en unos fondos de inversión con más trampa que cartón y unas comisiones excesivas.

Sean felices y temerosos de su amable director de sucursal. Pronto volverá a por usted

Rentabilizar el trabajo y los ahorros que se consiguen con el esfuerzo del día a día está cada vez más difícil. Incluso se ha convertido en un arte solo apto para valientes que quieren obtener algo más del 1% que ofrecen los simpáticos directores de oficinas, que te empujan a pasar por el aro con argumentos infantiles, pero cargados de mucha malicia. Unos empleados muy disciplinados que exprimen al máximo el dinero de sus clientes obedeciendo fielmente las estrictas órdenes recibidas por los responsables territoriales del banco de turno. Una maquinaria perfecta.

Inversores Oferta Pública de Venta (OPV) CNMV