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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Renacimiento

Hay que tener confianza en la evolución del pensamiento. Hace falta un nuevo Renacimiento. Lo declaró a su manera Gao Xingjian, primer chino al que se

Hay que tener confianza en la evolución del pensamiento. Hace falta un nuevo Renacimiento. Lo declaró a su manera Gao Xingjian, primer chino al que se ha concedido el Premio Nobel de Literatura en el año 2000. Lleva más de un cuarto de siglo exiliado en Francia. La grandeur no está del todo perdida. Parece que ahora se nutre de Oriente a falta de cantera propia, cosa que dignifica al gallo y a Marianne.

Estuvo nuestro protagonista en la Alhóndiga de Bilbao. Se hizo eco de ello el atribulado diario El País, el cual reverberó alguna de sus afirmaciones. Yo extracto a su vez de él aliñándolo con comentarios indecorosos. Proclamó:

“…estamos en una crisis no solo económica, sino también social y de pensamiento...”.

Ya me cae simpático. Empezamos estando de acuerdo en algo.

“...tenemos una gran riqueza de pensamiento humanista, pero frente a todo esto, ¿qué puede hacer un pobre individuo frágil frente a la sociedad, a la política, a la sociedad de consumo; frente a la degradación de la naturaleza y la condición que nos rodea? La gran pregunta es cuál es el auténtico valor del individuo y qué puede hacer...”.

Riqueza de pensamiento humanista que se bate en retirada de los sistemas educativos mundiales y no sólo europeos. En los españoles ya no queda nada. Bolonia se cargó lo poco que restaba. La universidad ha dejado de ser un lugar para enseñar tan sólo para inculcar supuestas capacidades y habilidades, parecidas a las que tenían Tarzán y la mona Chita.

Sigue sin ser un lugar destinado a INNOVAR. Ya no proporciona conocimientos ni fomenta debates. No genera nuevas ideas. Se ha convertido en una agencia de colocación de flojos intelectuales, amordazada por los ratios, las clasificaciones y la excelencia mediática. Que predica la ley de la selva, la productividad, el utilitarismo y el valor añadido, si se supiese en qué consisten tales sandeces.

Que sólo se preocupa de fomentar competencias y habilidades que apenas permitían a Tarzán sobrevivir en la selva mediante la tiranía de la evolución continua. Tecla a tecla, lo que no está en Google no existe: luego no hay nada.

Riqueza de pensamiento humanista que se bate en retirada de los sistemas educativos mundiales y no sólo europeos. En los españoles ya no queda nada. Bolonia se cargó lo poco que restaba

Se fomenta así la infantilidad en los jóvenes al impedirles que actúen bajo su propia responsabilidad. Si quieren estudiar, que estudien, como hicimos los demás. Para ello, hay que esforzarse, coderas, algo más que teclear. Si no, a rebuznar. Ya lo hacen con título, tutor y nada de frustración. Ya lo piarán.

El individuo se está volviendo un ser frágil y desnortado. Se está convirtiendo en pasivo espectador de la historia en vez de su impulsor y su conductor, como hasta ahora había sido, con el interludio de unas cuantas masacres.

Contempla impunemente la degradación medioambiental y social porque prefiere no pensar, no elaborar ninguna estrategia global que le obligue a recuperar su papel motor del pensamiento y rector de la evolución humana. La inercia rige sus vidas. Darwin acabará con ellos.

La Ilustración dio paso a guerras y al imperialismo de Napoleón. La modernidad ha dado paso a la posmodernidad, sin ninguna grandeza ni nada que mostrar más que impostura mediática y vacío intelectual, con ceja, sin ceja, pero con la faltriquera a rebosar.

¿Soluciones? Las hay. En eso soy más optimista que él. Sólo que nadie quiere ni siquiera contemplarlas.

“...el liberalismo también nos ha llevado a la situación actual, donde la ley de mercado lo invade todo, incluso la literatura. Y tanto ella como el arte se han convertido en productos de consumo, y asistimos a esta proliferación de best-sellers. Ya no es una literatura de pensamiento, es un producto de consumo al dictado de la moda...”.

