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Si quisiera, Zapatero podría salvar el atún rojo
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Si quisiera, Zapatero podría salvar el atún rojo

Hoy continuamos con la necrológica. Es lo menos que podemos hacer para homenajear al difunto. Fue cooperador necesario en el fatal desenlace el inefable D. José

Hoy continuamos con la necrológica. Es lo menos que podemos hacer para homenajear al difunto. Fue cooperador necesario en el fatal desenlace el inefable D. José Luis, que intentó acallar remordimientos con las solemnes lamentaciones de su coro de plañideras. Plañideras que, pudiendo haber salvado al finado, no se empeñaron en ello. Intereses caciquiles, cáncer de un Gobierno y de toda una nación, se opusieron.

Rodríguez Zapatero, cooperador necesario en el fatal desenlace…

Para más recochineo, el triste deceso está financiado con los dineros de todos los europeos. Subvencionando e incentivando una actividad pirata que en pocos años será tan sólo un recuerdo. La industria de la reproducción del atún rojo se basa en capturar los atunes jóvenes y adolescentes y hacerlos crecer en jaulas a cambio de una exagerada cantidad de sardinas o anchoas por kilo de atún. Porque, sin cachorros capturados, no hay atunes que engordar. Ya que la reproducción en cautividad todavía no se ha conseguido.

Una insostenible locura ecológica en vez de permitir que estos hidrodinámicos atletas se mantengan en forma, escojan su menú y de paso se reproduzcan. Unos esforzados deportistas que antes cruzaban buceando el charco mientras que ahora muchos pobres desgraciados se crían fofos en cautividad.

…de una actividad sin lógica económica alguna.

Sin caer en la cuenta que saldría más barato, y haría un bien incalculable a la humanidad, regalar todo ese dinero a los empleados de esa industria, mandándoles a casa a hacer calceta y comer sardinas gratis. Es únicamente mover la subvención, el dinero de todos, de capítulo presupuestario. O enviar a piratas y corsarios a montar un parque temático sobre su pasada actividad. Total, dentro de unos años se quedarán inevitablemente sin trabajo.

Los corsarios, muchos de ellos incontrolados piratas, pescan hasta los atunes de reducido tamaño para venderlos luego a las granjas para su engorde. La mayoría localizadas en sostenibles países europeos, entre ellos el nuestro. Plantas con patente de corso legal, como hace unos siglos, emitidas y financiadas en la ecológica Unión Europea. Para ayudar a completar un ciclo económico absurdo. Y el resto de las capturas se envía directamente al mercado japonés, que lo paga a precio de oro.

Mientras se sigan necesitando atunes jóvenes para alimentar las granjas, la especie estará condenada. Con lo que algún día nos tocará subvencionar, doblemente, la inesperada desgracia. Cuando los que se dedican a esto se vean obligados a abandonar el parche y el garfio, para enfilar el camino del desempleo.

No sería malo husmear en nuestra historia y ver en qué quedó una antaño legendaria y floreciente industria ballenera, de importantísima importancia comercial en el pasado. Al menos, más literaria que la insensata actividad pesquera actual. Para aprender de errores pasados, aunque dudo que seamos capaces.

Un biocapital que pronto desaparecerá…

El otro día comenzamos a hablar de biocapital  y  biorentas. Al que siguió un debate intenso en el foro. A toda teoría nunca le viene mal algo de práctica: este es un ejemplo de libro de cómo un sistema económico irracional fomenta el haraquiri entre aquellas industrias extractivas que ignoran la variable tiempo y desdeñan la preservación de su materia prima: el planeta.

Ya queda poco biocapital en forma de atún rojo en los mares. Las biorentas durarán algo más. Pero acabarán desapareciendo, para todos y para siempre, dentro de unos años. Los más perjudicados serán los agentes económicos y trabajadores de esa, antes o después, fenecida industria. Cuya ciega codicia por maximizar el beneficio económico actual no les deja ver más allá de sus narices. Como en el pasado a los legendarios balleneros cántabros. O a los épicos pescadores de Terranova, después.

