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El bluf de la macroeconomía y la tragedia hispana
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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El bluf de la macroeconomía y la tragedia hispana

En estos momentos hay dos grandes corrientes macroeconómicas enfrentadas, arreando estopa de manera indiscriminada, cada una de ellas patrocinada en una orilla del charco.

En estos momentos hay dos grandes corrientes macroeconómicas enfrentadas, arreando estopa de manera indiscriminada, cada una de ellas patrocinada en una orilla del charco.

Dos estrategias diferentes…

Obama y sus secuaces se quejan de que Europa no echa una mano, gastando lo que no hay para vigorizar la renqueante economía mundial. Es la escuela neokeynesiana de Krugman, Stieglitz y adlátere, que continúan erre que erre, a pesar del fundamentalismo republicano y el fanatismo del Tea Party.

Gente bienintencionada tácticamente voluntarista, aunque de escaso horizonte temporal e intelectual, que no se da cuenta que las medidas expansivas lo único que están consiguiendo, entre otros muchos daños colaterales, es aumentar el gigantesco déficit norteamericano a cambio de hacer más ricos a los ricos y a los chinos, y más pobres al resto y sus descendientes, que terminarán por pagar el festín a escote, democráticamente, como debe ser. El gigante americano sigue sin crecer ni crear empleo. Su cebado de la economía no es más que pan para hoy y más deudas para mañana. Ya lo hemos contado.

En Europa hacemos lo contrario. Las recetas son sangre, sudor, lágrimas y zurriagazos de estrenado rigor presupuestario aliñado con hipocresía centroeuropea. Recortando el gasto, para poder acabar con las convulsiones crediticias, de manera que dejemos de malvivir arrastrados a los pies de los caballos (o los buitres) financieros. A cambio, la economía se contrae y tampoco se crea empleo. Pero al menos no seguiremos debiendo más, esperemos.

… inútiles y funestas ambas…

Ni la locomotora estadounidense ni la europea tienen pinta de querer reactivarse. Y la emergente, que de momento es la única que tira del carro económico mundial, avanza desbocada hasta que acabe descarrilando como el resto. ¿Cuándo ocurrirá?

Ambas posturas son funestas desde el punto de vista humano y medioambiental. Ya que tienen como objetivo crecer a la manera tradicional: obligándonos a tapar las narices del tufo apestoso que escupen las nefastas externalidades, tan queridas por muchos aclamados como expertos en esto de la descimentada cosa económica.

…derechas contra el muro…

Y cuanto más crezcamos sin modificar los dogmas ni experimentar posibles soluciones, incrementaremos todavía más los problemas climáticos y ambientales, por no mentar los sociológicos, que están corroyendo lentamente los sustentos de nuestra civilización y destruyendo el planeta. Esquilmando recursos finitos e imprescindibles para la supervivencia algún día, y que nadie se atreve a afrontar. 

Sería interesante intentar hacer girar la rueda de manera diferente, para variar. Breva que no caerá en estos tiempos convulsos ofuscados de egoísmo, codicia y malsana ideología.

…porque hemos gastado sin seso y mesura…

Nos hemos comportado como fantoches, como nuevos ricos que necesitan fardar y demostrar poderío que disfrace su rudeza y falta de modales. ¿Cuántos centros de salud y hospitales se podrían mantener en Cataluña con la inversión malgastada en el fallido aeropuerto de Lérida? ¿Las facturas de farmacias en Castilla La Mancha que podrían ser liquidadas con el dinero enterrado en el inútil aeropuerto de Ciudad Real, o con el recientemente clausurado AVE si no se hubiese construido? ¿O los trajes bespoke y no de pretaporter para los desdichados políticos desarrapados de la Comunidad Valenciana con los fondos dilapidados en el aeropuerto pedestre de Castellón?

