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Cómo ahorrar un 10% de la factura energética y además crear empleo
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Cómo ahorrar un 10% de la factura energética y además crear empleo

El movimiento se demuestra andando, dice el saber popular. Hoy intentaremos contribuir con nuestro granito de arena a los planteamientos de la semana pasada: una propuesta

El movimiento se demuestra andando, dice el saber popular. Hoy intentaremos contribuir con nuestro granito de arena a los planteamientos de la semana pasada: una propuesta para hacer de nuestras ciudades lugares un poco más habitables y de paso crear empleo, aliviar la dependencia energética y reducir la contaminación y las emisiones. Una modesta cuadratura del círculo.

Un sistema más viejo que la pana…

Pretendemos únicamente mostrar como con alguna inversión, gracias al calor de la tierra, llamémosle energía geotérmica de baja entalpía, podemos reducir de manera importante nuestra dependencia energética, las emisiones y la contaminación, a la vez que creamos empleo. Mostrar como muchos pequeños granos de arena forman una playa. Por una vez sin letra pequeña ni contraindicaciones, más que las derivadas de perforar algunos agujeros durante su instalación, esta vez por una buena causa.

El principio es muy simple, en teoría, aunque hay mucha tecnología, imaginación  y buen saber hacer detrás. A unos 30 metros de profundidad, la tierra que está debajo de nuestros pies tiene una temperatura muy estable durante todo el año, de unos 15 ºC. Como en cualquier bodega de vino centenaria de cualquier pueblo de la sufrida Castilla, excavada bajo la era durante los largos inviernos en que la televisión ni siquiera existía. Si en vez de que nuestro sistema de climatización –las habituales bombas de calor- tome aire en verano a 35ºC, por ejemplo, para conseguir una temperatura estable de 22ºC en el interior de un edificio, lo tenemos durante todo el año disponible a 15ºC, podremos reducir la factura de la climatización y del agua caliente de cualquier edificio entre un 40% y un 60% -e incluso más- en función de la climatología y de la instalación. Y si en invierno, en vez de tenernos que calentar desde digamos 8ºC del exterior hasta los mismos 22ºC que deseamos en el interior de casa, únicamente necesitamos incrementar la temperatura del foco frío desde los 15ºC que nos proporciona la madre tierra, el ahorro de energía es considerable.

…con la utilización de tecnologías existentes…

No hay más que utilizar la tecnología existente de una forma imaginativa, las llamadas bombas de calor geotérmicas, que utilizan los mismos principios físicos que los sistemas de aire acondicionado tradicionales. Los sistemas de bomba de calor de nuestros aparatos caseros no calientan ni enfrían. Tan solo “mueven” el calor, siguiendo el segundo principio de la termodinámica. Su rendimiento es mayor que la unidad –los milagros a veces existen-. Y por eso, como sistema de calefacción, son más eficientes energéticamente que las habituales calderas de combustible líquido o de gas. El coste es otra cosa.

La bomba de calor geotérmica es solo ligeramente más cara, alrededor de un 20% para la misma potencia que la tradicional. La principal diferencia está en foco del que tomamos el calor que pretendemos mover – llamémosle incorrectamente el sistema de aspiración- que mientras en los aparatos de siempre es el aire exterior que intercambia su calor con el circuito del compresor a la temperatura ambiente que haya en ese momento, en nuestro milagroso sistema es la tierra a 15ºC la que intercambia su calor mediante un emparrillado de tuberías enterradas por las que circula líquido. La parrilla, que puede tener diferentes configuraciones, se entierra a profundidades variables que pueden oscilar entre los 5 y los 30 metros e incluso más. La mayor partida del coste proviene de la instalación de esa red de tuberías subterráneas, más caras en edificios ya construidos que durante su construcción. Se muestra gráficamente en este enlace del que he tomado el dibujo

 

Con el mismo sistema podemos igualmente obtener agua caliente sanitaria a la temperatura deseada. Pero ahora el ahorro puede ser mayor porque además tenemos el aire exterior a 35ºC que nos permite calentar el agua con menor gradiente de temperatura en verano. Y, para rizar el rizo, se pueden utilizar sistemas de energía solar térmica que “calienten” adicionalmente el foco frío que alimenta la bomba de calor geotérmica e incrementen su eficacia, aunque en algunos casos puede complicar en exceso la instalación.

