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La biodiversidad según el señor de las hormigas
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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La biodiversidad según el señor de las hormigas

El señor de las hormigas ha sido galardonado con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación.

El señor de las hormigas ha sido galardonado con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación. Así se conoce al naturalista estadounidense Edward O. Wilson, “uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo, un excepcional biólogo y un sobresaliente experto en historia natural que acuñó y popularizó el término biodiversidad y ha contribuido extraordinariamente a concienciar a la sociedad de su valor”, según el jurado que ha concedido el premio.

Un reconocimiento justo por la labor de toda una vida dedicada a llamar la atención acerca de los peligros y los riesgos que la continua desaparición de especies animales y vegetales, a causa de la acción depredadora del hombre, puede acabar ocasionando a ese animal presuntamente racional, tan soberbio que hasta se cree inteligente y superior, pero que ni siquiera es capaz de comportarse en sociedad tan civilizadamente como lo hacen las hormigas.

Una entrevista publicada la semana pasada en el diario Expansión resume claramente su ideario. Este es un extracto de sus declaraciones:

 La Tierra podría haber extinguido ya cerca de la mitad de las especies de animales y plantas. Estamos acortando considerablemente la vida de las especies y seguimos cambiando el mundo de tal manera que esto será fatal para la humanidad.

 Se están haciendo cosas para neutralizar el proceso, pero no lo suficiente.

 La destrucción de biodiversidad es un problema que se puede resolver: tenemos el conocimiento, los medios y la motivación. El problema está basado en la educación. Y los medios de comunicación tienen un papel muy importante que desarrollar.

 Brasil, el milagro económico de moda, está siendo catastróficamente irresponsable en la utilización de sus recursos naturales.

 El ecoturismo puede ser una buena fuente de beneficios de todo tipo.

 Cuidar la biodiversidad costaría la milésima parte del PIB mundial.

 Las hormigas nos han mostrado las condiciones en las que se origina el comportamiento social avanzado. Ofrecen contraste y antecedentes para una mejor comprensión del órgano humano. Todavía existe mucha ignorancia sobre el ser humano, porque no nos entendemos a nosotros mismos. Las grandes preguntas filosóficas: ¿qué somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos? no han sido respondidas. Pero la ciencia nos ayudará a encontrar las respuestas. Los insectos nos pueden indicar qué somos y de dónde venimos, pero ninguna ciencia puede decirnos y menos todavía pronosticar hacia dónde nos dirigimos.

Desde estas páginas hemos alertado más de una vez que uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la humanidad, junto con el agotamiento de los recursos, la contaminación o el cambio climático sea cual sea su origen, es el de la pérdida de biodiversidad.

Podría llegar a ser el más grave si no revertimos la dinámica destructiva que hemos provocado en el planeta. Dinámica que no queremos o no nos atrevemos a detener a causa de nuestra indolencia poco indignada. Y que no sabemos cuando y de que manera terminará.

Desconocemos en que podría derivar el proceso degenerativo en marcha. Pero la pérdida continua de riqueza biológica y natural no puede augurar nada bueno. La ignorancia no debería ser un atenuante. Lo que es evidente, por razonamiento al absurdo, es que un planeta con una única especie es algo inconcebible. Y esa parece ser de momento la tendencia.

Estamos protagonizando la séptima gran extinción. La desaparición, la acelerada disminución de especies, no tiene visos de detenerse. ¿Cuándo lo hará? ¿Será demasiado tarde? No tenemos las respuestas. Y por eso Eduard Wilson solicita que se realice un estudio mucho más completo y profundo acerca de la biodiversidad de la Tierra, su evolución y sus implicaciones.

Porque, ¿hacia dónde nos dirigimos? No lo sabemos. De momento, mientras no modifiquemos las pautas de consumo actuales y el irracional sistema económico en vigor, de manera que crecer no sea sinónimo de esquilmación de recursos, de basura y contaminación excesiva o de calentamiento global, parece que vamos derechos contra el muro al que nos arrastra una actividad económica anárquica e inconsciente, altamente entrópica e inestable por sus propias características.

Arreglarlo, revertir el proceso, no saldría tan caro, afirma Wilson. Para que las hormigas y unos cuanto millones de especies más sobrevivan al holocausto, incluida la nuestra que antes o después acabará saboreando su propia medicina, hacen falta tan solo conocimientos, arrojo y sentido común. Pero, sobre todo, ganas de hacerlo.

Y, puestos a pedir peras al olmo, estadistas que promuevan soluciones junto con ciudadanos informados que los controlen y supervisen, que estén dispuestos a renunciar a algo con el fin de preservar el planeta y mantenerlo lo más impóluto y apañado posible. Para que nuestros descendientes puedan disfrutar también de él. Y para que no tengan que heredar nuestras continuas cafradas medioambientales y sufrir trágicamente por ellas.

El señor de las hormigas ha sido galardonado con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación. Así se conoce al naturalista estadounidense Edward O. Wilson, “uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo, un excepcional biólogo y un sobresaliente experto en historia natural que acuñó y popularizó el término biodiversidad y ha contribuido extraordinariamente a concienciar a la sociedad de su valor”, según el jurado que ha concedido el premio.