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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Los mártires del medioambiente

Acabamos de conocer una de las claves del éxito económico de Brasil y tantas otras economías emergidas en merecida crisis emergente. Durante los últimos diez años

Acabamos de conocer una de las claves del éxito económico de Brasil y tantas otras economías emergidas en merecida crisis emergente. Durante los últimos diez años han sido asesinadas 908 personas por todo el mundo por defender causas ecológicas y medioambientales, los bosques amazónicos y tropicales, cada día más envueltos en sangre.

La mitad de los crímenes han sido cometidos en la exitosa Brasil. Es sencillo crecer dilapidando a balazos los recursos naturales. Elimina costes superfluos que se convierten en macabras externalidades por el precio de unas pocas balas.

Adjunto informe publicado por la organización Global Witness que recalca los obvios problemas sufridos al elaborarlo, ya que los protagonistas, o estaban muertos, o se cargaban al que indagaba.

Campeona absoluta en asesinatos ha sido la Brasil, gobernada por el Partido antaño de los Trabajadores, hoy de corruptos acaparadores, con 448 masacrados. Lula da Silva habrá abandonado henchido de orgullo su mandato ante el palmarés acumulado y tal muestra de modernidad. Ninguna dictadura anterior se había esforzado tanto en menesteres similares que incrementan la productividad.

Segundo en el podio es la siniestra Honduras, con 109 asesinados, récord absoluto por metro cuadrado. La medalla de bronce se la lleva Filipinas, con 67. Consiguen merecidos diplomas fúnebres Perú, con 58, Colombia, con 52 y México, con 50 gentiles acribillados. Jamás antes había habido tanta mortandad.

Es fácil hacer caja sin más esfuerzo que el de apretar un gatillo ni más inversión que en cartuchos. La mercancía depredada se va a vender igual. Lo más dramático del caso es que, según han pasado los años, la cosecha de cadáveres ha ido aumentando.

Durante estos diez años apenas 10 criminales han sido capturados, juzgados y sentenciados. Parece ser causa principal la impunidad creciente que ofrece en demasiados países un sistema legal y económico desquiciado que mantiene amordazada a la justicia; que es fomentado por políticos corruptos pasteleados por gestores codiciosos que luchan por mantener baratos los recursos naturales, cada vez más escasos, con el fin de exportar deflación a Europa y EEUU.

Que es envuelto bajo el manto supremo de una mayor productividad que jalea una competencia libre de toda servidumbre, sin cinchas éticas ni bozal estético que acalle los remordimientos. Que permite a sus ciudadanos continuar disfrutando del caduco festín mientras la orgía de crédito se intensifica y los precios se deprimen. ¿No es causa de deflación?

Impunidad al ser la justicia incapaz de actuar en tales lugares desincentivando los actos criminales: los compradores de bienes manchados de sangre no lo exigen. Se denomina responsabilidad social corporativa. Consiste en llenar de frases grandilocuentes toneladas de papel verjurado. Bangladesh sufre habitualmente tales hipocresías que demuelen fábricas con míseros trabajadores mal pagados en su interior.

Occidente no sólo no llora. Engulle tales recursos mientras tuerce sin sonrojo el rostro adusto e insensible para no contemplar ningún llanto, ni mirar de frente los ojos desolados de un niño huérfano ni la ironía petrificada de ningún cadáver.

Disfruta de la abundancia depredadora propugnada por las absurdas teorías nobeladas que espolean un crecimiento económico sin compasión, la eterna sustitución de los recursos naturales hasta que no quede nada, a semejanza de lo ocurrido en la isla de Pascua.

Brasil lavará su imagen durante el próximo Mundial de Fútbol mediante múltiples encuentros de once tíos trotando en calzoncillos jaleados por jaurías de inconscientes ciudadanos educados y eficientes, se supone, menos cuando los sueltan en el estadio para mostrar sin pudor su verdadero ser, sus más bajos instintos animales reprimidos a causa de la corrección política y el intelecto amordazado por una deficiente educación.

Sólo quedan dos meses. Occidente aplaudirá con las orejas el milagro económico de Brasil, su éxito deportivo, mientras se seca los remordimientos de la frente mediante goles, penaltis e insultos al árbitro. Me quedo con las carreras de cuadrigas. Eran más vibrantes para los sentidos y menos nocivas para el alma.

¿Soluciones? Las habría si alguien las quisiera aplicar.

  1. Boicot al Mundial de Fútbol de Brasil por parte de Europa. Hasta que la justicia brasileña no encause al menos a la mitad de los responsables de los crímenes perpetrados durante los últimos cinco años, por poner una cifra al azar. Iluso. ¿Quién osaría? El futbol es el opio del pueblo, la perenne droga que le impide ocuparse de los asuntos importantes, anestesiante perverso cual revista del corazón o malsana telebasura. ¿Quién si no va a seguir engañando a los tontainas europeos, paladines de la innovación, que no quieren saber nada que perturbe la “productiva” inercia instaurada?
  1. Implantación unilateral y obligatoria por parte de la Comisión Europea de sistemas homologados de trazabilidad de cada recurso natural desde el origen hasta que llega a manos del consumidor, durante toda la cadena de valor. Impidiendo que acceda a los mercados europeos aquel que no desee acatarlos, ni comerciar con lealtad y buena fe. O se grave proporcionalmente mediante aranceles a la importación que desincentiven cualquier asesinato. No sería complicado instaurarlo si hubiese estadistas responsables y voluntad para hacerlo. Se trata de colocar en el mercado únicamente mercancías elaboradas sin ningún aliño sangriento. Obviamente, se incluiría el coltán de los autistas smartphones.

La selva está cada vez más deforestada de justicia y no sólo de árboles. Su ley ya se aplica a todo el sistema económico, para perjuicio suyo, y de casi todos.

Conciso post, sin gaitas ni florituras, cual se merece tal asunto mortal y trágico. Dudo que nadie lo quiera asumir. Obligaría a recapacitar ante tanto crimen impune y, de paso, a INNOVAR por fin.

Acabamos de conocer una de las claves del éxito económico de Brasil y tantas otras economías emergidas en merecida crisis emergente. Durante los últimos diez años han sido asesinadas 908 personas por todo el mundo por defender causas ecológicas y medioambientales, los bosques amazónicos y tropicales, cada día más envueltos en sangre.

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