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Un escenario macro esperanzador
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Un escenario macro esperanzador

La deuda de cualquier comunidad, sea a escala continental o tribal, se puede almacenar en cuatro botellas conectadas entre sí entre las cuales, a menudo, realizan trasvases

La deuda de cualquier comunidad, sea a escala continental o tribal, se puede almacenar en cuatro botellas conectadas entre sí entre las cuales, a menudo, realizan trasvases de contenido, arbitrariamente, gobiernos y caudillos mesiánicos varios. Suele ser un motor que bombea entre las grietas el interés creado, las desigualdades consciente o inconscientemente promovidas o, simplemente, la ignorancia de los que están al mando.

Son esos cuatro recipientes: la deuda pública, la privada o de las familias, la de las empresas y la del sistema financiero. Medios y expertos, incluidas las fallidas agencias de calificación de riesgos, se obsesionan con la primera, sin darse cuenta de que la suma de las cuatro es la que marca el devenir financiero presente y futuro de cualquier comunidad.

A falta de mercados de verdad libres y con un funcionamiento justo y razonable, son los bancos centrales y los gobiernos los reguladores de tales compartimentos. Ceban o desceban a su antojo con efectivo las entidades financieras a su cargo, que hacen de su capa un sayo con tales privilegios. O un descosido financiero que pagarán los ciudadanos mediante sus impuestos, si se gestiona con ligereza o insensatez.

Mientras que la energía ni se crea ni se destruye, tan solo se desordena, el dinero se crea y se destruye a voluntad, a falta de ningún patrón oro o regla de actuación cabal. Los bancos centrales esparcen billetes ficticios y sueños de prosperidad venidera para apaciguar al personal, no se sabe si en helicóptero o mediante tartana embridada de bueyes calzados con orejeras teóricas, pintada con barniz de color mediático.

Círculo vicioso que funciona como sigue: el Banco Central Europeo da crédito ilimitado en condiciones idílicas a los intermediarios financieros de toda Europa, que fabrica a golpe de clic, sin más garantía que buenos deseos a falta de activos con valor cierto, ya que apenas queda ninguno. La FED hace igual.

A los países ya rescatados, incluida España, que ya lo ha sido cinco veces en apenas dos años, se otorga crédito a cambio de unas condiciones draconianas que los está hundiendo en la miseria y el fango, haciendo caja los bancos con el diferencial. ¿Cómo fue posible cambiar la Constitución en dos semanas poniéndose de acuerdo Gobierno y oposición?

Mientras las entidades financieras de cada país se sostienen a base de oxígeno bombeado por el BCE, es decir, por Alemania, estas agradecen el cumplido, justifican sus sueldos bochornosos, comprando cada vez más bonos patrios, para reducir la prima de riesgo y hacer que la juerga continúe.

Los particulares y los fondos de inversión ya no los compran ni locos, refugiándose en la bolsa, que por algo está subiendo en muchos lugares donde sus selectivos no están rellenos de empresas quebradas, sobreendeudadas o mal gestionadas.

No deja de ser un trasvase arbitrario de líquido entre botellas, donde siempre se acaba llenando la pública y vaciando el resto, donde la deuda de los bancos hace de comodín para lo que haga falta en el ínterin, mientras la suma de las cuatro se incrementa sin cesar.

Acaparan los bancos deuda pública que nadie quiere, hinchando unos balances más que deteriorados, para mantener los diferenciales bajo control y seguir chutando al drogadicto. Para que los políticos puedan seguir gastando sin hacer reformas de verdad, acogotando al buen ciudadano, con el fin de mantener sus privilegios y las prácticas corruptas.

Mientras las entidades financieras quebradas y apuntaladas por el BCE mantienen en sus balances cada vez más deuda pública de sus propios países, el BCE, perdón, el Bundesbank, engulle el riesgo de todos.

