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Los errores de Kyoto que no se deben repetir en Copenhage
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Los errores de Kyoto que no se deben repetir en Copenhage

Ha llegado la cumbre de Copenhague y, antes de avanzar, sería conveniente analizar lo ocurrido hasta ahora para aprender de las enseñanzas que la aplicación práctica

Ha llegado la cumbre de Copenhague y, antes de avanzar, sería conveniente analizar lo ocurrido hasta ahora para aprender de las enseñanzas que la aplicación práctica del Protocolo de Kyoto nos puede mostrar y para no repetir caros errores. España aparece como la mayor incumplidora del manoseado protocolo. ¿Qué hay de verdad en ello? El Protocolo de Kyoto, que firmó el gobierno de Aznar el 19 de abril de 1998, se basaba en las emisiones brutas producidas por cada país, en el año 1990. Pero había tongo. España tragó, o se la colaron. Y ahora lo estamos pagando, con la compra de derechos de emisión, las consecuencias. En la tabla que se muestra al final del artículo –larga para no perder perspectiva, a pesar de ausencias notables- se pueden ver las emisiones producidas en diferentes fechas por Alemania, Francia, Reino Unido, Rusia, Italia, Portugal, Grecia, Canadá, Australia y España. Estas son las conclusiones:

1.La riqueza no tiene por qué estar unida al nivel de emisiones. Ser más pudiente no implica, necesariamente, contaminar más ni emitir más gases de efecto invernadero. Así por ejemplo Rusia, país con un limitado nivel de vida, emite y contamina más que cualquier nación europea, solo en parte justificado por su duro clima. De manera opuesta Francia, entre los países analizados, se lleva el “maillot” amarillo a las menores emisiones per cápita, así como el premio de montaña a las más bajas emisiones por unidad de riqueza. ¡Ay! esas denostadas centrales nucleares. Tan malas para otras cosas pero emisiones, lo que se dice emisiones, guste o no guste, no producen durante su funcionamiento. Y eso se nota en un país donde las tres cuartas partes de su electricidad es de origen nuclear.

2.Los más ineficientes de esta lista, con niveles de deshechos atmosféricos del orden del doble que los europeos, son Canadá y Australia –y EE.UU. que no ratificó el protocolo- y no creo que su calidad de vida ni su riqueza sean el doble que la de Europa Occidental. Son los campeones absolutos de la insostenibilidad, de la ineficiencia y del derroche, tan solo superados por los países petroleros del Golfo Pérsico. Son por tanto los que deberían realizar un mayor esfuerzo para reducir las emisiones.

3.España, y vayamos al grano, produce unos niveles de gases de efecto invernadero per cápita y por unidad de riqueza de los más reducidos, dentro del grupo de los países desarrollados, en línea con otros países europeos. Con lo que el farolillo rojo que exhibimos es un tanto injusto. Partía de unos niveles razonables y sanos en 1990. Pero el crecimiento desbocado, caótico y absurdo de los últimos veinte años, junto con el exceso de dinero, no han significado para mucha gente un mayor progreso y mucho menos una mayor educación y cultura. Ha sido tan solo mal utilizado y peor invertido, como país de nuevos ricos que somos, desgraciadamente. Pero la culpa de que ahora nos toque tirar dinero en la compra de derechos de emisión la tienen exclusivamente nuestros políticos...

