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Chaves Nogales y el abuelo azul de Zapatero
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Chaves Nogales y el abuelo azul de Zapatero

Leo con inquietud y fruición el magnífico libro de Manuel Chaves Nogales titulado A sangre y fuego. Con fruición debido a que es una obra maestra

Leo con inquietud y fruición el magnífico libro de Manuel Chaves Nogales titulado A sangre y fuego. Con fruición debido a que es una obra maestra del periodismo y por lo tanto de la literatura, escrita en el año 1937, y olvidada durante demasiado tiempo a causa de la perfidia patria para con la razón y las letras. Con inquietud por los terribles relatos que narra acerca de un país que perdió una vez el norte, la mesura y el juicio. Según dicen, uno de los mejores libros acerca de la Guerra Civil Española.

Son nueve piezas estremecedoras, terribles sucesos rigurosamente reales, atroces y descarnados, sobre la barbarie de los dos bandos y de las múltiples facciones de cada trinchera entre sí. Porque luchaban a menudo todos contra todos. La irracionalidad más escalofriante hizo de la mayoría de las gentes puras bestias pardas (algunos héroes hubo, como nuestro sufrido y entregado protagonista), con lo que el purgatorio posterior de treinta y seis años estuvo plenamente justificado. Pensábamos que tanto tiempo expiando penas y culpas nos habría hecho reflexionar. Durante la ejemplar transición que asombró al mundo, creímos que fue así. Craso error que cometimos.  

En aquella confrontación no tan lejana no hubo buenos ni malos. Casi todos fueron inconscientes y terribles peones del salvajismo ideológico más aberrante, de la ignorancia y el hambre. Desde el momento en que pretendían la aniquilación o asimilación del contrario, jamás la convivencia y mucho menos la tolerancia. Utilizaron la desgraciada II República, cuyo 80 aniversario de la proclamación se conmemoró el pasado 14 de abril sin demasiadas alharacas ni festividades en su honor, para sus propios intereses. Ya que nunca fue el fin para casi nadie y pocos creían en ella y menos en la democracia. Fue una etapa esperanzadora que algunos pensaron que inauguraría la ansiada modernidad en España. Pero que acabó en desolación y ruina, sobre todo moral, que todavía arrastramos. Y en pura indigencia intelectual de la que no nos hemos recuperado.

Chaves Nogales, un periodista pequeño-burgués y liberal independiente, no se casaba con nadie ni estaba al servicio de ninguna facción o camarilla. Anteponía los hechos, la sensatez y la razón al fanatismo reinante. Fue por ello despreciado por unos y vilipendiado por otros. Excepto por aquella minoría, discípula intelectual de Ortega y Gasset y de la Ilustración, que intentó salvar la honra y el honor de España, de la cual él era partícipe. Fue tratado de olvidar durante más de medio siglo por los de ambos bandos, porque puso en la picota a todos. Los malos casi lo consiguieron.

Nuestro heroico periodista fue de los pocos plumillas capaces de describir la cruda realidad tal cual era, con objetividad y sin ningún apasionamiento faccioso o mentecato, en aquellos tiempos convulsos y tristes. Cómo la ansiada II República nació sentenciada, desde el momento en que se alojaron y fructificaron rápidamente en ella las viles corrientes autoritarias extranjeras: desde el fascismo triunfante al por entonces aclamado comunismo soviético, junto con nuestro castizo anarquismo cerril y unos políticos autoproclamados demócratas, tan mezquinos como los de hoy, que tan solo se ocupaban de sus propios privilegios y los de su casta o su clan, como nuestros eurodiputados actuales. Que lucharon todos con saña y denuedo para pervertirla e imponer cada uno su propia y excluyente ideología sanguinaria o sus intereses más inconfesables.

Este gobierno, el peor sin duda de la democracia reciente con permiso de la última etapa de Aznar, ha entrado a saco en aquellos hechos a través de la infausta ley de la Memoria Histórica y otras acciones, que pretenden convertir en héroes a muchos villanos que contribuyeron a reventar el sueño de toda una nación. Y en canallas a aquellos que efectivamente lo fueron. Hasta Zapatero tuvo dos abuelos, uno rojo y el otro azul, como tantos otros españoles. El primero fusilado y el otro jamás mencionado, D. Faustino Zapatero, magnífico pediatra que tuvo el estigma de haber pertenecido al bando rebelde y al cual conoció muy bien. Si hay que reconstruir la memoria, hagámoslo de una manera fidedigna y veraz.

