A Corazón Abierto
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Expectación navideña en el Banco Santander por el último aguinaldo de Ana Botín
De todos los cambios en las cúpulas directivas que se han decretado este año, sin duda, el más relevante ha sido el nombramiento de Ana Patricia
De todos los cambios en las cúpulas directivas que se han decretado este año, sin duda, el más relevante ha sido el nombramiento de Ana Patricia Botín como presidenta del Banco Santander. Ninguno de los secundarios consejeros delegados de Repsol, Iberdrola, Caixabank y similares ha generado tanto impacto como la ascensión al imperio bancario de la hija predilecta de don Emilio.
Sus pocos más de tres meses de ejercicio no han decepcionado a nadie. Desde el pasado 10 de septiembre, la nueva Ana Botín le ha dado la vuelta a gran parte de la cúpula directiva de la entidad y a parte del consejo de administración. Ha renovado y retocado a los responsables de las áreas más importantes en un grupo con una dimensión mundial, que es auditado, no solo por el Banco de España, sino también por el Banco Central Europeo, por el Banco de Inglaterra y por la Reserva Federal de Estados Unidos, que le ha cogido la matricula.
Conocidos son los cambios en las jefaturas de los departamentos de auditoría (Jorge Maortua), riesgos (José María Nus), intervención (José Manuel Tejón), dirección financiera (Javier García Cantera) y banca de inversión (Jacques Ripoll), amén del relevo de la mano derecha del padre –Javier Marín-, despachado como consejero delegado en un santiaména favor de José Antonio Álvarez. También son públicos los agradecimientos por los servicios prestados a Fernando de Asúa y a Abel Matutes en un consejo de administración donde ejercieron el besamanos con fidelidad.
Porque en lo que el cenáculo del banco coincide es que el zarandeo del árbol todavía no ha acabado. En la zona noble de la entidad todavía quedan personas muy afines al padre, profesionales que durante años han hecho un excelente trabajo para posicionar la llama roja como uno de los mayores bancos del continente. Ejecutivos que, sin embargo, han sido señalados como de otra etapa anterior, que no forman parte de la guardia de corps de Ana Botín.
Dicen los más benevolentes que sería de muy mal gusto despedir a alguno de estos directivos de toda la vida por Navidad, que cualquier reestructuración de calado ya quedará para el primer consejo de 2015, con el objetivo de llevar el banco aseado de cara a la próxima junta general de accionistas. Un acto en el que la institución deberá repartir una octavilla con la alineación titular porque, al ritmo que lleva la presidenta, los inversores apenas van a conocer a los nuevos jugadores. Nadie la pueda criticar de no ser ejecutiva. Todo lo contrario, ejecutar, ejecuta.
Nos enteraremos en cuestión de días, antes de que Ana Botín se vaya a Gstaad, “este rincón de los Alpessuizosdonde se reúnen las grandes fortunas de todo el mundo” (según descripción de Vanity Fair), a celebrar la Nochevieja con los Abelló, Cortina, Prado, Aristraín, March o Rodés de turno. No se sabe si aparece por allí Eduardo Zaplana, el ex del PP convertido a asesor de Telefónica sobre el que César Alierta ha encargado un seguimiento por dedicarle mucho tiempo a uno de los enemigos mediáticos del presidente aragonés.Como ven, 2015 se presenta entretenido.
Sean felices.Fue un placer compartir este rincón. Gracias de verdad por las críticas recibidas.
De todos los cambios en las cúpulas directivas que se han decretado este año, sin duda, el más relevante ha sido el nombramiento de Ana Patricia Botín como presidenta del Banco Santander. Ninguno de los secundarios consejeros delegados de Repsol, Iberdrola, Caixabank y similares ha generado tanto impacto como la ascensión al imperio bancario de la hija predilecta de don Emilio.