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Los hermanos Marx y el anteproyecto de ley de economía sostenible
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Los hermanos Marx y el anteproyecto de ley de economía sostenible

¿Qué pintan los hermanos Marx en este fregado? Creo que cuando terminen de leer el artículo de hoy lo deducirán ustedes mismos. Define el diccionario de

¿Qué pintan los hermanos Marx en este fregado? Creo que cuando terminen de leer el artículo de hoy lo deducirán ustedes mismos. Define el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), en su avance de la vigésima tercera edición, la palabra sostenible como sigue:

1. adj. Dicho de un proceso: Que puede mantenerse por sí mismo, como lo hace, p. ej., un desarrollo económico sin ayuda exterior ni merma de los recursos existentes.

Asimismo define desarrollo sostenible de la siguiente manera:

1. m. desarrollo económico que, cubriendo las necesidades del presente, preserva la posibilidad de que las generaciones futuras satisfagan las suyas.

Como uno no es nadie para enmendar a los sabios, nos atendremos a las definiciones propuestas por nuestros académicos para desarrollar el post (palabreja que no está en el diccionario de la RAE, vaya por Dios) de hoy. Según estas definiciones, una ley de economía sostenible que quiera considerarse tal deberá tomar las medidas necesarias cuyo fin último sea conseguir un desarrollo económico que, cubriendo las necesidades del presente, preserva la posibilidad de que las generaciones futuras satisfagan las suyas.

Algo muy loable porque vivimos en un planeta finito con recursos limitados en el que estamos empeñados en crecer económicamente de manera indefinida e ilimitada. Parece pues que, sin leyes ni medidas que fomenten el desarrollo sostenible, según la definición de los extremistas de la RAE, será algo harto improbable de conseguir. Esta ley entra pues de lleno en los asuntos de nuestro negociado, esta humilde columna que todas las semanas pretende contarles algo referente a energía, medio ambiente y desarrollo sostenible. Y como la pela es la pela, hablar de economía sostenible sin que el grueso de las medidas esté ligado a estos temas es hablar de las flores y las plantas y de lo bonito que está el campo en primavera. ¿Habrá conseguido nuestro amado y nunca bien ponderado líder carismático y providencial, tal como prometió, un buen anteproyecto de ley de economía sostenible exigente y progresista, ecuánime y justo, como nos tiene acostumbrados? ¿Serán las tan esperadas propuestas revolucionarias, de gran calado e intelectualmente profundas, tal como todos esperamos? Veámoslo.

Que dice el anteproyecto de ley de economía sostenible

Está estructurado el anteproyecto en cuatro partes. La primera y la segunda parte, titulados respectivamente mejora del entorno económico y competitividad no dicen nada relacionado con el concepto de sostenibilidad. Son tan solo un refrito que es una pena no podamos diseccionar aquí porque es muy sabroso y picante por la cantidad de cosas divertidas que cuenta, de enunciados huecos y de brindis al Sol. Tan solo les comento unos apuntes que llegan al alma; frases que nos adelantan el nivelazo del texto como que “Los distintos organismos deberán coordinarse con la Comisión Nacional de Competencia”. ¿Hace falta decir semejante idiotez en una ley? ¿Para que pagan a sus miembros, entre otras cosas? También “Obliga a las sociedades cotizadas a poner a disposición de los accionistas un informe sobre remuneraciones y a votarlo en la Junta General, así como el detalle de las retribuciones individuales de cada uno de los consejeros”. Ya era hora, aunque no tenga nada que ver con la economía sostenible. Habla de la ”sostenibilidad financiera en las Administraciones Públicas” algo muy oportuno cuando las Administraciones públicas están gastando el doble de lo que ingresan y vamos camino de la quiebra-país. El problema es que cuando uno sigue leyendo llega a la conclusión de que el gasto en las diferentes administraciones se realiza mediante la teoría del caos y su control, en la práctica, no existe. En el apartado de la competitividad promueve acciones tan graciosas como la simplificación administrativa o la reducción de plazos para la creación de empresas, cosas que desde pequeñito llevo oyendo. Y con tanta taifa celosa de sus competencias y de su mercadito diferente al mercadito del vecino, para remarcar las diferencias nacionales insalvables que los separan, los requerimientos y trámites de todo tipo son ahora más engorrosos, redundantes y absurdos que nunca. Y como las taifas no se tocan… En fin, que tendríamos para pasar todo el día. De momento, ni pizca de sostenibilidad. Llegamos a la tercera parte y, albricias, parece que ya entramos en materia.

