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Los cinco desafíos de la humanidad
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Los cinco desafíos de la humanidad

Nada mejor que acabar 2010 con un resumen de calamidades, para no perder la costumbre reciente. Y comenzar el año nuevo con un vigor renovado que

Nada mejor que acabar 2010 con un resumen de calamidades, para no perder la costumbre reciente. Y comenzar el año nuevo con un vigor renovado que permita ir proponiendo paulatinamente algunas soluciones modestas.

Para ello, es higiénico recordar de manera esquemática los principales problemas y desafíos que hemos ido esbozando y exponiendo en diferentes artículos. Desafíos a los que se tendrá que enfrentar una humanidad desorientada y sin objetivos, antes o después.

Los problemas

1. La finitud de los recursos terrestres, bien sea en forma de minerales o de energía fósil (petróleo, gas y carbón). Y cuya extracción está ligada, obligatoriamente, a la ley de los rendimientos decrecientes y a las cada vez menores tasas de retorno energético. La ley de los rendimientos acelerados necesitará tratamiento aparte.

2. La dramática pérdida de biodiversidad, incluidos los recursos pesqueros, provocada por el hombre.

3. La contaminación y continua degradación, tanto de la atmósfera, como de la superficie terrestre y los océanos.

4. Los efectos del cambio climático que agravará, ya lo está haciendo, los problemas latentes. Adelantando en todo caso el calendario de catástrofes previsto. Y a aquellos que piensen que es un contubernio o un bluf les va a dar igual. El cuadro global no cambia. En todo caso modificará algo las fechas y la intensidad de los fenómenos malditos.

5. Un sistema socioeconómico sin rumbo y sin destino que está convencido que el crecimiento económico sin fin, tal y como está hoy diseñado, es posible. Una educación deplorable. Y una ciencia económica que justifica tanto desatino y actúa de anestesiante bálsamo intelectual. Incapaz no solo de dar respuesta a ningún desafío futuro, sino que agrava y acelera peligrosamente los problemas que nos acucian.

Los axiomas

1. El segundo principio de la Termodinámica es universal, aplicable incluso a la minúscula escala humana y a un pequeño y una vez bello y exuberante planeta azul que flota aislado y grandioso en el cosmos. Implica que:

- La entropía se incrementa constantemente. Luego…

- …un crecimiento económico continuo y eterno, diseñado exclusivamente a base de movilizar los inmensos pero no inacabables recursos terrestres sin sensatez ni mesura, a supersónica velocidad, y sin intentar siquiera optimizar su expoliación junto al resto de parámetros (capital, trabajo, tecnología), es imposible.

- La teoría económica neoclásica en vigor camina en contra de este principio universal y está contribuyendo a que alcancemos el muro mucho antes de lo esperable.

- El reciclado integral y permanente tampoco es posible, con lo que la acumulación de basura es inevitable. Tan solo el tiempo inmenso puede reciclar con eficacia y rotundidad mediante los asombrosos mecanismos naturales, muchos de los cuales todavía inescrutables o mal conocidos para la retorcida mente humana. Fenómenos que el hombre intenta replicar, con manifiesta ineficacia, para acelerar los procesos y poder mantener tanto terrícola voraz. A base de una expoliación insensata e inmediata de unos recursos que necesitaron millones de años para su constitución.

2. La tecnología es invento humano, luego falible e imperfecto. La religiosidad en torno a ella por parte de los apóstoles de la economía ortodoxa anula su presunto rigor científico e invalida ciencia tan ideologizada y mercantil. Constituyendo una disciplina que en el mejor de los casos es de aplicación restringida, con un alcance que no va más allá del rabioso corto plazo. Ya que es incorrecta en sus fundamentos básicos porque el Universo no es reversible. Ni los recursos apropiables con nuestros medios mezquinamente humanos y terrenales son infinitos, tal y como juran y perjuran los modelos teóricos vigentes.

3. Los efectos perjudiciales de la actividad económica dependerán no solo de la población mundial. Más importante aún que su número es el porcentaje que en cada momento disfrute de la delirante y obtusa sociedad de consumo, y su sacrosanto pero altamente entrópico y contaminante bienestar: porque el veinte por ciento de la población mundial consume el ochenta por ciento de los recursos del planeta. Y ya hemos superado ampliamente su umbral de autoregeneración y sostenibilidad.

4. La Tierra no tiene ningún problema: antes o después volverá a florecer, tan exuberante o más que antes. Lentamente se recuperará de la extinción de especies en curso y regenerará la porquería acumulada. Una vez se haya desecho o haya aplastado miserablemente y sin piedad tan destructivo parásito contaminante y acaparador. El drama es nuestro, que no damos tregua ni dejamos que respire y se renueve el planeta. Ni permitimos, cuando todavía podríamos estar a tiempo, su eficiente labor recicladora natural. El tiempo juega a su favor. Y es nuestro mayor enemigo.

5. Con el resultado, parece que indiscutible, de que la abundancia, la inconsciencia y el derroche no nos hacen más felices ni mejores.

Y como colofón al tormentoso año que termina, la próxima semana expondremos las consecuencias que se derivan de tanta presunta imprecación.

Nada mejor que acabar 2010 con un resumen de calamidades, para no perder la costumbre reciente. Y comenzar el año nuevo con un vigor renovado que permita ir proponiendo paulatinamente algunas soluciones modestas.

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