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La resurrección del coche eléctrico
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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La resurrección del coche eléctrico

Aunque la costumbre divina es resucitar al tercer día nosotros, que por algo somos mortales, vamos a intentar resucitar el coche eléctrico al quinto. El tiempo

Aunque la costumbre divina es resucitar al tercer día nosotros, que por algo somos mortales, vamos a intentar resucitar el coche eléctrico al quinto. El tiempo transcurrido entre el post del pasado jueves de mi admirado Daniel Lacalle y hoy.

En el funeral que ofició por el de momento horroroso y emergente cacharro, y al cual yo también ofrezco mis condolencias más sentidas mientras no se cambien sus premisas, mostraba una serie de argumentos que marchan en su contra y que yo asumo plenamente.

Todavía estamos a tiempo de reconducir tal situación. Algunos fabricantes ya avanzan por una senda más racional. Pero sin una implantación sensata y paulatina adecuada a las características del sistema eléctrico de cada país y lugar, el estropicio puede ser mayor que los anhelados beneficios.

Tan ecológico como su fuente de generación de electricidad

Para que el coche eléctrico se mueva es necesario cargar sus baterías mediante su conexión a la red eléctrica. La fuente de generación de energía puede ser nuclear, el carbón, el gas, hidráulica, eólica, solar o biomasa, por citar las más importantes en España.

El objetivo del coche eléctrico, aparte de desterrar la polución y el ruido en las ciudades, es poder ser propulsado con el mínimo impacto ambiental a un coste razonable. A la vez que se ahorra gasto innecesario de energías fósiles finitas y por lo tanto divisas.

El coche eléctrico será tan ecológico y limpio como lo sea su fuente de generación eléctrica. Y tan caro o barato como la electricidad que lo produce, reducido por las pérdidas en la red y la amortización de todos los sistemas de distribución eléctrica.

Luego propulsar un coche eléctrico por las buenas sin tener en cuenta quién está detrás produciendo la electricidad no tiene ningún sentido. Para cargar un coche eléctrico mediante energía generada con uranio, carbón o gas mejor nos quedamos como estamos y continuamos con nuestro sufrido y centenario motor de combustión interna.

No es descabellado afirmar que el binomio ganador lo constituye el coche eléctrico propulsado mediante energías renovables a buen precio, si las hay.

Tan rentable como sensato sea su despliegue

Si el vehículo eléctrico se promueve indiscriminadamente sin tener en cuenta la capacidad de la red y la distribución horaria del consumo, del mix de generación de cada país y exigiendo disponibilidad eléctrica absoluta cualquiera que sean las circunstancias, el fracaso está asegurado ya que se contaminará todavía más y el coste se disparará.

Tan económico como eficiente sea la red eléctrica que lo suministra

En España, donde la energía eólica es una realidad palpable a pesar de los errores cometidos, el principal obstáculo para su expansión es la continua variación del viento. Que provoca la necesidad de tener centrales de gas de ciclo combinado siempre listas para entrar a producir cuando este deja de soplar.

Y lo que es más triste, lo opuesto. La desconexión de los molinos de la red cuando el aire azota en exceso, habitualmente por la noche que es cuando menos demanda hay, obligando a desperdiciar inútilmente un porrón de kilovatios-hora. Para resolver el problema, se está planteando aumentar las inversiones en almacenamiento mediante sistemas de bombeo hidráulico, por ejemplo. Cuando las baterías del coche eléctrico podrían realizar la misma función sin inversiones inútiles mientras se cargan por la noche, cuando la demanda es menor.

Tan operativo como adecuado sea el precio de la electricidad

Se regularía el consumo utilizando contadores inteligentes y tarifas flexibles que variarían en función de la oferta y la demanda en cada momento. Un día sin viento, por ejemplo, el más contaminante gas suple la vagancia del dios Eolo. Con lo que lo más prudente sería no cargar masivamente baterías esa noche.