Llegan las elecciones municipales y las autonómicas en algunos lugares. Seguimos sin querer aprender nada. La corrupción campa a sus anchas y se enseñorea ante nuestras propias narices. Da igual el partido político, el grupo o la facción. Las candidaturas, todas, están repletas de gusanos podridos que pretenden reincidir impunemente. Aquellos que debieran defender y dignificar la democracia la utilizan para lucrarse o imponer sus propios traumas personales o vitales. Y los que tienen el deber y el poder para evitarlo, lo toleran.

Vuelven los viejos tics: abundan los anónimos candidatos sin ninguna solvencia personal y profesional, que serían incapaces de colocarse y menos de trabajar en ningún lugar que no sea el cargo; los presuntamente corruptos o los abiertamente tramposos; los clanes familiares o políticos que reviven un caciquismo secular, cáncer que creíamos definitivamente extirpado; la endogamia y el parasitismo, el clientelismo y el enriquecimiento ilícito.

Nos gobierna la incompetencia más sobrecogedora que está llevando nuestro sistema financiero y bancario al abismo, la economía a hacer puñetas, la educación a arrastrarse por el fango, la cultura a enmarcarla en una ceja. El bochornoso buenismo que hace continuamente el ridículo en los foros internacionales y en toda cancillería extranjera.

A los medios se les ve el plumero. Cada uno con sus filias y sus fobias, con sus amigos o sus enemigos, sus ángeles y sus demonios. O eres de los míos o estás contra mí. Los Chaves Nogales no abundan en esta generación.

Se ha insistido machaconamente en la existencia de las dos Españas cuando en realidad siempre ha habido tres. Las dos analfabestias, fanáticas y catetas de siempre que incluyen los torticeros y obtusos nacionalismos imperantes. Siguen latentes y las contemplamos cada día en la aberrante telebasura y las lacerantes tertulias que nos secan la mente y entristecen el alma.

Y una tercera España, la digna, compuesta por una minoría de personajes brillantes y orgullosos, cultos, honestos, sensatos, trabajadores, con honor y con arrojo, anónimos o no tanto, que han protagonizado ese genuino genio hispano que ha hecho grande este país y contribuido gloriosamente a la historia y la cultura universal. Pero que no está de moda ni está bien vista por casi nadie. Una tercera España de la cual Chaves Nogales fue un honesto y digno representante. Que esperemos resucite de una vez para encauzar la deriva socioeconómica, de valores y existencial, que nos acabará cubriendo de fango.

Lean el libro de este olvidado periodista ecuánime. Y si siguen pensando lo mismo acerca de nuestro pasado, si continúan sin inmutarse a causa de la senda decadente por la que camina nuestra frágil democracia actual; con la preocupante deriva económica y social. Si no son conscientes de lo que pueden perder, de cómo se está resquebrajando a causa de unos políticos torticeros y unos ciudadanos infantiles que solo exigen derechos sin querer cumplir con los deberes cívicos indispensables que cualquier democracia sana necesita: exigiendo candidatos capaces y dignos, los mejores entre los iguales, que gobiernen con honestidad, asuman sus responsabilidades y rindan cuentas con rigor. En vez de los insolentes, desleales y caraduras que llevan demasiado tiempo gobernando.

Aquí termina este alegato desgarrador. Si continúan indiferentes como hasta ahora es que no se merecen vivir en democracia y menos todavía disfrutar de la caduca opulencia planetaria actual. Y mientras una juventud indolente, atocinada y sin deberes que piensa que todo ha salido gratis, que ha hecho “de lo mío que…” la razón de su existencia, no espabile y reaccione, seguiremos deslizándonos por la cuesta de una merecida e inevitable decadencia.

Leo con inquietud y fruición el magnífico libro de Manuel Chaves Nogales titulado A sangre y fuego. Con fruición debido a que es una obra maestra del periodismo y por lo tanto de la literatura, escrita en el año 1937, y olvidada durante demasiado tiempo a causa de la perfidia patria para con la razón y las letras. Con inquietud por los terribles relatos que narra acerca de un país que perdió una vez el norte, la mesura y el juicio. Según dicen, uno de los mejores libros acerca de la Guerra Civil Española.