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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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¿Cuándo escampará?

Truena. Cada gurú sigue recomendando a piñón fijo su pócima milagrosa. Esta vez ninguna sirve para nada. Queda poner, entre relámpago y rayo, una vela a

Truena. Cada gurú sigue recomendando a piñón fijo su pócima milagrosa. Esta vez ninguna sirve para nada. Queda poner, entre relámpago y rayo, una vela a Santa Rita, patrona de las causas imposibles y esperar a que escampe.

Y, si no lo hace, cuanto peor, mejor. Con un poco de suerte se va todo a la porra, nos hacen hincar la rodilla y comenzamos a reestructurar en serio la(s) deuda(s) y todo lo demás. Esto nos obligará a construir unos cimientos más sanos y profundos que los que nos han soportado hasta ahora, suponiendo que los sabios se aclaren de una vez, dejen de soltar tanta obviedad y de embelesar al respetable con sus perogrulladas continuas.

Si no, habrá que pasar de ellos. Será lo más razonable. Y mientras escarmentamos, deberíamos comenzar la faena porque los milagros, hasta los económicos, no se cocinan en dos tardes.

Los Estados Unidos de Europa

Parece que Merkel y Sarcozy quieren poner orden en el desbarajuste económico de la zona euro. Puede ser cosa buena si aparcan la demagogia, ejercen por fin de estadistas y establecen las mismas reglas para todos. Reglas que impidan que nuestra moneda -y Europa con ella- se descoyunte.

A ver si promueven de una vez una gobernanza común que afiance el sueño de una Europa realmente unida, en la ventura y en la desdicha, en la bonanza y en el infortunio, que nos permita remar a todos juntos cogiendo el mismo rumbo cuando pique el viento y aguantando los temporales con un trincaje similar cuando se aviste un huracán.

Esto permitiría afianzar nuestro barco histórico y cultural común, ya que formamos parte de una tradición filosófico existencial única, con costumbres similares y mentalidades parecidas, nacionalismos carpetovetónicos que no comulgan del mismo espíritu, vergüenza de un ideal, aparte. Nuestras fortalezas son las debilidades de nuestros vecinos y al revés también ocurre. Todo son sinergias. Aprovechémoslas.

Los eurobonos deberían venir después. Una vez todos conozcan, acaten y apliquen un cuadro normativo homogéneo en Europa porque antes sería suicida. Supondría repetir el error cometido con los bancos y cajas que, al saber que iban a ser rescatados a escote, se han permitido realizar todo tipo de animaladas y tropelías financieras.

De esta manera, los políticos reconocerán de una vez por todas que el dinero es de alguien -de todos los ciudadanos-, en contra de lo que afirmaba la ministra ignorante. Y por eso, es su deber gestionarlo con seso y con rigor. Como si de un buen padre (o madre, o hermafrodita, o lo que sea) de familia se tratara.

Es una oportunidad de oro que no podemos desperdiciar. Pondrá firme -esperemos-, a tanto político insensato que solo sabe meter mano a la faltriquera,  porque gastar lo hace cualquiera.

El problema es ingresar. El buen político o gestor es aquel capaz de hacer muchas cosas, y buenas, con poco dinero. Y ese espécimen no abunda por estos pagos.

Decíamos este verano que “la nación sensatamente gobernada acabará, antes o después, equilibrando el presupuesto. A base de crecimiento económico o de reducción presupuestaria. La primera receta para bien de todos. La segunda, para desolación de muchos, son dos variables dentro de la misma ecuación que dependerán de la habilidad de sus empresarios, de la capacidad de innovación del país y de la calidad del marco legal, jurídico y fiscal que posea”.

Eso será siempre y cuando consigamos para la Europa del euro una gestión de los dineros estable y común y algo más. Se logrará cuando salgamos a la caza definitiva del eterno ideal europeo de educación, libertad, cultura y convivencia, creando los mecanismos adecuados que nos permitan marchar al mismo trote y en gloriosa armonía.

Ahora iremos desmigando tales afirmaciones. Sr. Rajoy: póngase las pilas y atienda. No va a necesitar ni dos minutos. Que usted es mucho más listo, parece que tiene más sentido común -y ojalá que de estado-, que el inepto que le ha precedido. Dentro de poco podrá demostrarlo. Tendrá las manos libres. Una vez gane las elecciones ya no deberá nada a nadie. Podrá soltar por la borda el lastre que le queda, que no es poco. Es su oportunidad. Aplíquese a Europa con humildad pero con vigor. Tenga compasión de este país. Nombre a los mejores para sacarnos del atolladero, aunque piensen. Mejor que no sean políticamente correctos. Con mediocres y bobalicones como los que estamos acostumbrados a padecer solo conseguirá terminar de hundir este pecio ya medio escorado.

Arranca la temporada. Este post constituye la primera entrega de una pentalogía en seis entregas titulada La escampada. Los otros cuatro capítulos son: ¿Por qué no escampa? ¿Pero escampará? ¿Cómo conseguir que escampe I y II? ¿Y si no escampa?

Truena. Cada gurú sigue recomendando a piñón fijo su pócima milagrosa. Esta vez ninguna sirve para nada. Queda poner, entre relámpago y rayo, una vela a Santa Rita, patrona de las causas imposibles y esperar a que escampe.

Banco de España Economía sumergida