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La batalla perdida entre razón y economía
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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La batalla perdida entre razón y economía

Quedamos en que la economía ha quedado reducida a la ciencia de lo inmediato siendo benevolentes en vez de crueles. Cosa fácil dada esta crisis

Quedamos en que la economía ha quedado reducida a la ciencia de lo inmediato siendo benevolentes en vez de crueles. Cosa fácil dada esta crisis y su coyuntura. Es incapaz de otear más allá de sus narices, de lo que los mercados del momento dictan o manipulan. ¡Y tal sinrazón es 'nobelada'!

Sólo sirve para explicar el futuro a corto plazo una vez que ha pasado. No está preparada para predecir el mañana porque sus leyes no alcanzan a vislumbrar ni siquiera lo que pasará dentro de un rato. ¡Y a tal cosa la consideran ciencia!

Los cambios energéticos en la Tierra se producen habitualmente de una manera pausada. Excepto cuando algún meteorito gigante, un volcán cabreado o puñeteros rayos gamma lo modifican radicalmente de manera inmediata. Cambios climáticos de todo tipo ha habido siempre, y han provocado sequías o glaciaciones, machacado civilizaciones. Más de una cultura y especie desapareció por su causa. Esta vez es diferente.

El calor delSol lo almacenan los océanos

La superficie de la Tierra es un sistema energético semicerrado variable con el tiempo. Recibe energía del Sol. Parte de ella vuelve por donde ha venido después de atravesar la atmósfera, escapándose de nuevo hacia el espacio, una vez ha sido reflejada no sólo por el menguante manto blanco.

El incremento del efecto invernadero causado por el CO2 artificialmente emitido hace que el exceso de energía radiado se quede entre nosotros. En la atmósfera una pequeña parte, en los océanos el resto.

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El cuadro y su explicación es cortesía de Skepticalscience. Desde los años 60 del siglo pasado, el 90% del exceso de energía radiada ha ido a parar a los océanos cual condensador que se está cargando. Apenas el 10% ha sido absorbido por la superficie de la Tierra, por su atmósfera o por el hielo derretido a causa suya.

El calor extra acumulado en las profundidades acabará pasando factura a la superficie del planeta y a los humanos. Los océanos están retrasando los efectos del cambio climático, cualesquiera que estos sean, acumulando buena parte del exceso de energía radiada. Aparentemente no pasa nada, de momento. El proceso es lento. No lo notamos.

Antes o después, los mares devolverán su osadía a los hombres. Y cuando el equilibrio no solo térmico de los océanos se agriete, su distribución de temperaturas o de salinidad varíen más de la cuenta, sus corrientes y acidez se modifiquen sin solución de continuidad o la basura acumulada los terminen por anegar, cuando su fauna emigre de aguas, sus especies desaparezcan porque han sido pescadas todas y los corales se disuelvan, que Dios nos coja confesados.

El conocimiento de los océanos es infinitamente menor que el que tenemos acerca de la atmósfera. No sabemos a ciencia cierta que pasará. ¿Habrá merecido la pena tal ignorancia autoinflingida, la desidia consciente, la codicia sin límites, la ley del más fuerte hasta que deje de serlo?

Los océanos se regenerarán. Se adaptarán a la nueva situación. Necesitarán siglos, centenares de ellos, para poder proporcionar riqueza similar a la actual, exuberancia como la que aleteaba por los siete mares hasta hace unos pocos años. Nuestra adaptación a él necesitará tiempo, mucho tiempo. No lo tendremos. Y mientras no se modifique el paradigma que rige el crecimiento económico, seguiremos empeorando la situación, reduciendo la capacidad de este planeta de albergar seres humanos durante los siglos venideros.

El cambio climático incrementará su velocidad

Este cambio climático global se diferencia de cualquier otro anterior, siempre y cuando no haya sido local, por tres motivos: es de origen humano, va demasiado rápido yse acompaña de modificaciones adicionales en el entorno como losrecursos dilapidados, el aire envenenado y la contaminación, labasura y la pérdida de biodiversidad como nunca antes jamás se vio.

Nos adaptaremos, dicen incluso los que hasta ayer negaban el fenómeno. Tenemos tecnología para ello. Y olvidan que ha sido su mal uso y el abuso lo que lo ha provocado. Sigue sin hacerse nada para atenuar los hechos. Será imposible revertirlos, entropía obliga. No sólo eso, durante los últimos años la tecnología está acelerando la escabechina al acatar los sacrosantos principios que pregonan las teorías que pretenden espolear de manera absurda el crecimiento económico. Sólo el tiempo ejercerá cura.

