Apuntes de Enerconomía
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Ese juego de probabilidades llamado previsión meteorológica
El Instituto Tecnológico de Massachusetts, popularmente conocido como MIT, es probablemente la mejor universidad técnica del mundo. Como ya comentamos en uno de los primeros artículos,
El Instituto Tecnológico de Massachusetts, popularmente conocido como MIT, es probablemente la mejor universidad técnica del mundo. Como ya comentamos en uno de los primeros artículos, el clima es una de las cosas más difíciles de predecir y de hecho, la ciencia sigue casi en mantillas en esta disciplina. Lo máximo que se puede hacer es, mediante el uso intensivo de superordenadores, adjudicar probabilidades a diferentes escenarios sin poder garantizar en ningún momento cuál se cumplirá, ni siquiera si se cumplirá.
El grupo de investigación del clima del MIT se ha metido en faena y ha publicado los resultados de los estudios que cuantifican el aumento de las temperaturas medias del planeta en el año 2100 de una manera muy gráfica e intuitiva:
El ángulo de cada porción de queso son probabilidades, siendo los 360 grados del disco completo la certeza absoluta, el 100% de probabilidades.
El disco de la izquierda muestra la previsión de incremento de las temperaturas medias, si no se toman medidas paliativas, para la próxima centuria. El de la derecha son los mismos pronósticos si se toman fuertes medidas.
Lo que viene a decir el disco de la izquierda es que para el año 2100, al ritmo que vamos, la temperatura media del planeta en la superficie podría aumentar, con una probabilidad del 90%, entre 3,5 ºC y más de 7,4 ºC, con una mediana de 5,2 ºC. Los mismos modelos pronosticaban un incremento de 2,4 ºC en el año 2003.
El disco de la derecha muestra cómo, tomando medidas adecuadas, el grupo del MIT asigna un 100 % de probabilidades a que la temperatura media aumentará entre 1ºC y 4ºC. Es decir, que incluso haciendo algo, las temperaturas medias irremediablemente aumentarán al menos 1ºC, que podrían llegar a ser hasta 4ºC, adjudicando las mayores probabilidades a que la temperatura se incremente entre 2,0 y 2,5 ºC.
Lo que en definitiva se desprende de esta información es que si seguimos por el mismo camino la temperatura aumentará de forma muy brusca –cien años en tiempos geológicos o climáticos no es nada- o de forma algo más suave. Pero aumentará. El modelo del MIT no asigna ninguna probabilidad a un incremento cero de las temperaturas.
Y eso es todo lo que, de momento, se puede decir. No es mucho. Y podrían estar equivocados. Hasta finales de siglo no lo sabremos. ¿Cuál es su fiabilidad? Yo no lo sé. No conozco sus modelos, sus premisas, ni como se han realizado los cálculos, con lo que no puedo opinar. Es tan solo una información proporcionada por una institución que ha dado al Mundo 73 Premios Nobel, casi tantos como los que por aquí pontifican. La he escogido porque sus investigaciones suelen ser de lo más riguroso que se puede encontrar, aunque eso no implique necesariamente que vayan a ser infalibles.
Cada vez que uno lee un informe o una información relevante debería tomar algunas medidas de higiene intelectual como preguntarse: ¿Quién lo paga? ¿Es su información realmente rigurosa y sigue algún método científico, o está sesgada? ¿Cuáles son los intereses de sus autores? ¿Es realmente independiente en la medida de que en este mundo complejo tal cosa exista?
Veamos nuestro caso. Adjunto un enlacee con los patrocinadores del grupo de investigación en cuestión. Como pueden ver, es una lista de lo que muchos consideran cocos del sector energético; un supuesto oscuro contubernio que incluye buena parte de las mayores compañías del mundo. Incluye alguna conocida empresa española, varios organismos del gobierno americano –como la NASA- e incluso del noruego. ¿No es de extrañar que haya empresas que por un lado defiendan una postura, y por otro financien investigaciones que mantienen lo contrario?
Como hasta el año 2100 no sabremos el resultado, lo único que podemos sugerir es que su pronóstico habría que tomarlo muy en cuenta aún a riesgo de que se equivoquen. Si las conclusiones no le convencen tengan en cuenta al menos unos comentarios que, si se ponen en práctica, mejorarían nuestro planeta, y de paso nos inclinarían hacia el disco de la derecha: reduzcamos la contaminación y mejoremos nuestra forma de vida. Hagamos un uso más juicioso de los escasos recursos. Dejemos de destrozar hábitats y ecosistemas, la costa, esa obsesión maníaco-depresiva por el ladrillo y la urbanización salvaje. Antes o después la energía dejará de ser barata y casi gratis: racionalicemos. Se puede, y mucho. El agua y los alimentos no estarán garantizados; hoy en día ni siquiera lo están para más de 1.000 millones de personas pero, como no consumen, son transparentes para nuestra sociedad. Y, finalmente, la población: ¿llegará un momento en que todos no quepamos? ¿Alcanzaremos el bienestar general que reduciría la natalidad según predicen muchos, como habitualmente ocurre en los países desarrollados? ¿O vendrá la gripe Z que nos mandará a la mitad de la población al otro barrio? En definitiva, si no cambiamos la manera de hacer las cosas, las desigualdades y los conflictos aumentarán. ¿Demasiados desafíos juntos para tan poco político sensato y cabal?
Absolutismo y ciencia no suelen tener buen encaje. Ya lo dijo D. Ramón de Campoamor:
“En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira
todo es según el color
del cristal con que se mira”
Por esta razón, cuando alguien realiza afirmaciones rotundas sobre casi cualquier tema, a mí me surge la desconfianza. Y más si es algo referente al clima. Lo único que podemos hacer hoy por hoy, humildemente, es asignar probabilidades a diferentes escenarios, lo cual no es mucho. Aunque esos escenarios, según alguna de las instituciones científicas más prestigiosas, no inviten precisamente al optimismo.
Nota: a partir de hoy nos vemos los martes. Disculpen el no preaviso.
El Instituto Tecnológico de Massachusetts, popularmente conocido como MIT, es probablemente la mejor universidad técnica del mundo. Como ya comentamos en uno de los primeros artículos, el clima es una de las cosas más difíciles de predecir y de hecho, la ciencia sigue casi en mantillas en esta disciplina. Lo máximo que se puede hacer es, mediante el uso intensivo de superordenadores, adjudicar probabilidades a diferentes escenarios sin poder garantizar en ningún momento cuál se cumplirá, ni siquiera si se cumplirá.