4.…porque fueron unos pardillos. El marcar la fecha de 1990, no por casualidad, como base del cómputo de las emisiones, permitía a muchos países, que así podían adherirse a Kyoto alegremente, desnaturalizar el espíritu del Protocolo. De esta manera, y sin realizar ningún esfuerzo, reducían automáticamente los gases de efecto invernadero producidos y encima se permitían el lujo de pontificar y de dar lecciones a los países que, como el nuestro, no lo podrían cumplir. Así, por ejemplo, Alemania se acababa de reunificar. Hasta el más tonto de la época sabía que toda la industria pesada de la antigua RDA, basada en el carbón, ineficiente, extremadamente contaminante y de izquierdas, desaparecería. Con lo que Alemania solo tenía que esperar sentada para cumplir el Protocolo, como se ve en las cifras, hacer negocio con los derechos sobrantes y de paso mirar por encima del hombro a sus primos europeos, como España. A Rusia le pasaba lo mismo con la desmembración de la antigua Unión Soviética. A pesar de ello sigue siendo todavía un país tremendamente contaminante con unas emisiones per cápita un cincuenta por ciento superiores a las españolas, aunque hace 20 años la diferencia era de cuatro veces. Por cierto, ¿Por qué muchos identifican izquierda con ecologismo cuando han sido sus dictaduras: URSS, China, RDA, etc. las que mayores atentados a la naturaleza han realizado a lo largo de su terrible historia? Excepto Cuba, todo hay que decirlo, que está en la lista de los países más sostenibles, aunque no sea ningún ejemplo para nadie ni sirva de consuelo a los veinticuatro periodistas en prisión que aquella dictadura todavía hoy mantiene. Sigamos. Francia tenía su denostada energía nuclear y gozaba de cierto margen para aumentar la potencia un poco más sin aumentar las emisiones. Y aunque algunos dicen que las temperaturas no se han incrementado, los franceses han gastado menos combustible en calefacciones durante los últimos años, con lo que probablemente hayan pasado frío con el fin de dar una lección de sostenibilidad al resto de los europeos. Reino Unido pasó del carbón al gas con la ayuda de Margaret Thatcher que se cargó a los mineros ingleses. Igual que aquí con los mineros de Rodiezmoshire. El gas, como todos saben, realiza menos emisiones que el carbón, aunque está lejos de ser esa energía ecológica que inadecuadamente publicitan algunos. Así que la pérfida Albión podía crecer algo y mantenerse en el límite pagando en todo caso algunos derechos, nada grave.

5.España no tenía conejos en la chistera ni capacidad para hacer trampas. Sigue, sin embargo, entre los países que menos emisiones de gases de efecto invernadero producen en Europa Occidental y, por supuesto, del resto de países desarrollados, tanto por individuo como por unidad de riqueza. Partía, lo mismo que Portugal, de unos niveles modestos. Sin embargo, un desarrollo inadecuado, caótico y ladrillero nos ha puesto a niveles de ineficiencia europeos. Ha sido debido a esa incapacidad nuestra de aprender nada de los errores que otros países cometieron antes ni por supuesto de innovar para conseguir estar a la cabeza de nada. Lo mismo que China, India, Brasil y otros países en desarrollo están haciendo actualmente a otra escala y tan caro les va a costar a nuestros hijos y nietos.

El error en la negociación de Kyoto, que ha desnaturalizado el propio Protocolo y pervertido su espíritu y sus objetivos, estuvo en basar el cómputo en las emisiones brutas, sin ninguna corrección significativa basada en el nivel de desarrollo o de derroche, en vez de en las emisiones per cápita o por unidad de riqueza ajustadas por el clima de cada país. De esta forma, los países que durante años fueron y siguen siendo los más ineficientes, son los que han salido más beneficiados.

Moraleja: roguemos a nuestro guía carismático y providencial que los negociadores que ha enviado a la cumbre de Copenhague sean más espabilados que los que negociaron el Protocolo de Kyoto para que nos cuesten menos dinero a los españoles y no nos hagan hacer el ridículo, injustamente, por segunda vez. Y si no lo son, no se apuren. La crisis, según nuestro infalible líder ya superada, acude en nuestra ayuda.

Ver tabla de la evolución del cumplimiento del protocolo de Kyoto

 

Ha llegado la cumbre de Copenhague y, antes de avanzar, sería conveniente analizar lo ocurrido hasta ahora para aprender de las enseñanzas que la aplicación práctica del Protocolo de Kyoto nos puede mostrar y para no repetir caros errores. España aparece como la mayor incumplidora del manoseado protocolo. ¿Qué hay de verdad en ello? El Protocolo de Kyoto, que firmó el gobierno de Aznar el 19 de abril de 1998, se basaba en las emisiones brutas producidas por cada país, en el año 1990. Pero había tongo. España tragó, o se la colaron. Y ahora lo estamos pagando, con la compra de derechos de emisión, las consecuencias. En la tabla que se muestra al final del artículo –larga para no perder perspectiva, a pesar de ausencias notables- se pueden ver las emisiones producidas en diferentes fechas por Alemania, Francia, Reino Unido, Rusia, Italia, Portugal, Grecia, Canadá, Australia y España. Estas son las conclusiones: