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Eva Valle

Competencia (im)perfecta

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El consenso político emergente en Europa

El pacto en Austria podría ser el modelo a seguir nada menos que por la principal economía europea, Alemania. También explica algunas de las posiciones de la presidenta de la Comisión Europea

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Los primeros días de 2020 han traído un pacto para formar Gobierno en Austria. Un pacto que resulta, 'a priori', sorprendente, porque aúna las voluntades de dos discursos tradicionalmente enfrentados: el del Partido Popular (ÖVP) de Sebastian Kurz y el de Los Verdes de Werner Kogler.

Se trata, además, de un acuerdo que se construye en torno a dos grandes temas, el medioambiente y la inmigración, bajo la premisa de “unir lo mejor de ambos mundos”, según han declarado ambos líderes, y de que “es posible, al mismo, tiempo, proteger el clima y las fronteras”, según Kurz.

Sin duda, es un acuerdo inédito en Europa nacido de la habilidad política de Kurz y del pragmatismo de Kogler y que puede, incluso, calificarse de experimento. Pero también es un pacto que, quizá, podría funcionar precisamente por encontrar el espacio común entre dos temas de tradicional confrontación entre la izquierda y la derecha, en los que los dos partidos que la protagonizan han defendido posiciones opuestas. Para ello, el acuerdo pasa, por un lado, por incorporar en la política migratoria cierto factor “humano” y, por otro, por no dejar de lado las consideraciones de política económica en la estrategia medioambiental. El tiempo dirá.

Foto: Sebastian Kurz (i), líder de los conservadores, y Werner Kogler, de Los Verdes. (Reuters)

Pero más allá del interés que la política austriaca pueda tener para el lector de estas líneas, el pacto en Austria resulta relevante por dos motivos. Por un lado, podría ser el modelo a seguir nada menos que por la principal economía europea, Alemania. Y, por otro, podría explicar algunas de las posiciones que la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, está adoptando, ante la necesidad de allanar el camino hacia una gran coalición negra-verde en Alemania. Vayamos por partes.

El partido verde alemán (Bündnis 90/Die Grünen) ocupa, desde el último trimestre de 2018 y con un fuerte repunte adicional desde mediados de 2019, el segundo lugar en las encuestas para las elecciones federales de 2021, tras la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU/CSU) de Merkel, a la que se ha aproximado de manera importante. Ha pasado, así, a ser la primera fuerza del centro izquierda en las preferencias de los votantes alemanes, arrebatándole esta posición al, durante años, principal partido de la izquierda, el Partido Socialdemócrata (SPD).

El pacto en Austria podría ser el modelo a seguir nada menos que por la principal economía europea, Alemania

Para ello, los Verdes alemanes han experimentado una profunda transformación desde las posiciones de activismo medioambiental y pacifista de su creación, hace 40 años, hacia un pragmatismo, ambición y ampliación de su discurso que, hoy, se define por la sostenibilidad medioambiental, económica y social. En medio, los Verdes han pasado por una fusión con una alianza de partidos procedentes de la sociedad civil de Alemania del Este y por el impulso que, en 2011, les otorgó el desastre nuclear de Fukushima, que los colocó al frente del Gobierno de Baden-Württenberg (en el que hoy siguen, en coalición con la CDU desde 2016) y que también determinó el discurso nuclear de la propia canciller Merkel. Hoy en día, además, los Verdes tienen capacidad de veto en el Bundesrat y participan en varios gobiernos regionales en los que han adquirido experiencia de gobierno.

Todo ello anticipa, como escenario más probable tras las elecciones de 2021, un Gobierno en Alemania formado por una coalición a la austriaca. Los votantes parecen valorar la experiencia y la estabilidad que aporta la CDU en torno al rigor presupuestario, la competitividad industrial y el control de la inflación, pero también la agenda política del nuevo centro izquierda en torno a los objetivos medioambientales, sociales y su enfoque de la inmigración. La gran perjudicada de todo ello es la socialdemocracia que, en cierta medida, ha muerto de éxito, ya que sus postulados tradicionales sobre el Estado de bienestar o la distribución de la riqueza están plenamente asumidos por todo el espectro político.

placeholder La canciller Angela Merkel. (Reuters)
La canciller Angela Merkel. (Reuters)

Este nuevo consenso que se está formando en varios países del centro de Europa se está trasladando también a las instituciones europeas. Así, la nueva presidenta de la Comisión, la exministra de Trabajo y de Defensa de la CDU, Ursula von der Leyen, presentó, para obtener el respaldo del Parlamento Europeo, un programa, profundamente europeísta, que buscaba un equilibrio entre posiciones más propias de su origen político e importantes elementos de la parte del espectro que le resulta más lejana. Entre ellos, destacan tres: el ambicioso objetivo de proponer “un acuerdo verde europeo” en los primeros 100 días de su mandato, para hacer de Europa el primer continente neutral desde el punto de vista climático en 2050; la formulación de los objetivos económicos de la Unión en torno a “una economía que funcione para todos”, en la que incluye la profundización en la unión monetaria, junto con el pilar social europeo o el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible, y un nuevo pacto de inmigración y asilo, en el que aspira a superar las importantes diferencias existentes en este asunto en Europa y que preste especial atención a la colaboración con los países de origen, además de al control de las fronteras y del respeto de los valores europeos.

Sin duda, este programa tiene un doble objetivo. Por un lado, aspira a poner de manifiesto un espacio común entre la ortodoxia económica representada por el centro derecha y la nueva agenda política abanderada por el centro izquierda. Y ello permitiría ejemplificar que es posible una coalición negra-verde en Alemania con un programa parecido al de la Comisión Europea, como ha sucedido en Austria. Por otra parte, esta agenda europea permite a los partidos verdes un acercamiento a las instituciones europeas, de las que, hasta ahora, han estado muy alejados, algo que, sin embargo, es necesario si quieren formar parte de los grandes gobiernos europeos.

Los primeros días de 2020 han traído un pacto para formar Gobierno en Austria. Un pacto que resulta, 'a priori', sorprendente, porque aúna las voluntades de dos discursos tradicionalmente enfrentados: el del Partido Popular (ÖVP) de Sebastian Kurz y el de Los Verdes de Werner Kogler.

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