Mientras nuestros políticos iletrados prefieran gastar el dinero en patochadas superfluas y fastuosas fiestas patronales, intemporal pan y circo destinado a amansar al tosco populacho; mientras no trabajen duramente para mejorar el patético nivel educativo y promover agresivamente la innovación en España, sin esperar ningún reconocimiento por trabajo tan ingrato, tan lento en los resultados y tan poco visible, no despegaremos.

Aparecía en la prensa hace unas semanas el caso de un ayuntamiento que no tenía para pagar nóminas pero que seguía gastando en festejos. Los ciudadanos deberán madurar de una vez y afear tales conductas a sus responsables, en vez de reírles las gracias, para volver a votarlos a continuación.

Está todo por hacer a pesar de los parches recientes. La solución, siguiendo los métodos caducos y altamente entrópicos tradicionales no es muy difícil, en teoría.

Conviene racionalizar el gasto corriente en vez de aumentar los impuestos. Pagar a las empresas ahogadas por las diferentes administraciones en vez de privilegios y burocracia excesiva. Invertir en futuro a base de adelgazar las estructuras de poder y sus prebendas. Dejando de cortar cintas inútiles y de realizar estúpido gasto suntuario; de continuar apuntalando al quebrado empresario amigo, al banco zombi o amparando al banquero sin escrúpulos; manteniendo en el cargo al correligionario inepto o a tanto cliente experto y asesor en nada; eliminando competencias duplicadas o medidas coactivas políticamente correctas solo para los de la propia secta, camarilla u obsesión.

Es muy sencillo, demagógico y suicida recortar a las bravas en sanidad, enseñanza e investigación. Y del resto, incluyendo embajadas tribales y los dineros destinados a la sectaria corrección política, ¿qué?

La tolerancia en España solo se aplica a los demás, jamás a uno mismo. El pluralismo está en franca regresión. Sobre todo en las regiones periféricas, empeñadas en volver a un añorado monolitismo lingüístico y cultural, para ellos legendario, actitud que pensábamos arrumbada en el cajón de la historia más siniestra.

Conseguiremos emerger del infierno cívico y económico renegando del corto plazo, purgando desdichas, penando culpas, supurando males. Ninguna solución de enjundia es inmediata para desgracia de esta sociedad tan poco juiciosa e infantil.

…despreciando la innovación y al buen empresario porque todos queremos ser funcionarios

Finalizamos hoy con el apunte más importante de todos: mientras el sueño de casi todo español sea hacerse funcionario seguiremos enfangados. Es la tragedia ibérica de una piel de toro que una vez fue la más vigorosa, arrojada y tenaz. Cuando apenas cinco siglos ha engulló el mundo hasta entonces ignoto con sus descubrimientos, su empuje y su vitalidad, asombrando a la humanidad con sus hazañas (y errores, que seguimos arrastrando en forma de complejos absurdos, y que fueron replicados por los imperios posteriores, incluido el declinante actual).  

El poco dinero disponible debe dedicarse a fomentar la actividad productiva y la innovación, aunque sea descaradamente. Trabajando duramente para volver a comernos el mundo con imaginación, nuestro mayor activo.

Para ello es imprescindible desarrollar una política industrial coherente, aprendiendo a lidiar con Bruselas y a ocultar la porquería, como hacen desde siempre nuestros socios europeos, para beneficio de su propio tejido empresarial y productivo.

Que nos permita competir con tanto desaprensivo y desvergonzado que realiza astuta competencia desleal delante de nuestras propias narices, en Europa y fuera de ella. Y para crear empleo de una santa vez.

Creatividad no nos falta. Tampoco necesidad. Menos todavía pobreza en ciernes, el motor de toda revolución, o la tumba de los indolentes. Con todo y con ello dudo que el chaparrón escampe. Hace falta algo más.

Nota: este post constituye el capítulo IV de la serie Cómo conseguir que escampe.

 

En estos momentos hay dos grandes corrientes macroeconómicas enfrentadas, arreando estopa de manera indiscriminada, cada una de ellas patrocinada en una orilla del charco.