Es noticia
¡Son los impuestos, estúpido! (Parte I)
  1. Economía
  2. Big Data
Juan Manuel López-Zafra

Big Data

Por

¡Son los impuestos, estúpido! (Parte I)

Casi todo el mundo acepta que el retraso en la presentación de los presupuestos no sirvió para que el Partido Popular se hiciera con la presidencia

Casi todo el mundo acepta que el retraso en la presentación de los presupuestos no sirvió para que el Partido Popular se hiciera con la presidencia de la Junta de Andalucía en las pasadas elecciones del 25 de marzo. Sin embargo, en lo que no han caído muchos es que la renuncia a su principal promesa electoral, no subir los impuestos, también fue determinante para aquella amarga victoria.

En este primer artículo llevo a cabo un análisis del voto escrutado real en los distintos municipios andaluces en las elecciones del pasado 25M desde la perspectiva de la fidelización del cliente-votante  como intangible de gran valor para la organización (empresarial o política) que lo consiga. La próxima semana plantearé las conclusiones.

Descarto en primer lugar la imposibilidad de comparar los resultados en unas elecciones con los de otras, que es el cuento que los sociólogos, politólogos y analistas en general esgrimen elección tras elección para justificar por qué han acertado (casi nunca) o por qué han fallado (casi siempre). Si hubiese una razón que explicase los resultados de unas elecciones (más allá de las condiciones extremas que se vivieron de forma excepcional en las de marzo de 2004, de trágico recuerdo) éstas se darían en situación de certeza, lo que invalidaría las israelitas, los estudios de opinión y las cantidades de dinero que manejan las empresas demoscópicas y los gabinetes sociológicos. Más tarde volveré sobre el tema.

Lo segundo es que en las elecciones legislativas, sólo el resultado en términos de escaños  puede verse como un juego de suma nula: los que gana un partido es lo que pierde otro. Cómo se llega a la situación es mucho más complejo; y lo que explica que un partido gane o pierda votos, no sirve para explicar lo del otro. Simplificar, aquí, sólo conduce a la confusión.

1.- Elementos de comercio electoral.

Lo que importa, aquí, ahora y siempre es si he definido correctamente mi producto (todo el mundo sabe que el Santander tiene oficinas bancarias, y nadie entra en ninguna a pedirse un café), si conozco o no a mis clientes (de ahí las constantes llamadas de las compañías de telefonía móvil para saber qué nos gusta o qué no de su servicio), y si el precio es atractivo para ellos o no; normalmente esto último está ligado a múltiples factores que no vamos a detallar, pero que van mucho más allá, como es fácil de entender, del coste de producción. 

Y sí, al votar a un partido u otro se paga un precio, no pasando directamente por caja pero sí por la vía presupuestaria; en principio, tiendo a pensar que las opciones socialdemócratas son productos de lujo (altos impuestos para pagar servicios generales para la sociedad, los "derechos"), mientras que las liberales serían más bien del tipo low-cost (donde uno se paga hasta por el bocadillo de a bordo, si lo quiere; pero donde uno no financia con el precio de su billete el exceso de bocadillos que viaja en la bodega, y que luego o bien se tirarán o bien pasarán al estómago agradecido de algún especialista en localizar la renta). En general, todos los partidos mayoritarios (todos) venden un producto de lujo.

Eso sí, el precio es precisamente la parte más difícil de apreciar de la compra que hacemos cada cuatro años, porque los partidos lo ocultan. Mientras que una tienda tiene obligación de mostrar sus precios, incluso en rebajas el original y el nuevo para que el cliente no se sienta engañado, los partidos políticos venden sus productos sin precio visible (ninguno, al prometer sanidad gratuita universal, nos dice cuánto nos va a costar; ni al ofrecer una rebaja fiscal en el IRPF nos dicen cuánto se va a ingresar de más; claro que, para muchos, el dinero público no es de nadie...).

Por supuesto que no votamos sólo por la cartera, faltaría más. Votamos por la gestión, votamos por los ideales, porque nos caiga mejor o peor un candidato... por tantas cosas como las que nos influyen al comprar unos zapatos de marca u otros corrientitos.