“Sostenibilidad medioambiental"

En este contexto, se fija el objetivo nacional de una reducción de un 20 por 100 de las emisiones de gases de efecto invernadero y de un consumo del 20 por 100 de energías renovables sobre el total de consumo de energía bruto, para el año 2020, que se conseguirá con al menos un 10 por 100 de consumo de energías renovables en el consumo del sector transporte.

1.- Reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. El objetivo central en este ámbito es fomentar la reducción de estas emisiones e incrementar la transparencia de información de responsabilidad medioambiental de las empresas.

Se creará un “sello” que certifique la reducción de emisiones, que conferirá un valor adicional a las tecnologías de baja intensidad de carbono, al tiempo que aumentará la transparencia de la información sobre responsabilidad medioambiental de las empresas.”

Los objetivos son europeos y están por desarrollar. Del “sello” podrían salir cosas interesantes o nada, todo depende del rigor y la hipocresía con que se desarrolle y se aplique. Pero con los antecedentes, nos podemos imaginar los resultados, nos hemos vuelto gente de poca fe.

“Se crea un fondo público para la compra de créditos de carbono. Las reducciones certificadas de emisiones y las unidades de reducción de emisiones adquiridas por el fondo se constituirán en activos del Estado y podrán enajenarse, en particular si resultan innecesarias para atender los compromisos de reducción de España en el marco del Protocolo de Kioto, permitiendo la autofinanciación del fondo.”

Esto sería innecesario si el Gobierno español que negoció Kioto no lo hubiera hecho de una manera tan irresponsable como lo hizo y que tanto dinero nos está costando.

“2.- Transporte y movilidad sostenible.

Se crea la Mesa de Movilidad Sostenible como órgano consultivo, asesor y de cooperación de todos los agentes vinculados a la movilidad. Sus principales funciones serán coordinar las actuaciones de las distintas Administraciones Públicas, evaluar las acciones puestas en marcha e informar sobre los proyectos normativos que afecten a la movilidad.”

Me imagino que será para aplicar el saber popular que dice que si quieres que algo no salga adelante o se eternice, crea una comisión.

“Se fomenta la elaboración de Planes de Movilidad Sostenible, condicionando la percepción de subvenciones estatales al transporte a la puesta en marcha de planes coherentes con la Estrategia Española de Movilidad Sostenible.”

Y más dinero de todos para gastar, que parece que nos sobra. Pero no dice en qué consisten tales planes ni como se va a repartir el maná, nos imaginamos que entre los acólitos de siempre, para variar.

“Se impulsa el desarrollo de planes de transporte de empresas para incentivar el uso del transporte público colectivo y el fomento de la movilidad sostenible de los trabajadores.”

De momento, la única movilidad sostenible es ir andando o como mucho en bicicleta o patinete. A partir de ahí, toda movilidad es hoy por hoy insostenible porque utiliza energías fósiles, aunque sea una verdad incómoda de escuchar.

“Promoción del transporte por carretera limpio, aplicando normas específicas para la compra de vehículos limpios y energéticamente eficientes por parte de las Administraciones Públicas.”

Me imagino se referirá a que van a subvencionar túneles de lavado porque vehículos limpios ni siquiera los de tracción animal lo son. Los hay sucios o menos sucios, pero sucios al fin y al cabo. Es otra verdad incómoda. Debería la ley por empezar definiendo su concepto de vehículo limpio y energéticamente eficiente. No dice tampoco nada concreto del transporte intermodal ni del fomento de la eficiencia energética en el transporte.

