Apuntes de Enerconomía
Por
Trueque, comercio o delirio financiero
El sistema financiero continúa derrapando. Por sus cloacas sigue sin fluir el crédito. Tan solo más pestilencias que se pagan a prorrata entre todos los ciudadanos
El sistema financiero continúa derrapando. Por sus cloacas sigue sin fluir el crédito. Tan sólo más pestilencias que se pagan a prorrata entre todos los ciudadanos que producen y trabajan. La ortodoxia económica, los druidas que teledirigen esta llamémosle civilización, han perdido el rumbo, aunque sigan marcando el cruel trayecto. Quizás nunca dispusieron de carta de navegación científica ni de conocimientos que permitiesen pilotar nada.
La inercia continuará anegando este planeta de escasez futura, desigualdad, contaminación, paro, pobreza, inclemencias varias y pestilencias múltiples a causa de los postulados inadecuados que guían la locura económica en la que estamos embarcados, propia de una sociedad de niños mimados aliñados de pataleos mediáticos, de soberbia infinita y de ignorancia académica.
Mientras no haya golpe de timón eficaz, a ser posible compasado mejor que brusco, que contenga estricta base científica basada en la economía fundamental cuando esta se inaugure, estos eriales no remontarán con dignidad. Continuará esta deriva existencial durante muchos años más, probablemente toda la eternidad, una vez las consecuencias futuras del cambio climático se aceleren y se dejen notar con terca brutalidad.
Quizás haya llegado el momento de diseñar nueva ciencia. Que no se echen las manos a la cabeza los anarquistas del libre mercado. Es necesario convertir esto en un mercado en verdad libre, que lo será cuando se vuelva científico, sensato, justo y equitativo. Cuando los incentivos se vuelvan virtuosos y energéticamente eficientes. Cuando los mercados dejen de comportarse de manera perversa.
Habrá que hacer realidad lo que todos pregonan y nadie practica: un desarrollo sostenible para que pueda ser sostenido. Los huecos fundamentos teóricos que la llamada economía técnica pregona, también denominada ortodoxa o neoclásica, de momento lo impiden.
La economía teórica sigue empeñada en vivir en su Arcadia feliz gobernada por el buen salvaje académico, ignorante a causa de sus fundamentos livianos. Disciplina nutrida de postulados irreales desconocedores de los entresijos de la naturaleza, del método científico y, en definitiva, de este planeta.
Arcadia pilotada por apóstoles de la intransigencia académica e ideológica o, lo que es lo mismo, de la ley de la selva y sus remuneraciones escandalosas. El duque de Lerma se hubiese frotado las manos ante tan corrupto devenir.
Vuelta de las finanzas a la esencia ancestral…
No se entiende el peso excesivo del sector financiero en el PIB. Nunca antes fue tan elevado. Las finanzas se han divorciado del comercio y la economía real, su razón de ser primigenia.
Es necesario volver a encarrilar el sistema financiero. Rediseñarlo introduciendo mecanismos que impidan tropelías como las que todavía seguimos padeciendo. Prohibiendo los instrumentos financieros absurdos que exacerban el riesgo a cambio de nada, cuya letra pequeña nadie entiende, empezando por aquellos que los adquieren y contratan.
JP Morgan respondía con sus propios bienes del quebranto que pudiese ocasionar a su firma. Hasta no hace mucho, los socios de Goldman Sachs también. El que quiera cobrar remuneraciones escandalosas deberá volver a responder con su abultado patrimonio de sus decisiones erróneas o, si no, dedicarse a otra cosa.
Es necesario reducir abruptamente la concentración financiera promovida como consecuencia de la crisis financiera en vigor. Poniendo al mando de las entidades resultantes a gente decente y honrada. Reconvirtiendo el contubernio manipulado en que se ha convertido el sistema financiero mundial obligándolo a retornar a sus esencias mercantiles y comerciales.
La banca nació con el fin de servir como simple intermediario entre comprador y vendedor. Se dedicaba a facilitar las transacciones económicas. Apadrinaba de manera rápida, segura y fiable nuevas aventuras mercantiles otorgando crédito de manera sensata.
Desgraciadamente, las finanzas han dejado de ser un medio capaz de propulsar el bienestar y el comercio para convertirse en un fin en sí mismo. En un lastre y en una bomba de relojería recurrente generadora de burbujas diversas destinadas a explotar cada cierto tiempo una vez los gurús han vuelto a hacer caja con sus prédicas absurdas. Cambio conceptual que tomó carta de naturaleza desacerbada durante los años 80 del siglo pasado.
La incapacidad del planeta de seguir el ritmo de crecimiento económico añorado es otro mal añadido. El acelerado ritmo con el que se derrochan los recursos finitos pasará factura en su momento. La energía fósil tiene fecha de caducidad de pocos siglos, suponiendo que se pudiera quemar todo el inventario almacenado en las entrañas de la Tierra sin mayores consecuencias climáticas y medioambientales.
