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Una cuchufleta llamada economía (y III)
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Una cuchufleta llamada economía (y III)

De las tres cualidades básicas de lo económico: la apropiación, la valoración y el intercambio, esta última es la única que disfruta de cierta carta de

De las tres cualidades básicas de lo económico: la apropiación, la valoración y el intercambio, esta última es la única que disfruta de cierta carta de nobleza. Porque ha sido consustancial con el hombre, en forma de trueque, desde el inicio de los tiempos humanos. Probablemente, desde que hace más de tres millones de años Lucy y sus amigos comenzaran a utilizar herramientas.

El capitalismo ha existido siempre…

Y no siempre ha dado malos resultados. Unos pocos millones de años de evolución humana y siete u ocho mil más de vida sedentaria dan testimonio de ello. Porque el comercio ha sido desde siempre indispensable en la actividad humana. Actividad que ha proporcionado sus mejores resultados cuando los mercados han estado razonablemente abiertos. Y el comercio mismo suficientemente prestigiado. A base de equidad y prácticas justas.

…dando excelentes resultados…

Podemos mencionar diferentes épocas en que eso fue más o menos así. Unas muy cercanas en el espacio, como la génesis de la historia de nuestra sufrida piel de toro. Que fue debida al auge del comercio. Cuando unas civilizaciones mercantiles, avanzadas y ya legendarias, como la fenicia, la griega o la romana, se asentaron en la Península Ibérica. Para comerciar con los ricos minerales que nuestra tierra albergaba entonces. Pero también con aceite de oliva, vino o garum.

U otras, más próximas en el tiempo. Como la antiquísima ruta de la seda. La cual comunicó Extremo Oriente con Europa. Para beneficio mutuo. Una auténtica organización mundial del comercio antiguo y medieval. Con unos usos y costumbres admirables incluso para los estándares actuales. Y que pervivió durante más de quince siglos.

Hasta que Portugal y España se animaron a surcar los océanos y comerciar allende los mares. Porque, no lo olvidemos, los creadores de la globalización somos nosotros. Que arribamos por mar, antes que nadie, a Japón, China o cualquier otro lugar que se puedan imaginar. Pero un sistema educativo cafre y corto de miras, que fomenta diez y siete trolas históricas diferentes e inconexas en otras tantas nacioncitas iguales en la ignorancia y la miseria intelectual de sus gobernantes, no enseña la gran historia común que nos ha unido. Cuando fuimos sus absolutos protagonistas y la vanguardia del momento. Para lo bueno y para lo malo. Pero este es otro cantar, bien triste, que figurará con letras de oro en los anales de la estupidez de un país saturado de bufones chupópteros.

…hasta llegar a un presente trucado…

El comercio ha enriquecido pasadas civilizaciones, volviendo con el hilo de nuestro relato. Hasta que, durante los últimos doscientos años, unos sabios económicos acomplejados en su ansia por crear ciencia donde tan solo había unos usos y costumbres sensatos y razonables han ido sofisticando, es decir, ignorando o falseando, lo que no les convenía. A base de unos simples desarrollos matemáticos euclidianos. Barrocos y deterministas por fuera. Vacuos e inertes por dentro. Sin ni siquiera ser capaces de otear a Riemann y mucho menos de inspirarse en su genio matemático. Ni en una mecánica cuántica que intenta domar las partículas caóticas e histéricas de las que estamos compuestos, reflejo de nuestros actos para con el planeta y nuestros semejantes. Ni en nadie. Para llegar así a la obsoleta economía mecanicista y reversible, destructora y contaminante, en vigor.

Y es que, hasta la llegada de esta crisis, se nos caía la baba con este embrutecido capitalismo, el noble trueque que una vez fue. Un capitalismo asilvestrado durante los últimos tiempos debido a los excesos y a unos intereses mezquinos, partidistas o ideológicos. Cosa por otro lado nada nueva, ya que va con el espécimen. Sin caer en la cuenta que son sus mayores apóstoles, en comandita con sus antaño fieros detractores ya de vuelta al redil, los primeros que han corrompido el sistema. Para beneficio propio y dolor de muchos.

