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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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El mayor reto tecnológico

La virtud absoluta nunca existe, excepto para la corrección política dominante y la economía ortodoxa, que ignora mediante externalidades aquello que no le conviene, que suele ser lo más importante

Foto: La tierra junto al ultimo planeta descubierto por la Nasa (Efe)
La tierra junto al ultimo planeta descubierto por la Nasa (Efe)

Espejito, espejito, ¿cuál es la tecnología más ansiada? ¿Acaso es esa que predico cual madrastra malvada?

Blacanieves contestó desde el cuarto de la plancha entre sollozos y lamentos por su falta de sensibilidad: no madrastra, es aquella que permitirá que se desarrolle una economía circular, capaz de respetar la naturaleza en vez de deteriorarla, permitiéndola renacer en cada ciclo económico. De garantizar que nuestros hijos puedan disfrutar de ella igual que nosotros lo hacemos, aunque sea cada vez con más polución y máscaras.

¿Qué es tal cosa? Rugió inesperadamente.

Aquella capaz de generar actividad económica sin deteriorar este planeta ni agotar sus recursos. Capaz de regenerarse una y otra vez, a semejanza de los ciclos naturales, dijo Blancanieves con voz entrecortada.

¿Acaso es eso posible? Inquirió con desgana la obtusa madrastra.

No al cien por cien, pero sí en una proporción elevada si abjuras de tu cerrazón teórica y permites que se desarrolle tal cosa, murmuró con voz apenas audible Blancanieves para que no la acallara. Somos la única especie que no seguimos las leyes naturales del lugar que nos alberga y que nos da de comer, continuó. No puede ser bueno saltarse las reglas impuestas por la naturaleza una y otra vez y pensar que, a la larga, no traerá terribles consecuencias para este planeta y sus habitantes.

Somos la única especie que no seguimos las leyes naturales del lugar que nos alberga

¿Cómo se puede hacer? Preguntó extrañamente la susodicha malvada como si por fin la interesara, espejismo que al momento se esfumó.

Redefiniendo el concepto de productividad con criterios energéticos y medioambientales, exclamó Blancanieves: un producto o servicio será más competitivo cuando, a igualdad de utilidad, menos agua y energía malgaste, menos materiales finitos necesite, menos contaminación emita, menos desechos produzca y menos inmigración promueva.

La virtud absoluta nunca existe, excepto para la corrección política dominante y la economía ortodoxa, que ignora mediante externalidades aquello que no le conviene, que suele ser lo más importante a tener en cuenta, ya que es lo que coarta el futuro y entristece el paisaje.

Un producto contendrá mayor valor añadido cuanto más valor ofrezca a igualdad de recursos utilizados y efectos secundarios producidos, medidos con variables físicas y no solo monetarias.

Para conseguirlo, será imperativo redefinir conceptos básicos de la economía como la apropiación, la valoración o el intercambio. O el tratamiento de las llamadas externalidades negativas, perverso mecanismo que expulsa de lo económico, y no lo considera tal, todo aquello que machaca este planeta y a sus semejantes.

El concepto de rendimiento energético es la relación entre la energía mecánica obtenida y la utilizada. La diferencia es calor. Y, de este principio, ninguna tecnología se puede zafar, ni ningún producto o servicio lo puede obviar.

La economía del futuro debería ser capaz de diseñar mecanismos de libre mercado que considere productos con mayor valor añadido aquellos que menos recursos utilicen para hacer el mismo trabajo o proporcionar idéntica felicidad.

De la misma manera, la productividad se debería definir como la relación entre el rendimiento económico obtenido y los recursos utilizados, sean humanos o materiales. Deberá ser incluido en su formulación todo aquello que la economía ortodoxa hoy desprecia e ignora, como la cantidad de materiales finitos despilfarrados, la contaminación producida, el gasto energético o la pérdida de biodiversidad, sin contar perjuicios sociales.

Se trata de poner a competir recursos, sean humanos o materiales, de manera que serán más productivos y producirán mayor valor añadido relativo aquellos que menos contaminen y deterioren el planeta. Implicará, en contra de lo que predica la economía mainstream, que el factor trabajo se revalorizará, lo cual permitirá incrementar por fin el empleo.

Es esta, evidentemente, una visión opuesta a la dominante en la economía académica. Será la que pervivirá por necesidad una vez admitan los economistas que tecnología y religión son cosas diferentes. Que en un planeta aislado la tecnología podrá paliar hasta cierto límite la escasez futura o los destrozos causados, pero no podrá sustituir eternamente lo que no hay, ni resolver todos los problemas causados de una manera total.

China o EEUU deberán reformular su modelo de crecimiento económico para bien de la humanidad

Solo el tiempo, recurso escaso en esta sociedad con prisas, podría en todo caso hacerlo. Si se consiguiese, se alumbraría una sociedad de divina perfección. Y, mucho me temo que, con tal caterva de humanos irresponsables, la cosa no parece factible, y menos de momento.

Con esta nueva formulación, muchos productos que dejaron de ser competitivos y que produjeron la deslocalización industrial, por ejemplo, volverían a serlo. El trabajo manual se consideraría más productivo en multitud de casos, generando empleo.

Y países que consiguen su crecimiento económico utilizando los recursos de manera mucho más ineficiente que los demás, como China o EEUU, deberán reformular su modelo de crecimiento económico para bien de toda la humanidad. Son los mismos que se consideran todavía los más eficientes con los criterios marginalistas actuales.

En ningún planeta aislado los recursos son infinitos salvo que los incremente un meteorito. Implica que hay que dejar de valorar la actividad económica con criterios marginalistas, exclusivamente, que ignoren la variable tiempo. Descontando de alguna manera la escasez futura y los daños producidos hoy, que nuestros descendientes padecerán por necesidad.

Esta nueva economía, la verdadera economía verde y no los apaños que nos pretenden vender buhoneros disfrazados de ecologistas, exigirá desarrollar nuevas tecnologías, utilizar saberes multidisciplinares con un tratamiento holístico, ya que el resultado de la actividad humana y económica no es la suma de las partes.

Tampoco es mayor que la suma como insisten muchos sabios. La economía ya no es ni siquiera una actividad de suma cero. Es negativa desde hace tiempo a causa de la huella ecológica: necesitamos planeta y medio para mantener la actividad económica actual.

Pero solo tenemos uno. A la madrastra eso le importa un carajo. Como venganza por hacerla pensar, obliga de nuevo a Blancanieves a callar la boca y seguir contaminando con su plancha de carbón.

Espejito, espejito, ¿cuál es la tecnología más ansiada? ¿Acaso es esa que predico cual madrastra malvada?

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