“Impulso al vehículo eléctrico”.

Vale. Y las baterías, ¿qué? ¿Y la ecológica electricidad con que se van a alimentar? ¿Y las pérdidas? ¿Y la red? ¿Y el coste? ¿Y cuando no hay viento? ¿Y…?

“Adaptación de las líneas de la red básica para transporte de mercancías por ferrocarril con el fin de posibilitar la circulación de trenes de mercancías de, al menos, 750 metros de longitud y potenciar las conexiones viarias y ferroviarias con los puertos de interés general.”

Tenemos el mejor tren de alta velocidad con el transporte por ferrocarril más tercemundista e ineficiente. Pura coherencia. ¿Y se acuerdan ahora? ¿No podíamos haber puesto los bueyes delante del carro?

“Se modifica la normativa vigente del transporte interurbano regular colectivo de viajeros (autobuses), con el fin de facilitar la entrada de nuevos operadores al sector.”

¿Y si se la cargan directamente obligando únicamente a que los autobuses cumplan, eso sí, toda la normativa de seguridad como único requisito? ¿Hace falta mucho más? ¿Cuántos años llevamos oyendo esto?

“3.- Ahorro y eficiencia energética. Se establecen los principios de la política energética: garantía de la seguridad del suministro, la eficiencia económica y el respeto al medio ambiente.”

Me imagino que se habrán herniado para establecer estos tres principios. ¿Qué lugar ocupa el carbón ecológico y sostenible de Rodiezmo en todo esto?

“Para la Administración General del Estado y organismos públicos vinculados se adelanta al año 2016 el objetivo de ahorro energético del 20 por 100 con relación al año 2005. Dentro de los programas que se aprueben, se establecerán requisitos mínimos de calificación energética de los edificios y vehículos que integran el patrimonio de las Administraciones Públicas.”

Unos planes de calificación energética –y medioambiental- diseñados con una metodología rigurosa serían buenos para fomentar el ahorro energético si viniesen acompañados de medidas que marginasen a aquellos menos eficientes y promoviesen su reconversión, como con sistemas geológicos de baja entalpía, mejores aislamientos u otros. Y no solo en la Administración Pública.

“Compromiso de elaboración de una planificación integral del sistema eléctrico, con el fin de asegurar la sostenibilidad económica, energética y medioambiental del mercado eléctrico. Esta planificación desarrollará, entre otros, los siguientes principios: maximización de la participación de las energías renovables en la cesta de generación eléctrica, reducción de la participación de las energías con mayor potencial de emisiones de CO2, y garantía de la seguridad de suministro y estabilidad de la red.”

Esto la mayoría de los buenos profesionales ya se lo saben de memoria. El problema es que el Gobierno no quiere escuchar verdades incómodas. Tan solo que los milagros son posibles y que la ley de Ohm no rige para el Sr. Rodríguez.

“Se establece la Conferencia Sectorial de Energía como órgano de coordinación entre el Estado y las Comunidades Autónomas en materia de preparación, desarrollo y aplicación de la planificación estatal sobre energía.”

Otra prometedora comisión. Y van dos. Más burócratas haciendo que hacen.

“Se establece la vida útil de cuarenta años para las centrales nucleares. El Gobierno remitirá una ley para actualizar el régimen de responsabilidad civil nuclear.”

De esto ya hablamos hace unos meses. Esta medida convierte a la economía española en algo todavía más insostenible, con permiso de los ecologistas.

“4.- Rehabilitación y vivienda.

Impulso a la renovación y rehabilitación de núcleos urbanos.

Reforma en la Ley hipotecaria, en relación con la regulación del crédito refaccionario.

El objetivo es que este tipo de créditos puedan utilizarse para la financiación de obras de rehabilitación contando con sistemas de garantía similares a los de la hipoteca, frente a la que ofrecen la ventaja de una tramitación más simple, ya que permite la firma electrónica y no requiere de escritura pública.”