…de aplicación generalizada en edificios…

Aunque se pueden instalar en cualquier edificio, son especialmente rentables, y el ahorro es mayor, en lugares con necesidades energéticas intensivas y continuas, como pueden ser hospitales, hoteles, edificios públicos y de oficinas o mastodónticos centros comerciales, ahora demenciales y antiecológicos, pero también en grandes bloques de pisos y urbanizaciones.

Ventajas adicionales son la desaparición de las ruidosas torres de refrigeración y de la legionelosis que a veces pueden provocar. También se eliminan los antiestéticos aparatos de aire acondicionado que afean las fachadas, ya que la instalación puede ser totalmente interior. Y si se utiliza como sistema único de climatización, incluyendo calefacción en invierno, el suministro eléctrico puede sustituir las calderas de gas-oil y de gas y por tanto reducir notablemente la contaminación en las ciudades.

…con resultados que podrían ser espectaculares…

Teniendo en cuenta que los edificios suponen alrededor de una cuarta parte del consumo energético total y de sus emisiones en España, suponiendo una reducción del 40 % de esa cantidad, el ahorro energético neto y en contaminación podría ser de un 10 % de las necesidades de España con las emisiones de CO2 correspondientes.

…y encima crear empleo

Desgraciadamente, durante los años de la burbuja inmobiliaria no se han instalado apenas en España –sí en países como Alemania o Francia, EE.UU. e incluso China- esta clase de sistemas geotérmicos de climatización, con lo que aparte de rubricar nuestro reconocido interés por el medio ambiente y nuestro tan cacareado papel de líderes, nos abre un nicho de empleo interesante, ahora que tanto lo necesitamos. Si pagamos hoy sueldos a los trabajadores de instaladores y fabricantes, nos ahorraremos durante los próximos años muchas divisas en petróleo y gas que no necesitaremos quemar, a la vez que se contribuirá a reducir las emisiones y la contaminación y de paso a mejorar la balanza exterior. Y unas instalaciones bien diseñadas y bien ejecutadas –chapuzas, abstenerse- pueden durar muchos decenios con lo que, una vez amortizadas, seguirán reduciendo gratis la factura energética. Una buena inversión sostenible hoy para un mañana mejor.

Pero claro, estamos donde estamos

¿Se imaginan ustedes que el infausto plan E -8.000 millones de euros tirados a la basura-  se hubiese utilizado en iniciativas e inversiones de este tipo en vez de cambiar tantas aceras, inútilmente, de sitio? Si España tuviese algún plan de economía sostenible debería, aparte de perogrulladas varias, marcar objetivos claros y cuantificarlos; sensatos y razonables; ambiciosos pero alcanzables; rentables a la vez que generadores de empleo. Poniendo el cerebro a trabajar y dejando la demagogia para las cacatúas. Escuchar a los que de verdad saben en vez de a tanto grupo o individuo arcaicamente ideologizado o de mente congelada, incapaz de mirar al futuro sin cadenas mentales; casi siempre beneficiario del pesebre público o de oscuros intereses privados.  Y hoy ya me he alargado demasiado.

El movimiento se demuestra andando, dice el saber popular. Hoy intentaremos contribuir con nuestro granito de arena a los planteamientos de la semana pasada: una propuesta para hacer de nuestras ciudades lugares un poco más habitables y de paso crear empleo, aliviar la dependencia energética y reducir la contaminación y las emisiones. Una modesta cuadratura del círculo.