Crecimiento económico desnortado

Una de las ramas más dantesca, absurda y rabiosamente de moda es la que pretende formular de manera atrevidamente científica el crecimiento económico que apenas disfrutamos ycuyo profeta más destacado es otro premio Nobel del gremio, Solow,que piensa que a base de tecnología y capital el mundo crecerá. Hasta que converjan todos los países y lugares al llamado estado estacionario a causa de esa cosa tan manida y gravosa denominada utilidad marginal.

En estacionario se convertirá este planeta. Ciertamente. Menguante hasta alcanzar la miseria será tal estado. Se olvida el pollo 'nobelado' y el resto de su corral que habitamos un planeta aislado que sólo recibe energía del Sol, cual estufa que ahora calienta más de la cuenta espoleada por el mal uso del carbón, el petróleo y el gas.

Que no tiene en cuenta que la escala temporal nuestra es infinitesimal, no cósmica, ni siquiera planetaria. Los desperfectos que causamos a la Tierra en unos meses tardarán miles de años, si no millones, en arreglarse gracias a la paciente labor de la fotosíntesis y de la evolución de las especies. No está claro que la humana vaya a tener gran futuro, vistos los antecedentes.

Los recursos son limitados. El reciclado indefinido es imposible. A escala planetaria hemos acelerado la entropía una barbaridad durante los últimos doscientos cincuenta años. No hay tecnología, ni religión, ni geoingeniería capaz de revertir eso, más que atenuar sus efectos e implorar clemencia a los océanos.

Crecimiento económico que tal y como está planteado, dilapidando energía sin conmiseración que provoca cada vez mayores incomodidades o enfermedades pulmonares, está incrementando el calor latente de la superficie del planeta por efecto de los gases de efecto invernadero inyectados.

La razón ha claudicado

El uso sosegado del conocimiento y la tecnología existente podrían ayudar a atemperar la coyuntura. Haría falta aplicarla con sesera generando empleo. Se podrá hacer el día en que se tiren a la basura las leyes económicas en vigor que pregonan que el crecimiento sólo es posible mediante consumo incontrolado y salvaje, tecnología aplicada a lo bestia que sustituya al empleo o, si no, capital que sustituya a ambos. El maquinismo se ha convertido en religión.

Cosas de las cuales el ínclito Krugman y sus sandios adláteres, aunque sean de la oposición pero igual de recalcitrantes, siguen sin enterarse. Estudien algo de ciencia: física, química, geología, biología y, de paso, alguna cosa más. Escuchen antes de pontificar. Aprendan. Saquen conclusiones. Cuenten hasta tres antes de volver a barruntar sus sandeces recurrentes una vez más.

Nada indica que el futuro se comportará igual que el pasado reciente. La mayoría de los estudios econométricos que pretenden validar sus teorías conviene tirarlos a la basura. Como dicen los folletos de inversión: rentabilidades pasadas no presuponen rendimientos futuros. Con el crecimiento económico pasa lo mismo. Si la barra libre de energía se acaba por necesidad, si la porquería asociada termina por pasar factura, si el paradigma del crecimiento se modifica, nada de lo anterior valdrá.

La economía teórica en vigor ya es 'ciencia'obsoleta. Es necesario cambiar el paradigma incorporando todo lo que no tiene en cuenta, ni computa, ni valora. Asume que el planeta será siempre el mismo. Que nada cambiará. Que esta Arcadia consumista y feliz podrá cabalgar con igual inconsciencia durante toda la eternidad.

Dicen los sabios 'nobelados': no problem! La tecnología encontrará a tiempo sustitutos necesarios. Y, si no, capital. Se acogen a un milagro. Sin darse cuenta de que capital, tecnología y trabajo no son parámetros intercambiables. Como religión no está mal.

No llamen pues a tal cosa ciencia. Aléjenla definitivamente de las de verdad, aquellas que postuló Alfred Nobel. Hasta que no lo hagan, la razón seguirá rendida, inerme y cautiva en manos de la acienciada economía y su Inquisición académica nobelada y recalcitrante.

Quedamos en que la economía ha quedado reducida a la ciencia de lo inmediato siendo benevolentes en vez de crueles. Cosa fácil dada esta crisis y su coyuntura. Es incapaz de otear más allá de sus narices, de lo que los mercados del momento dictan o manipulan. ¡Y tal sinrazón es 'nobelada'!

Efecto invernadero Tecnología
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