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Ignacio Rupérez

Basado en la Evidencia

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Correr está de moda. No hay fin de semana en el que no haya una carrera popular atravesando la ciudad por alguna causa (cáncer, ciencia, emprendedor)

Correr está de moda. No hay fin de semana en el que no haya una carrera popular atravesando la ciudad por alguna causa (cáncer, ciencia, emprendedor) y basta con pasear por los parques urbanos para comprobar que están llenos de gente entrenando. En el mundo de las finanzas, el ‘running’ es hoy lo que antaño era el golf. Los ejecutivos coinciden en estas carreras, demuestran que están más en forma que la competencia y, de paso, hacen contactos y negocios. Es curioso que un deporte desde siempre al alcance de cualquiera ahora atraiga a las élites del mundo de los negocios.

Aunque muchos no estén dispuestos a admitirlo, la esfera financiera también se deja llevar por las modas y esto afecta a temas más superficiales como a la fiebre por el running pero también a las decisiones de inversión. Y si no, tomemos el ejemplo de España. Es innegable que hay ciertas cosas que han mejorado, pero igual de cierto es que los fundamentales de la economía española no han cambiado tanto desde hace un año. Sin embargo, los inversores han pasado de denostar este país a darse codazos por hacerse por las oportunidades españolas. Es como si en los despachos de los grandes fondos se hubiese pasado de “no se te ocurra presentar nada que suponga invertir en España porque te juegas el puesto” a “no me digas que vamos a ser los últimos tontos en entrar”.

Muchos sitúan la entrada de KKR en la Operación Copérnico como el punto de inflexión que abrió la veda. Después vendrían más fondos con apetito inversor dispuestos a apostar por las oportunidades del mercado español. Y más recientemente, la inversión de Bill Gates en FCC ha supuesto el empuje definitivo.

La esfera financiera también se deja llevar por las modas. Los inversores han pasado de denostar este país a darse codazos por hacerse por las oportunidades españolas

Si echamos un vistazo a los números y hacemos una comparativa con 2012, comprobamos que, efectivamente, algunos indicadores han experimentado una leve mejoría: el PIB en volumen ha registrado un crecimiento del 0,1% en el tercer trimestre de 2013 poniendo fin a más de dos años de retrocesos consecutivos y el déficit público espera situarse en el 6,8% del PIB este año, frente al 10,6% del año pasado. Sin embargo, la mejoría ha sido leve o al menos no proporcional a las últimas reacciones optimistas de los inversores. Además, conviene no olvidar que España continúa con una tasa de desempleo del 26% y una deuda pública creciente que se situaba en el tercer trimestre del año en el 93,4% del PIB (14,3 puntos más que en mismo periodo del año pasado). De hecho, como algunos recientes informes señalan (como el caso de Spain 2020 de Amcham Spain),  en España todavía nos quedan importantes reformas por hacer para volver a ser una de las economías más competitivas del mundo.

¿Cómo se explica entonces este cambio de tendencia? Al menos una parte de estos comportamientos no racionales de los inversores es lo que se llama behavioural finance o economía conductal. Los mercados de capitales cuentan con mentes brillantes a las que, aunque cueste creerlo, también les afectan las modas, lo que lleva a que sus decisiones no siempre sean estrictamente lógicas. Esto permite comprender tanto las valoraciones excesivamente negativas sobre la economía de hace un año (que no se correspondían con la realidad racional) como la euforia inversora de los últimos meses (que tampoco es correlativa a la situación macroeconómica).

Esto puedo comprobarse también en la Bolsa. A fin de cuentas, las cotizaciones resumen las expectativas de los inversores sobre el futuro de una compañía. Como si de una apuesta se tratase, la Bolsa es el resultado de la estimación de las ganancias a futuro de las empresas que en ella cotizan, a la que los inversores atribuyen una valoración presente. Y de nuevo, el IBEX parece estar de moda: ha incrementado un 21,3% respecto al año anterior y el mayor ETF sobre el IBEX ha subido un 200% desde enero a pesar de que el entorno en el que se mueven estas empresas no ha variado tanto.

El behavioural finance se convierte en un terreno muy fértil para aquellos que nos dedicamos a la comunicación y las relaciones públicas, porque demuestra que los mercados no son perfectos ni impenetrables y que se puede influir en las decisiones de inversión. Como ocurre en otras esferas, en los mercados de capitales existen también líderes de opinión (o de inversión) que pueden influir en otros, también existe rumorología (que conviene aplacar) y la posibilidad de hacer lobby. Para ello, hace falta saber manejar los tiempos, las expectativas y, sobre todo, la información y quizá es en este último punto donde hemos flaqueado más en España y lo que ha hecho que este inicio de recuperación (macro, porque a nivel micro todo sigue igual) haya tardado tanto en producirse.

*Ignacio Rupérez Larrea. Comunicación Financiera y Corporativa de Burson-Marsteller. 

Correr está de moda. No hay fin de semana en el que no haya una carrera popular atravesando la ciudad por alguna causa (cáncer, ciencia, emprendedor) y basta con pasear por los parques urbanos para comprobar que están llenos de gente entrenando. En el mundo de las finanzas, el ‘running’ es hoy lo que antaño era el golf. Los ejecutivos coinciden en estas carreras, demuestran que están más en forma que la competencia y, de paso, hacen contactos y negocios. Es curioso que un deporte desde siempre al alcance de cualquiera ahora atraiga a las élites del mundo de los negocios.

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