El ultraliberalismo, diría yo. El liberalismo de la Constitución de Cádiz fue un afán noble, aunque fracasara. Los intelectuales han delegado en los economistas, los cuales monopolizan con su intransigencia y su cerrazón mental la opinión pública y los medios. Krugman y Stiglitz son dos ejemplos rabiosamente mediáticos de la antiintelectualidad dominante.

El individuo se está volviendo un ser frágil y desnortado. Se está convirtiendo en pasivo espectador de la historia en vez de su impulsor y su conductor

Los pensadores no han sido arrinconados porque apenas quedan unos pocos. No estaría mal el relevo si tales gurús mediáticos tuviesen teorías sensatas y rigurosas que ofrecer. Desgraciadamente, los economistas se reducen a dos: keynesianos y monetaristas, ambas corrientes excelsas y con enjundia. Es decir: nada.

Eppur si muove. “Y, sin embargo, se mueve”. Lo dijo Galileo cuando abjuró de sus descubrimientos bajo la pena capital. Palabras que se deberán grabar en fuego en el frontispicio de las universidades norteamericanas monopolizadoras de Premios Nobel de Economía el día que abjuren de la Inquisición.

Cuando se animen a desarrollar la economía fundamental. Tal proclamación marcará la defunción de la posmodernidad. Servirá de recuerdo hacia aquellos que pretenden anquilosar el conocimiento, de los perjuicios que produjeron tales instituciones a la ciencia económica, al planeta y la evolución de la humanidad.

“...el posmodernismo ha sido catastrófico, es una ideología que ha influido muchísimo en la manera de crear y de pensar. Pero ¿qué es el posmodernismo? Está vacío de sentido, como modelo, lenguaje, en sentido gramatical. Es un callejón sin salida…”.

El posmodernismo no es más que una tomadura de pelo virtual. Son poses, fachadas, rabiosa tecnología mal utilizada, tatuajes y estética que se ha convertido en horror y mal gusto, libros de difusión masiva que acumulan letras sin juntar palabras mientras la enjundia se arrincona y se avasalla. Libros de contenido almohadillado para consumo de masas que adoran la telebasura y al Gran Hermano: Google, Facebook y tantas otras secuelas concebidas por la NSA desde 1984, el año fatídico instaurado por Reagan.

Son demasiados los títeres del poder o a sueldo suyo que nos dirigen y manipulan a causa de su inconsciencia. Que siguen tan felices pendientes de la siguiente innovación que dará pábulo a otra vuelta de soga más al cuello. ¿Nos quejamos de la crisis económica? Por algo será. A unos pocos beneficia, el resto aplaude con las orejas.

“...lo que hace falta es que los intelectuales, los artistas y los medios de comunicación aborden en un gran debate cómo hacer esa creación, qué hacer ante la situación. Hay que liberarse de los corsés del siglo XX. Igual que hubo un Renacimiento después de la Edad Media que generó un nuevo pensamiento, hay que hacer un llamado a los intelectuales para que aborden esa realidad y no dejar la solución en políticos y economistas...”.

Llevamos varios años repitiéndolo en este blog: el rigor académico ha dejado de existir, al menos en economía. Las ideologías del siglo XX ya no tienen razón de ser. Los recurrentes nacionalismos son el cáncer de cualquier sociedad. En apenas cien años han causado infinitos millones de muertos. Los del XXI, por ahora, causan risa. En su momento le llegará su turno al llanto.

El debate sobre el pensamiento, y la ciencia con él, ha quedado reducido en los medios y los ambientes supuestamente eruditos a la mezquina economía neoclásica, que aquí hemos denominado técnica, por contraposición a la inexistente economía fundamental.

Son los impulsores de tamaña desgracia los departamentos de economía de las grandes universidades norteamericanas, los cuales siguen regidos por sistemas inquisitoriales de enseñanza y de evaluación que cercenan de raíz cualquier INNOVACIÓN en el campo de la economía teórica. Al ser la economía el motor único de esta sociedad, así ha degenerado, significa que funciona por pura inercia suicida y autodestructiva.