¿Por qué el garante último, el que soporta mayor riesgo, es triple A mientras otros que son parte del imbricado sistema son considerados casi bonos basura? ¿No es igual de hilarante que España tenga el mismo rating que Marruecos? ¿Saben las agencias de calificación de qué va la fiesta o siguen lucrándose a causa de ella?

Todos los partidos políticos, asesorados por los inevitables druidas, son cómplices del expolio al ciudadano honrado y trabajador mediante las subidas de impuestos llevadas a cabo para justificar el trasvase con el fin de que ningún palo aguante su vela. De esa manera, la deuda que antes era privada o de agentes privados se va convirtiendo poco a poco en pública, manteniendo los privilegios y los sueldos de aquellos que promovieron la debacle. No nos quejemos, pues, de las desigualdades crecientes y el cada vez menor peso de los salarios en la ecuación global al haberla rellenado con papel viciado.

Occidente está sobreendeudado…

El círculo infernal de la deuda conjunta se sigue incrementando en todo Occidente a causa de tales despropósitos, junto con razones estructurales con más de medio siglo de antigüedad, propias de mozalbetes malcriados.

Durante la Gran Depresión, la deuda global de ningún país occidental era mayor del 150% del PIB. Ahora ronda el 400%. En lugares como el Reino Unido o Japón se acerca a cinco veces su riqueza. La nación en la que una vez brilló un sol naciente encabeza la lista. Le sigue la pérfida Albión, a causa de la obesidad financiera de la City. Apenas quedan vestigios de su esplendor industrial pionero.

Los abuelitos japoneses acaparan con sus ahorros los bonos AAA de su país. Con la deuda pública así incrementada, se pagan sus propias pensiones. Una burbuja de ida y vuelta al ser la población vieja. Sus empresas, innovadoras hasta hace poco, toman ejemplo de la decadencia industrial inglesa. Su burbuja de deuda antes o después reventará por falta de crecimiento, a causa de la vetustez de su población.

Islandia no se rescató. Mandó a hacer puñetas a sus bancos, empurando a sus banqueros. No les va tan mal. Aplicó a rajatabla el principio de que es tan culpable aquel que acepta un préstamo que jamás podrá pagar como aquel que lo concede irresponsablemente.

Irlanda fue rescatada. Perdón. Rescató al Reino Unido, Francia y Alemania, sus principales acreedores, cuyos bancos habían concedido créditos a los celtas sin ningún rigor y nada de pudor, como a los de aquí. Paga la población irlandesa por algo en lo que la mayoría no tuvo arte ni parte, ni ninguna responsabilidad, ya que no se le aplicó el principio anterior.

Aquí estamos peor. Nuestras sociales y bicentenarias cajas de ahorros y Montes de Piedad han desaparecido. Muchos bancos ejemplares han dejado de serlo. Antaño se colocaba de consejeros a prohombres honrados y sensatos que controlaban y asesoraban porque su remuneración y su vida no dependían de ellas. Tenía cada uno moral y una profesión. Hasta que se fue colocando a los más inútiles y rastreros con carnet en los morros a cambio de sueldos sangrantes. No nos extrañe que las hiciesen quebrar.

El déficit presupuestario español se acerca al 10% de PIB. Un tercio de él se dedica a taponar el agujero financiero y el resto sirve para continuar con la juerga y el flamenco político sin ni siquiera poner las bases de empleo futuro. No se plantea una reestructuración de nuestras inoperantes Administraciones Públicas porque pondría en la calle a los políticos que no saben hacer la O con un canuto, los causantes de tal desbarajuste.

Hemos vivido y continuamos viviendo por encima de nuestras posibilidades. En vez de invertir un dinero que no existe en innovación, educación, industria y nuevos sectores productivos, se dedica a tapar agujeros y conceder prebendas. A convertir en millonario al acólito privatizado con dinero público, o en público al activo privado quebrado.

Al resto de Occidente no le va mejor. Los cañones ya apuntan a Francia. Daría para escribir un libro la casuística y las miserias de cada uno.

