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El Tourmalet financiero de Rajoy: dos curvas de 6.000 millones
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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El Tourmalet financiero de Rajoy: dos curvas de 6.000 millones

El Gobierno se las prometía muy felices en este plácido verano otoñal. Una vez superado el shock de las elecciones europeas, con el anuncio mediante la

El Gobierno se las prometía muy felices en este plácido verano otoñal. Una vez superado el shock de las elecciones europeas, con el anuncio mediante la fanfarria oficial de una batería de medidas de maquillaje –supuesta bajada de impuestos, planes de fomento de vaya usted a saber qué, etc.-, edulcoradasconunos datos de empleo precario nunca vistos, Rajoy y sus muchachos pensaban irse de vacaciones más tranquilos que un ocho. Por primera vez desde que aterrizó en Moncloa a finales de 2011, el gallego creía que iba a ver el Tour de Francia tranquilo, puro en boca, al fresquito de la brisa de las Rias Baixas.

Pero heaquí que julio va a ser más movido de que lo que habían planeado. Y es que este país aún tiene grandes rotos que remendar. El Ejecutivo del PP se enfrenta a dos decisiones de impacto inmediato sobre el bolsillo del Estado y, en consecuencia, de todos los que sostenemosla Causa Común. Ambas coinciden en la fecha, 18 de julio, día del Alzamiento Nacional, de gloria para algunos y de infausto recuerdo para otros en pleno debate sobre monarquía o república. Ese día toca adoptar un veredicto sobre el futuro de CatalunyaCaixa y sobre las quebradas autopistas trazadas por las principales constructoras para beneficio propio,que ahora tocará pagar entre todos como buenos españoles.

El asunto no es una cuestión menor porque el Gobierno ya ha inyectado 12.056 millones en CatalunyaCaixa sin que haya servido para casi nada. Y no es que Guindos no haya intentado dar el pase al bicho por cualquiera de los modos posibles. Lo intentó sin éxito en el verano de 2012 y después en febrero de 2013. Este año ha troceado el engendro en varios filetes para facilitar su digestión. Primero trató de vender la red de oficinas fuera de Cataluña. Al mismo tiempo extrajo una cartera de préstamos hipotecarios de 6.500 millones con el fin de recuperar al menos el 80% del valor. Había que maquillar al enfermo para que tuviera mejor cara de cara a la subasta final.

Lo de las autopistas no tiene mejor cara. Todas y cada una de las autovías de peaje que se construyeron en los años del boom de Aznar y Zapatero está oficialmente en suspensión de pagos. Un boquete de 4.500 millones del que nadie se quiere hacer responsable. Ni los operadores, los Ferrovial, ACS, Sacyr, Abertis,Isolux y OHL de turno; ni la banca, que financió la fiesta; ni el Gobierno que, en un acto que debería haber llevado a juicio a algún ministro por despilfarro, aceptó hacerse cargo de la broma macabra.

En resumen, un Tourmalet de 6.000 millones de euros para un Rajoy al que se le avecinan más curvas que las míticas del Alpe d´Huez. Destinar más dinero al rescate de las grandes corporaciones nacionales no es muy defendible en un ambiente tan caldeado socialmente hablando, mientras los desahucios siguen creciendo y la gente, pese al boom de la industria de los bares, tiene cada vez más problemas para pagar la hipoteca. De hecho, la mora de los particulares ha alcanzado cotas históricas en marzo.

Habrá que estar atentos porque en la Moncloa deben estar preparando el celofán para vendernos un caramelo envenenado de difícil digestión. Ya se sabe que en verano los músculos se dilatan y todo entra más fácil.

Sean felices.

El Gobierno se las prometía muy felices en este plácido verano otoñal. Una vez superado el shock de las elecciones europeas, con el anuncio mediante la fanfarria oficial de una batería de medidas de maquillaje –supuesta bajada de impuestos, planes de fomento de vaya usted a saber qué, etc.-, edulcoradasconunos datos de empleo precario nunca vistos, Rajoy y sus muchachos pensaban irse de vacaciones más tranquilos que un ocho. Por primera vez desde que aterrizó en Moncloa a finales de 2011, el gallego creía que iba a ver el Tour de Francia tranquilo, puro en boca, al fresquito de la brisa de las Rias Baixas.

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