Y entonces, ¿qué ocurrió el 25M en Andalucía? Que sólo un producto funcionó, curiosamente el más caro de todos. Izquierda Unida, la formación comunista que persigue alcanzar una distribución homogénea de la pobreza (no es su ideario, son sus consecuencias). No ganaron las elecciones, pero gracias al fracaso de los demás y a una correcta definición del producto (no engañan en sus planteamientos, todo el mundo sabe que son comunistas, aunque se disfracen también de ecologistas) consiguieron aumentar sus compradores nada menos que en un 22%, doblando su representación parlamentaria.

Los otros tres productos principales funcionaron entre mal y muy mal. Mal funcionó el PSOE, a pesar de ser el gran vencedor factual de las elecciones al retener el poder (pagando, ellos y nosotros, el sobre coste que supone el pacto "de progreso" con IU). Y muy mal funcionaron el PP (perdiendo a uno de cada cinco clientes que le compraron el 20N) y UPyD (que perdió exactamente el doble de clientes, de forma relativa).

Las características de los tres son claras: mala definición del producto, clientes descontentos y precio indefinido (en esto coinciden con IU, pero para el vencedor todo son rosas).

Gráfico 1. Comportamiento relativo de los 4 principales partidos políticos en relación con el apoyo obtenido por cada uno de ellos el 20N.

El Gráfico 1 muestra el rendimiento de cada partido el 25M en relación con el que obtuvo el 20N en Andalucía; presenta, pues, la pérdida o ganancia de clientes de cada producto respecto a esa fecha. Así, el producto "Elecciones" lo compraron ahora un 10% menos de clientes que entonces (los dos bloques superiores); esa es la referencia que debemos considerar. Los cuadros verdes representan, para cada partido, su resultado actual; los cuadros blancos son los clientes que habían comprado el 20N ese producto y lo han abandonado ahora. Sólo IU, como se ve, gana clientes (cuadros anaranjados). Ojo, los cuadraditos no representan el mismo número de clientes perdidos o ganados por cada producto; el Gráfico 2 muestra lo que le cuesta en votos cada cuadradito a cada uno de ellos.

Gráfico 2. Lo que cuesta cada cuadradito; cifras aproximadas.

2. Rendimiento comercial de los partidos.

Si malo es el comportamiento relativo, peor resulta el absoluto en el caso del PP y UPyD. Ese "uno de cada cinco" del PP se traduce en una sangría de más de 415.000 votos; algunos habrán comprado algo de la competencia (no se puede saber con los datos, y menos mal) pero habida cuenta del resultado global no es aventurado decir que han comprado bien comodidad (quedarse en casa) bien castigo (lo que, de ser así, conllevará una dura penitencia en los próximos meses o años).

Cuadro 1. Saldo de votos de cada formación según el grupo de municipios (por número de habitantes)

Gráfico 3. Longitud de la barra: número absoluto de votos perdidos por tamaño de población (x1000 hab). Sólo PP, PSOE y UPyD 

Es interesante observar la evolución de los votos perdidos (de forma relativa al total perdido por cada formación) en virtud del tamaño de las poblaciones en las que se han desarrollado las elecciones, así como la composición de esa pérdida a lo largo de toda la Comunidad andaluza.

El Gráfico 3 recoge qué parte de los votos que cosechó el 20N cada partido se ha perdido ahora en cada núcleo de población. Así, en las más grandes (las 12 mayores ciudades andaluzas, de más de 100.000 habitantes), el PSOE pierde sólo un 6% de los votos de entonces, mientras que el PP casi un 20% y UPyD casi un 40%.

Gráfico 4. Evolución del voto perdido por tamaño del municipio (x1000 hab)

En cambio, el Gráfico 4 muestra, respecto del total de votos que ha perdido cada formación, cuántos se dan en cada tipo de municipio; y observamos que, en los 53 mayores municipios de Andalucía (los de más de 25.000 habitantes) el PP pierde un 60% del total de votos, el PSOE un 75% y UPyD el 70%.

Gráfico 5. Composición de la pérdida del voto por tamaño de municipio (x1000 hab)

(Continuará…)

Casi todo el mundo acepta que el retraso en la presentación de los presupuestos no sirvió para que el Partido Popular se hiciera con la presidencia de la Junta de Andalucía en las pasadas elecciones del 25 de marzo. Sin embargo, en lo que no han caído muchos es que la renuncia a su principal promesa electoral, no subir los impuestos, también fue determinante para aquella amarga victoria.