Se debería plantear la carga de los coches mediante tarifas discriminadas en función de la oferta energética del momento. De manera que un día de fuerte viento un menor precio incentivara su carga cuando la alternativa fuese su desperdicio. Y en días en que las renovables no generasen suficiente electricidad, un mayor precio dejaría de estimularlas, evitando contaminar, al tener que utilizar necesariamente las energías convencionales para ello.

Esas mismas tarifas discriminarían igualmente en función del estado de saturación de la red. Quien quisiera enchufar el coche en momentos de mayor demanda podría hacerlo, pagando un precio justo y desincentivador por hacerlo.

Tan positivo como el cambio de mentalidad que realicemos

Supone un cambio drástico de mentalidad destinado a optimizar las inversiones tanto como a proteger el planeta. Al buscar la eficiencia máxima de la red eléctrica. Al fomentar la carga en los momentos adecuados para evitar inversiones ociosas, bien sea en generación, en distribución o almacenamiento. Al pretender ahorrar divisas. Y eso exige por parte del conductor una adecuada concienciación.

Mediante los contadores inteligentes, el coche eléctrico podría ser cargado pagando una tarifa proporcional no solo a los costes económicos sino, sobre todo, a los beneficios medioambientales. Aumentando progresivamente el precio en los momentos en que la carga se realizara mediante las más contaminantes energías convencionales o la saturación de la red estuviese próxima.

En resumen, el sistema de fijación de precios tendría como objetivo promover la eficiencia energética al menor coste posible. Fomentando la carga de las baterías en los momentos en que las energías renovables estuviesen disponibles, asegurando que la contaminación y las emisiones producidas durante su período de carga fuesen mínimas.

Tan útil como flexible sea su configuración

Esa discriminación tarifaria provocaría por un lado que todos los coches no se podrían cargar en cualquier momento, lo cual nos lleva a la siguiente cuestión: su flexibilidad y autonomía.

El problema principal del coche eléctrico hoy es su escasa autonomía. Asunto no resuelto con las tecnologías actuales. A nadie le gustaría quedarse tirado nunca. Con lo que en una primera etapa sería más conveniente la promoción del vehículo híbrido capaz de enchufarse a la red.

Haciéndole evolucionar hasta el coche eléctrico puro según fuese mejorando la eficiencia de las baterías, el aumento de la disponibilidad de las energías renovables, la reducción de su coste y la adecuación de las redes eléctricas. Y, por supuesto, cuando el despliegue masivo de las estaciones de carga de baterías fuese una realidad.

Esa evolución consistiría en ir reduciendo progresivamente el peso del motor de combustión interna en la propulsión de cada vehículo. A la vez que aumenta el tiempo que el motor eléctrico contribuye a su movimiento. De esa manera, el consumo de combustibles fósiles iría disminuyendo de forma paulatina según fuesen madurando las distintas tecnologías, disponibilidad de tierras raras aparte, hasta que algún día su uso ya no fuese necesario.

Tan exitoso como racional sea su implantación

Se trataría, por tanto, de la popularización de los vehículos híbridos conectables a la red. Dejándoles que evolucionaran según lo hiciese la ciencia y hasta que las infraestructuras disponibles convirtieran al motor de combustión interna en prescindible.

La implantación del coche eléctrico no se debería realizar con las habituales dosis de demagogia basada en caros incentivos perversos e inútiles, por muy políticamente correctos que sean. Un despliegue incontrolado traería más perjuicios que beneficios. Para evitarlo, hay tecnologías y procesos disponibles, junto con empresarios innovadores, que permitirán que se popularice de una manera racional y económica.

Tan real cuando nuestros indignados espabilen

No estamos para desembolsos inútiles. Mejor hacer trabajar la sesera que tirar de la chequera. Para poder crear empleo de una vez a pesar de nuestros políticos y de los pasivos indignados.

Aunque la costumbre divina es resucitar al tercer día nosotros, que por algo somos mortales, vamos a intentar resucitar el coche eléctrico al quinto. El tiempo transcurrido entre el post del pasado jueves de mi admirado Daniel Lacalle y hoy.