Desgraciadamente, durante los últimos decenios se han derribado demasiados edificios antiguos maravillosos que, convenientemente puestos al día, hubiesen sido bastante más eficientes, desde el punto de vista energético y medioambiental que los edificios que los han sustituidos, sin entrar en la cuestión estética que tanto ha afeado nuestras ciudades.

Hasta aquí las medidas relacionadas con la sostenibilidad medioambiental. Frases hechas, la mayoría de ellas huecas; poca iniciativa; alguna buena intención sin concretar. En definitiva, prácticamente nada. La última parte son las medidas fiscales. Alguna parece que está hecha con sorna como la titulada “Más impulso a la I+D+I… aumentando las deducción en el impuesto de Sociedades”. ¿Para qué querrán deducciones fiscales las cientos de pequeñas empresas, que son las que mejor I+D+I crean, que ya han cerrado o están a punto de hacerlo gracias al tijeretazo de los fondos de investigación del Gobierno? ¿No se podría haber dedicado el Plan E a ellos, que son los únicos que pueden hacer algo sostenible con la vista puesta en el futuro y en la creación de empleo, en vez de haber cambiado tantas aceras, de forma tan insostenible, de sitio? Parece que encima de cornudos, apaleados están siendo los pocos que podían intentar sacar adelante este país. Se menciona después el “Mantenimiento de la deducción medioambiental” de dudosa eficacia. Una verdadera ley de economía sostenible digna de tal nombre debería poner la vista en el dinero y elaborar una política fiscal totalmente nueva y valiente que promoviese la eficiencia energética y la reducción de emisiones y contaminación, así como innovaciones contables, entre otras muchas cosas. Para qué coño (con perdón) sirven sino sus expertos y asesores. Además de otras medidas que no tienen nada que ver con el concepto de sostenibilidad, se prometen algunas desgravaciones, escasas, para fomentar la eficiencia energética y facilitar la movilidad a discapacitados, algo siempre de agradecer. Finalmente, “se establece la exención en el IRPF del cheque-transporte hasta un máximo anual de 1.500 euros.”

Conclusiones

Vemos que sostenibilidad, tal como lo define la RAE, hay poca y demasiado vaga en este anteproyecto de ley. Con lo que podemos hacer varias cosas. Primera opción: enmendar la plana a los ilustres académicos para que, como todavía están a tiempo, corrijan la definición de sostenible para adecuarla al borrador publicado por el gobierno. Si necesitan presiones para hacerlo se puede acudir a los diarios catalanes a pedir consejo. Segunda opción: quitar la palabra sostenible y cambiar el nombre por algo del tipo “refrito de medidas económicas” que dudo que resuelvan nada desde el momento que, de reformas estructurales, nada. Tercero: hacer una verdadera ley de economía sostenible siguiendo la definición de la RAE y encomendar su desarrollo a profesionales.

Podemos ya pues volver adonde lo dejamos al principio de este post, hoy demasiado largo. ¿No les recuerda todo esto, por la profundidad de las propuestas y como se ajustan al término sostenible que encabeza el nombre del proyecto de ley, al genial “la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte” en la que Groucho y Chico Marx negocian un contrato tan lleno de contenido como este anteproyecto de ley de economía sostenible? Y como no vamos a deprimirnos –ya tendremos tiempo de sobra para llorar el tiempo perdido y la falta de coraje- a causa de tan hilarantes líderes y de la calidad de la democracia que padecemos, por otra parte la que nos merecemos, al menos podemos reírnos un rato con tan memorable pasaje almacenado en Youtube. Serán probablemente los 3´47” mejor aprovechados del día.

¿Qué pintan los hermanos Marx en este fregado? Creo que cuando terminen de leer el artículo de hoy lo deducirán ustedes mismos. Define el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), en su avance de la vigésima tercera edición, la palabra sostenible como sigue: