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El déficit de tarifa, la burbuja de las renovables y la planificación a trompicones
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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El déficit de tarifa, la burbuja de las renovables y la planificación a trompicones

El problema eléctrico en España se valora en alrededor de 1% del PIB anual, exactamente 10.829 millones de euros el ejercicio pasado. Todo el mundo parece

El problema eléctrico en España se valora en alrededor de 1% del PIB anual, exactamente 10.829 millones de euros el ejercicio pasado. Todo el mundo parece enfadado y se anuncia subida del recibo de la luz para el 1 de julio. El Ministerio de Industria, creador del entuerto, por lo menos lo cuenta.

Los hechos

Cerca de la mitad de esa cantidad, 4.615 millones de euros en el año 2009 y de 852 millones durante el primer trimestre de este año, son los incrementos del déficit de tarifa; y el resto, 6.214 millones de euros el pasado año y 1.639 millones de primas al régimen especial durante los cuatro primeros meses de este año, es debido a las energías renovables (78,5% que incluye solar fotovoltaica y termosolar, eólica, hidráulica de régimen especial, biomasa, residuos y tratamiento de residuos) y a la cogeneración (21,5 %), que no lo es. Tocamos a algo más de 200 euros por habitante al año. ¿Cómo hemos llegado a ello? Pongamos el dedo en la llaga.

El déficit de tarifa es la diferencia entre lo que paga el consumidor y el coste reconocido por el regulador (otra cosa son los costes reales). Esa diferencia permanece en un limbo contable acumulado en las cuentas de las compañías eléctricas. Son cantidades reconocidas por el Estado que en un futuro habrá que pagar, no se sabe de qué manera. Mientras tanto, las compañías soltarán lastre en forma de instrumentos financieros que alguien comprará. En definitiva, más apalancamiento que se suma a las múltiples burbujas de crédito que acumula el país, bien sean públicas o privadas.

Las primas al régimen especial son pagos, a cargo del presupuesto del  Estado, a las compañías generadoras de determinadas energías renovables. Pero también a la cogeneración, que no lo es.

La crítica

El responsable del déficit de tarifa se llama doña demagogia, que se utilizó a manos llenas tanto en la época de Aznar, reduciendo la tarifa a los hogares, como el gobierno actual. El motivo era doble: poder contener artificialmente una inflación desbocada, en aquella época no tan lejana en que creímos que éramos los más ricos y guapos del Universo; y otorgar alguna lisonja económica a los votantes.

Cuestión aparte es la idoneidad de la regulación que determina ese déficit, debido a criterios en muchos casos más que cuestionables, desde el momento en que las tarifas reguladas son superiores a los costes, si descontamos las primas que van a cargo del erario público. Porque la formación de los precios de generación (pool) es algo totalmente artificial y se ha demostrado que muy volátil. Y el mercado, por sus propias características, propenso a manipulaciones. Está basado en una regulación excesivamente farragosa, con probablemente demasiadas concesiones a la industria, como aquellos hilarantes CTC (costes de transición a la competencia).

Respecto a las primas al régimen especial, el principal culpable de las cantidades que estamos pagando, propias de esa España que no era, es el RD 661/2007 que ahora está intentando pinchar el ministro encargado del reparto de bombillas. Porque alrededor de un 37,3 % de las primas que pagamos (con datos de los cuatro primeros meses de este año) corresponden al globo fotovoltaico que tan sólo proporciona un 4,2 % de la producción en régimen especial; mientras que el 35,7 % del gasto en eólica proporciona un 52,6 %, por ejemplo. Un sobrecoste desproporcionado debido a la especialidad de esta España de nuestras entretelas: la planificación a trompicones.

Consiste en que el sector es muy apto, por sus propias características estructurales que impiden que el mercado pueda actuar más o menos libremente, a su manipulación interesada y a los errores flagrantes. Y si a eso le añadimos una casta de políticos deficientes preocupados únicamente en su propio interés o en el de sus mesnadas, tenemos el cóctel explosivo que nos ha llevado a la situación actual. Un agujero financiero, otro más, a añadir al resto de burbujas: de gasto público, de gasto privado, de endeudamiento irresponsable de las empresas, de muchas familias,… De sinrazón, pública y privada, institucionalizada durante los últimos tiempos, en este país de las maravillas. Y es que la demagogia suele resultar bastante cara.

Las medidas

Sin entrar en las causas que provocan el déficit de tarifa, a continuación enumeramos algunas sugerencias que permitirían conseguir un sistema eléctrico más justo y eficiente:

- Que los pillos no cobren las corruptelas solares. No hacer la vista gorda sobre acontecimientos pasados, descontando aquellas primas que no se merecen cobrar. Esa multiplicación de los panes y los peces en donde un huerto solar de 1 megavatio, se convertía por arte de birlibirloque en 10 huertos de 100 kw, aunque técnicamente continuase siendo un solo parque. Para que esto empiece a parecer un país serio.

- Adecuar las primas a la situación actual. Para que unos pocos dejen de forrarse, a costa de muchos, con negocios sin riesgo que cualquiera querría, si la legislación no lo impidiese.

- Fomentar, de una vez por todas, la generación distribuida. Instalando los sistemas de generación pegados a los de consumo, como las placas solares en los tejados de los edificios o pequeños parques eólicos a las afueras de pueblos y ciudades, en aquellas tecnologías que se presten a ello, empezando por la solar fotovoltaica y la eólica. Para repartir los beneficios de las renovables entre todos los ciudadanos y eliminar pérdidas de transmisión y costes de distribución. Y el que no lo haga así, que pague de su bolsillo los costes de transporte adicionales.

- Desincentivar el oligopolio amigo para permitir que todos se beneficien de las renovables, en vez de unos pocos, en aquellas tecnologías en que sea posible. Legislar, en definitiva, para los ciudadanos. No solo para los de siempre. Para que por fin seamos todos iguales ante la Ley, igualitarios ministerios chungos aparte.

- Fomentar las nuevas tecnologías renovables en función de la curva de maduración de cada tecnología, con el fin de no encarecer el recibo de la luz más de lo necesario. Para que no nos coloque en una situación de desventaja económica con respecto al resto de países de nuestro entorno. Se deberá hacer fomentando las diferentes tecnologías en función de la capacidad industrial del país. Para que al menos el dinero se quede en casa y evitemos que se nos vuelva a poner cara de pardillos con importaciones masivas chinas,  de mala calidad y caras, por ejemplo. Como pasó a muchos que querían llegar a tiempo a la pasada orgía fotovoltaica. Por cierto, alguno ha hecho su agosto rediseñando seguidores fotovoltaicos ya que la improvisación hizo que salieran al mercado muchos modelos deficientes.

- Poner todas las energías, renovables o no, a competir en las mismas condiciones. Obligando a incluir todos los costes en la cuenta de resultados: los de emitir y contaminar y los perjuicios económicos y medioambientales ocasionados a terceros. Para que el que contamine pague. Introduciendo un sistema de desincentivación de emisiones más justo y eficiente que el fallido Kyoto. Y si se hiciese en toda la Unión Europea, castigando el dumping foráneo con el fin de no importar productos baratos a costa de destruir la naturaleza allá donde no lo vemos. La energía saldría algo más cara para todos. Pero fomentaría la eficiencia energética y la reducción del derroche. Nuestros nietos nos lo agradecerían.

- Reevaluar el cierre de la central nuclear de Garoña, otro lujo que no nos podemos permitir. Más de cien millones de euros de ahorro al año que se podrían dedicar a reducir el agujero financiero.

- Finalmente, crear reguladores verdaderamente independientes poniéndolos a cargo de profesionales solventes. Con un mandato claro del Estado, libre de interferencias políticas y presiones interesadas, que permita la construcción de un sistema energético eficiente y justo, en paz con el planeta y, a ser posible, con nuestros bolsillos.

El problema eléctrico en España se valora en alrededor de 1% del PIB anual, exactamente 10.829 millones de euros el ejercicio pasado. Todo el mundo parece enfadado y se anuncia subida del recibo de la luz para el 1 de julio. El Ministerio de Industria, creador del entuerto, por lo menos lo cuenta.