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Querido Sr. Rajoy: ojo a ver a quién nombra ministro
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Querido Sr. Rajoy: ojo a ver a quién nombra ministro

No nos conocemos, pero a pesar de todo le he llamado querido. Disculpe la osadía. De momento no lo es demasiado para muchos. No es culpa

No nos conocemos, pero a pesar de todo le he llamado querido. Disculpe la osadía. De momento no lo es demasiado para muchos. No es culpa suya. Ya llegará. Sabe muy bien que en el gobierno de este país, y de otros muchos, causan furor las inertes Belén Esteban de la política, bien lleven cejas, bigote o implantes.

Reconozcamos que usted no tiene el carisma ni la fotogenia, o los calderos de demagogia, de los hombres vacuos y vacíos que acaban corroyendo un país. Aunque eso le perjudica en una España rebosante de endogamia, nepotismo y ladrillos, le ayudará a gobernar cuando tenga que hacerlo.

La seriedad es un activo suyo. Espero que no lo dilapide si por fin los españoles maduran implorando rectitud en vez de faralaes, convencimiento obtenido a base de palos y desgracias. Exigiendo la realización de las necesarias, aunque temidas, medidas estructurales que pongan las bases de la prosperidad futura.

Una carrera de fondo

En España nadie gana unas elecciones. Siempre las pierde el titular del momento. Le pasó a Suárez (Calvo Sotelo mediante), a González (por consiguiente), a Aznar (con alevosía). Y le va a pasar a Rodríguez Zapatero (Rubalcaba dixit).

Parece que usted se va a convertir en el próximo presidente del gobierno. En el ínterin, buenas coces ha recibido. Estos ocho años han sido una larga carrera de fondo donde apenas está alcanzando la salida.

Acaba de empezar. Lo más fácil en España es ganar unas elecciones. Su estrategia, inteligente al fin y al cabo, ha sido sentarse y esperar a que el ahorcado se fuese poniendo la soga en el gaznate él mismo y la apretase con su torpeza. Por fin hay finado. Llega su oportunidad.

Podrá gobernar con toda la legitimidad que le van a dar las urnas. Se lo habrá ganado a pulso. No deberá nada a nadie, mal que le pese a muchos. Solo a sus votantes.

 Recuerde que quien le va a votar es una mayoría de españoles normales y corrientes. Declinante clase media ahogada en problemas y acogotada por el futuro. Y que deberá gobernar para sacarnos a todos de este embrollo, en vez de para unos pocos privilegiados con jeta, como hicieron sus antecesores. Evite el pasteleo en los cargos.

Le espera una labor muy ingrata. Puede que le pase como a Adolfo Suárez. Perdió las elecciones y el poder. Nadie le quiso en su momento: había gobernado. Tomó las decisiones más valientes en un entorno caótico dominado por una siniestra banda de criminales que acaban de decir que van a dejar de matar. Como si lo anuncia la mafia. Un asesino y un chantajista jamás tiene honor. Y menos palabra. Mantenga alta la guardia.

Como el tiempo pone todo en su lugar (no siempre), Suárez está considerado hoy como el mejor gobernante, hasta el momento, de la ya no tan joven democracia española. A muy larga distancia del segundo en la clasificación. Y será recordado con cariño y respeto como uno de los mejores presidentes del gobierno de nuestra historia pasada o reciente.

Le podría pasar lo mismo. Usted elegirá. Podrá ser recordado como el gran estadista que fue él o como un flojo o errático gobernante como varios de los que le sucedieron.

Dependerá de las decisiones que tome a partir del 20N y de la gente que designe para ayudarle. Porque el valor de un líder depende de la calidad de su equipo. Y los últimos han dejado mucho que desear.

Deberá nombrar gente fiable, con aplomo, conocimientos y experiencia. El pragmatismo deberá ser su virtud. Ya está bien de tanto iluminado sin solvencia.

Llega la derechona

El mal llamado progresismo que ha atenazado España todos estos años lleva largo tiempo amenazando con el aterrizaje de la derechona. Eso es menospreciar a la mayoría de los españoles que le van a votar. Están desesperados por perder poder y prebendas. Son incapaces de aceptar que existe más libertad que la designada por ellos, pura democracia condicionada (a que gobiernen los míos).

Están, en el otro lado, los extremistas de su formación. Como en España no hay partidos a la derecha del suyo, en algún lugar tenían que recalar. No les dé mucha cancha. Acabarán horadando su legitimidad. Aleje a aquellos inflexibles para los cuales las cosas solo se pueden hacer como dice el panfleto ultraliberal o el libro rojo de la intransigencia. Nada que ver con la moderación y el sentido común.

Son los mismos que le están exigiendo su cuota de poder. Sin darse cuenta de que es casi nula. Porque la inmensa mayoría de los votantes españoles están hartos de las ideologías extremas que nos han conducido hasta el abismo.

Bien sean las políticas desintegradoras y humillantes de Zapatero, o el papanatismo que ha hecho quebrar nuestro otrora confortable e idílico mundo, ausente de deberes, plagado de derechos sin dinero para pagarlos. No dé usted un paso más por tales sendas. El precipicio está ahí.

Hoy ya no le hago perder más tiempo. Estará usted muy ocupado sacudiéndose sanguijuelas de encima. Hablaremos el próximo día de esos personajes hirudíneos y, de paso, de lo que le pide la calle.

 

No nos conocemos, pero a pesar de todo le he llamado querido. Disculpe la osadía. De momento no lo es demasiado para muchos. No es culpa suya. Ya llegará. Sabe muy bien que en el gobierno de este país, y de otros muchos, causan furor las inertes Belén Esteban de la política, bien lleven cejas, bigote o implantes.