… el retorno a un comercio eficiente y justo…
El capitalismo comenzó hace milenios como simple trueque. Se creó la moneda con el fin de agilizar las transacciones económicas. Como pesaba mucho y era incómoda, los chinos inventaron el papel moneda, que lubricó la Ruta de la Seda.
Los agricultores temían las bruscas subidas y bajadas de precios. Se organizaron los mercados de futuros y se ofrecían derivados financieros para proporcionar mayor tranquilidad, al principio como cobertura que atenuase las variaciones de precios. La desgracia llegó cuando esas coberturas se convirtieron en armas de destrucción masiva, tal como las define un ilustre financiero, y se dedicaron a exacerbar todo aquello que antes pretendía atemperar, incrementando exponencialmente el riesgo.
Las finanzas evolucionaron con contratos cada vez más sofisticados una vez los españoles arribaron a América. Hasta llegar a los delirantes y absurdos CDS y otros artificios financieros que nadie comprende.
El resto forma parte de la historia triste reciente. La economía financiera, el simple intermediario de antaño, se ha convertido en protagonista absoluto del presente económico, pervirtiendo el sistema y empobreciendo a la mayoría de la población.
El crédito sigue sin fluir hacia particulares y empresas, su razón de ser primigenia. Su único destino actual es financiar a reyes metafóricos y tiranos. La burbuja de deuda pública se incrementa, aquí o acullá, hasta que acabe por reventar. Los sistemas financieros, por el contrario, han dejado de funcionar con aquello para lo cual fueron creados. Se vuelve al trueque, se llamen bitcoins u otras iniciativas que están surgiendo fuera del sistema. Brutal paradoja.
En vez de analizar con profundidad los hechos y actuar con sensatez, desde que comenzó la crisis se han reforzado los mecanismos financieros que nos han llevado al desastre. La banca mundial se concentra cada vez en menos actores alejándola del objetivo tradicional: la mera intermediación que promueva el crédito, proporcionar facilidades a los empresarios y agilizar el comercio. El crédito ya apenas se otorga a particulares y empresas más que para especular. Su objetivo primigenio raramente se cumple ya.
Las legendarias Cajas de Ahorros y Montes de Piedad demolidas por nuestros políticos incompetentes, los que no corruptos, tuvieron un papel muy digno durante más de doscientos años. Hubo al frente de ellas gente capaz y honrada. Quedan unas pocas entidades virtualmente quebradas, asistidas artificialmente por el BCE aquí y la FED allá. El Banco de España continúa de oyente desprestigiado.
El motor económico no podrá arrancar mientras no vuelva a haber un entramado financiero diverso y disperso con objetivos claros, con activos más reducidos respaldados con algo más que aire. Con entidades sanas y profesionales. El poder financiero debe dejar de seguir concentrado en manos de unos pocos desalmados.
El trueque, después denominado comercio, tal como antaño se denominaba esa cosa que atiende hoy al nombre de capitalismo, continuará siendo la base y el sustento de todo, como lo ha sido desde la época de tartesios y fenicios. Ya tuvimos suficientes experimentos colectivistas y autoritarios el siglo pasado.
… y la justicia nobelada
Calentamos hoy motores para terminar de desquiciar a aquellos supuestos sabios que se niegan a ver, estudiar, debatir y barruntar nada coherente, no sea que se les desmorone el tinglado académico.
Ayer se otorgó el mal llamado Premio Nobel de Economía a más de lo mismo. Es injusto que a uno de los artífices de la ampliamente desacreditada Hipótesis de los Mercados Eficientes y a otros colegas con trabajos empíricos no demasiado elevados se pretenda colocarlos a la altura científica de los padres del bosón de Higgs, o creativa tal cual la cuentista Alice Munro.
Higgs y sus colegas-uno ya murió-han tenido que esperar la friolera de medio siglo para recibir el premio. Ha sido después de que diferentes equipos, dinero a espuertas y mucha tenacidad permitieran que su partícula asomara tímidamente la cabeza y se dignara a sonreír.
¿Por qué no se emplea el mismo rigor científico en economía? ¿Cuándo dejará la Academia y el Banco de Suecia de hacer daño a la humanidad premiando y fomentando de manera inmerecida la delirante y acienciada economía técnica?
¿Tendrán algún día el valor de dejar en suspenso los galardones hasta que la economía se convierta por fin en ciencia rigurosa? Cuando las aportaciones realizadas contribuyan a iluminar, a entender y resolver los desafíos económicos venideros. Cuando acaten la realidad natural de este planeta. Cuando la economía fundamental se convierta en protagonista principal.
El sistema financiero continúa derrapando. Por sus cloacas sigue sin fluir el crédito. Tan sólo más pestilencias que se pagan a prorrata entre todos los ciudadanos que producen y trabajan. La ortodoxia económica, los druidas que teledirigen esta llamémosle civilización, han perdido el rumbo, aunque sigan marcando el cruel trayecto. Quizás nunca dispusieron de carta de navegación científica ni de conocimientos que permitiesen pilotar nada.
- IPCC: ¿mentirosos o rigurosos? José M. de la Viña
- El escandaloso informe sobre el cambio climático (IPCC 2013) José M. de la Viña