… mientras financia con su consumo a los países emergentes…

Decía un sabio chino en el gigante asiático que su país no era muy diferente de la España de Franco, donde el dictador murió en la cama plácidamente porque los españoles de entonces vivían dulcemente acunados mediante desarrollismo barato. Mientras China creciera y las desigualdades no fueran demasiado sangrantes, el país conservaría su estabilidad. Tal profecía cumple casi tres lustros.

Sus desigualdades y sus burbujas antes o después pasarán factura a causa de sus problemas medioambientales, los glaciares del Himalaya, la quiebra social o su anomalía política sin contrapoderes, ni prensa libre, que obligue a amainar su corrupción. Antes o después dejará de ser la fábrica de Occidente, con guerra o sin guerra de divisas previa. ¿Cuánto falta para el desenlace?

… que han vendido su alma al diablo…

Australia basa su prosperidad en la exportación de carbón y sus otros recursos naturales a cambio de contaminación y catástrofes climáticas. Pasan por arte de birlibirloque de los incendios más pavorosos a terribles inundaciones. El equilibrio climático de la región es frágil y la gestión de sus ecosistemas está siendo cualquier cosa menos sensata. No deja de ser un desierto con su oasis en el este que encauza su prosperidad o la anega a conveniencia: el sistema fluvial Murray-Darling.

Brasil sigue a la zaga con su desarrollo mediante recursos roturados en el Amazonas. El otrora rojo peligroso se vendió a la zona oscura a cambio de treinta monedas de plata y prosperidad con fecha de caducidad. Aunque los mercados dicen que perfectos los llenan de plegarias y buenos augurios, el reloj corre en dirección contraria a la prosperidad futura de ambos, que arrastrarán a todos. 

… que trota a lomos de una espiral infernal

Desde la II guerra Mundial, la prosperidad de Occidente se ha basado en el endeudamiento progresivo. EEUU ha incrementado su techo de gasto más de ochenta veces en este período. El aumento de deuda en Occidente, sea mediante drones inteligentes o helicópteros académicos, no está sirviendo para nada.

Se dedica a fosilizar los fondos artificialmente generados, que no llegan a la economía real, mediante un círculo vicioso que tiene como protagonista un sistema financiero zombi y quebrado. A entidades incapaces de espolear un crecimiento económico mediante crédito sano a la industria en verdad sostenible, a emprendedores comprometidos no sólo con la rentabilidad, sino con la sociedad y el planeta.

El culebrón continúa. De momento, no hay inflación. Según el manual de toda crisis sistémica, cuando el virtuoso círculo vicioso comience a desmoronarse, las inevitables quitas a mansalva serán la única solución. ¿Estallará la inflación y la calle entonces?

Esta no es una crisis más. Se inaugura nueva época que incluye preocupantes desafíos sociales, climáticos y medioambientales, humanos al fin y al cabo, que la teoría económica se niega a tomar en consideración. Los mayas tampoco lo hicieron, y así les fue.

Dicen que un pesimista es un optimista bien informado. ¿Dónde se aloja la esperanza macroeconómica? En cualquier caso, más allá de la tozuda e inoperante ortodoxia en vigor.

Se saldrá de esta crisis planetaria, ética y de valores cuando reconozcamos que no es una más de tantas. Cuando dejemos de engañarnos a nosotros mismos con falsas esperanzas y nos pongamos a trabajar con rigor, vigor y buena voluntad. Cuando creemos las condiciones adecuadas para que todos puedan vivir con dignidad, hoy y mañana.

La deuda de cualquier comunidad, sea a escala continental o tribal, se puede almacenar en cuatro botellas conectadas entre sí entre las cuales, a menudo, realizan trasvases de contenido, arbitrariamente, gobiernos y caudillos mesiánicos varios. Suele ser un motor que bombea entre las grietas el interés creado, las desigualdades consciente o inconscientemente promovidas o, simplemente, la ignorancia de los que están al mando.