Igual que el Renacimiento se alimentó de los clásicos, cuya supuesta obsolescencia alumbró la Edad Contemporánea, los clásicos de entonces y los alumbrados hasta el siglo XX son la única herramienta intelectual de la que disponemos.

¡Lástima que no se enseñe en las escuelas de negocios, en las facultades de Economía ni se mame desde la infancia! Interrumpen la productividad y no proporcionan ningún valor añadido, luego no interesa.

“...este nuevo renacimiento tiene que ser el punto de partida: en Italia ya hubo uno y otro en Francia con la Ilustración, que luego se extendieron por el mundo. El renacimiento actual no tiene que nacer en un país. Al ser problemas universales, tiene que ser global. Los intelectuales del mundo tienen que enfrentarse a la realidad. Confío mucho en los europeos...”.

El liberalismo de la Constitución de Cádiz fue un afán noble, aunque fracasara. Los intelectuales han delegado en los economistas, los cuales monopolizan con su intransigencia y su cerrazón mental la opinión pública y los medios

Nuestro protagonista confía en los europeos. Él es más optimista. Ni siquiera la Unión Europea está por la labor, más que de boquilla. El sistema educativo, no sólo el español, está hundido. Lo que parece evidente es que de los Estados Unidos esta vez no saldrá nada bueno, al menos hasta que sus universidades, comenzando por las de la Ivy League, no espabilen, se renueven y abjuren de la Inquisición.

“…aunque no creo que de estos países vaya a salir este nuevo pensamiento (se refiere a Rusia y China). Su situación es otro gran debate. Recién han descubierto el capitalismo que en Occidente ha mostrado fallos. Rusia y China giran sobre lo mismo y es absurdo. Han llegado en un momento en que aquí…”.

Gao Xingjian es un producto minoritario y exiliado de China. Alguno más aparecerá, esperemos. Pero si el que se conoce su propio percal no es optimista…

La Inquisición tradicional se ha transmutado en posmodernidad. Ya no se queman personas, se impide germinar ideas, lo cual es infinitamente más letal, porque no deja rastro. Todo lo que no sea políticamente correcto o siga la moda es atacado, silenciado o, lo que es más vil y más canalla, simplemente ignorado.

Ya no quedan intelectuales. Los filósofos, los pensadores y los artistas han pasado el relevo a los economistas. Se les considera los intelectuales de hoy. Así nos va.

Parece que estamos ambos en cierta sintonía. Ya somos dos. Faltan 6.999.999.998 personas, si no por convencer, al menos por concienciar, por deshollinar vacíos intelectos para lograr que escuchen, aunque pasen rápidamente de página o cambien de canal.

La Revolución pendiente deberá comenzar con una revolución en la educación, desandando parte de lo andado. Abjurando de la posmodernidad. Promoviendo la economía fundamental y la literatura de verdad. Inspirando la revolución venidera nutriéndola de vieja sabiduría pasada de moda. En lo único que nos ha hecho revolucionar una y otra vez: el pensamiento clásico desde Grecia hasta hoy.

Semana Santa. Tiempo de reflexión para paganos y creyentes, para puros y pecadores, para sabios y para necios. Esperemos que algún inquisidor nobelado que se resista a pertenecer a la última categoría se reconvierta a la ciencia de verdad, apadrinando el Renacimiento pendiente, aunque no sea capaz de alumbrarlo, ni siquiera de entenderlo.

Un premio nobel sabio, Gao Xingjian, ha dado hoy la tabarra por mí. Renacer o fenecer, tal es el dilema. Hoy nos hemos puesto trascendentales. Será el calendario.

Hay que tener confianza en la evolución del pensamiento. Hace falta un nuevo Renacimiento. Lo declaró a su manera Gao Xingjian, primer chino al que se ha concedido el Premio Nobel de Literatura en el año 2000. Lleva más de un cuarto de siglo exiliado en Francia. La grandeur no está del todo perdida. Parece que ahora se nutre de Oriente a falta de cantera propia, cosa que dignifica al gallo y a Marianne.

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