…que empobrece a muchos…

Centrémonos hoy en el depredador comercio actual entre los países desarrollados y los que no lo son, por poner un sangrante ejemplo que afecta dolorosamente a millones de personas en todo el mundo. Casi cualquier producto agrícola que señalemos genera pobreza en aquellas economías tradicionales y sostenibles que lo producen. Cruel impotencia ante la competencia desleal procedente de una agricultura subvencionada o protegida por unos aranceles viles y a menudo asesinos. Una panacea que una vez creímos verde y milagrosa. Sin todavía querer concienciarnos de su dependencia de un petróleo barato y finito que de forma transitoria lo mueve y fertiliza. De agua del pozo que no se regenera. O de un río turbio y contaminado que desemboca seco en el mar. Y todo ello gratis. Porque la erosión, la contaminación o el agotamiento de recursos provocados por esta agricultura fósil y devoradora no se valoran ni se tienen en consideración.

Con lo que no es posible la competencia para aquellos que desean hacer las cosas como debe ser: sin agotar la tierra ni derrochar recursos. Y lo sufren en sus carnes. Al no poder vender sus productos, a un precio razonable, a causa de unos oligopolios protegidos por poderosos lobbies que dominan y estrangulan los mercados. Desajustes que todos, antes o después, acabaremos pagando con creces.

…y que está implorando su refundación

Es necesario evolucionar; para que el capitalismo, el trueque digno que una vez hizo florecer culturas, se humanice. Desterrar la competencia desleal; para que los mercados se vuelvan más rigurosos, pero a la vez libres de corruptas ataduras y justos con los que sueñan con preservar el planeta. Obligar a imputar todos los costes ocultos, antes llamados externalidades; para que aquellos que trabajan una agricultura realmente verde y sostenible puedan competir. Combatir un dumping entrópico que de momento es legal; para que los que realizan una actividad industrial más limpia o provean servicios más respetuosos con el entorno, puedan sobrevivir y prosperar, en vez de aquellos que saquean y emponzoñan el planeta.

Porque, mientras una economía miope en su concepción continúe abstraída con unas miserias académicas que ignoran lo evidente, los países pobres no podrán salir del agujero. En justa contrapartida, los ricos seguirán engullendo porquería industrial, ineficiente, insana y generadora de basura. Hasta alcanzar el muro.

Aquí finaliza esta breve trilogía. Pura herejía que pone en solfa y dinamita las tres principales cualidades de lo económico: una apropiación indiscriminada que agota el planeta mientras desprecia la biología, la química y la física; una valoración solo de lo que interesa que contamina, envenenándonos lentamente; y un intercambio trucado, altamente entrópico, que empobrece a los que pretenden trabajar en armonía con la naturaleza y el prójimo. Cualidades que están pidiendo a gritos una urgente revisión de los modelos, a tenor de las limitaciones que los invalidan. Y que se han convertido, no solo en inútiles propiedades, sino en malignas esencias de una ciencia arrogante y confundida, con el timón roto y a la deriva, tal como están hoy planteadas.

Moraleja: reelaboremos la cuchufleta vigente, convirtámosla en rigurosa economía. Quitemos la venda que cubre los ojos de esta sociedad torpe y suicida. Asumamos las consecuencias de la desagradable verdad, aquí apuntada, que emerja de todo ello. Y dejemos de engañarnos a nosotros mismos con un sueño imposible tal como está hoy planteado: el crecimiento económico eterno a cambio de vender el alma del planeta, y el nuestro con él, al diablo.

Corolario: se trata de evolucionar, no de revolucionar. De perseguir la felicidad. Y, por qué no, de crear empleo.

N.B. 1: Se propone la siguiente definición de economía neoclásica: escuela económica que considera el tiempo una variable infinitesimal y reversible, y que sostiene que los recursos de la Tierra son infinitos y la contaminación intrascendente. Fue la rama de la economía dominante durante el siglo XX en el que, si bien cumplió decentemente su papel, sus fundamentos excesivamente simples y alejados de la realidad se mostraron, ya en las postrimerías del siglo, inadecuados y contraproducentes para modelar la economía y la sociedad, no solo del siglo XXI, sino de épocas posteriores.

N.B. 2: Define la RAE la palabra herejía como: 2. f. Sentencia errónea contra los principios ciertos de una ciencia o arte. Cuantas veces a lo largo de la historia lo que se comenzó acallando porque era aberrante herejía acabó siendo una verdad científica ampliamente contrastada. ¿Se vuelve repetir la cantilena? Si Galileo levantara la cabeza…

De las tres cualidades básicas de lo económico: la apropiación, la valoración y el intercambio, esta última es la única que disfruta de cierta carta de nobleza. Porque ha sido consustancial con el hombre, en forma de trueque, desde el inicio de los tiempos humanos. Probablemente, desde que hace más de tres millones de años Lucy y sus amigos comenzaran a utilizar herramientas.