…y que dejará de producir biorentas.

¿Se ha puesto nadie a calcular las pérdidas futuras que generarán los exagerados pero temporales beneficios actuales? ¿Un análisis de sensibilidad que incluya, junto al olvidado factor tiempo, la capacidad disponible de la especie, sus capturas anuales y los beneficios recurrentes? Me temo que los que los tuertos que otorgan las subvenciones y los empresarios con parche de este dentro de poco inexistente negocio, no.

Todos los que hoy saborean tan exquisito biocapital mañana lamentarán la desaparición de tan suculentas biorentas. Será un manjar más, sacrificado en el altar de la productividad, cuya sustitución mucho me temo que no será posible. Porque era único. ¿Cómo se mide esta tragedia en mezquinas unidades monetarias? ¿Cómo encaja el paladar oriental y la mágica e infinita sustitución teórica, con cada vez menos especies disponibles, en el pensamiento económico dominante?

Una última esperanza…

Todavía podríamos estar a tiempo de salvar el atún rojo. Un último cartucho. Depende únicamente de usted Sr. presidente de turno de la U.E. Cancele las patentes de corso. Persiga la piratería.

Con el mismo dinero que está usted tirando a la basura, podría hacer por una vez algo positivo. Las capturas que no son enviadas directamente a Japón son desembarcadas sobre todo en Francia, España e Italia con destino a las jaulas de engorde. 

…si Zapatero actuase…

La Unión Europea podría imponer una prohibición unilateral en sus aguas si le diese la gana y ejerciese su soberanía. Igual que hizo con la anchoa. Ordenar la creación de un santuario inviolable en las Islas Baleares. El apresamiento de los barcos piratas que mojen o traspasen espacio europeo. Impedir que las granjas dejen los mares huérfanos de atunes adolescentes mientras la ciencia no sea capaz de reproducirlos. Y negociar, con el resto de países ribereños del Mediterráneo no comunitario, la prohibición de su pesca y exportación. La adquisición por las plantas de engorde, hasta que la situación de los bancos lo permita, de ningún ejemplar por debajo de cierto tamaño que garantice la reproducción natural de la especie. Y si no, se manda a las cañoneras, que para eso están. Se denomina gobernar.

Dejando a las almadrabas en paz, si a estas alturas del ecogenocidio oceánico fuese posible. Ya que ellas no han sido la causa del problema. Más de treinta siglos de actividad responsable y continuada avalan su derecho a ganarse el sustento.

…pero tenemos lo que nos merecemos.

Soy pesimista. Mucho me temo que el milagro no ocurrirá. España y la Unión Europea, ambas autoproclamadas campeonas de la sostenibilidad, son prisioneras de los ruines intereses comerciales y diplomáticos que el corto plazo impone. Aún a costa de continuar destruyendo el planeta. 

Sr. Rodríguez: como éste era un lugar maravilloso y era lujurioso que fuese perfecto, para compensar, Dios lo llenó de políticos como usted. De una población borreguil anestesiada por sus conjuros y un sistema educativo que fabrica seres intelectualmente inanimados. De todas formas, muchas gracias por el “esfuerzo”. La humanidad, agradecida, recordará su “gesto”.

¿No es éste, gracias a su carisma y liderazgo, un país progresista, ecológico, sostenible, social e igualitario, campeón de una modernidad arruinada gracias en gran parte a su despilfarrador tesón? Pues, por una vez, demuéstrelo.

Hoy continuamos con la necrológica. Es lo menos que podemos hacer para homenajear al difunto. Fue cooperador necesario en el fatal desenlace el inefable D. José Luis, que intentó acallar remordimientos con las solemnes lamentaciones de su coro de plañideras. Plañideras que, pudiendo haber salvado al finado, no se empeñaron en ello. Intereses caciquiles, cáncer de un Gobierno y de toda una nación, se opusieron.