Consecuencias económicas
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La subida del SMI, la política del titular que no solucionará la pobreza laboral de España
La baja intensidad del empleo es el auténtico drama del mercado laboral español. La clave no está tanto en subir el salario por hora de trabajo sino elevar las horas de trabajo
La noticia de que el Gobierno volverá a subir el salario mínimo en 2021 ha generado un debate intenso. Las empresas pedían congelarlo y los sindicatos asumen un incremento leve dada la situación económica tan delicada que está atravesando España. La subida del SMI en 2021 será menor y, lo que es más importante, tendrá un efecto mínimo sobre la distribución de la renta.
Para España, el SMI es una herramienta muy poco eficaz para luchar contra la desigualdad, de ahí que las fuertes subidas de los últimos años hayan tenido un efecto leve sobre estos indicadores. El problema es que la pobreza salarial de España no es consecuencia del salario por hora, sino de las horas de trabajo. La estadística de deciles de salarios de la EPA muestra cómo los trabajadores con menores ingresos son también los que menos trabajan. Esto significa que las subidas del SMI tienen un efecto limitado sobre los trabajadores pobres como consecuencia de la baja intensidad laboral.
Los datos son abrumadores: casi el 95% de los trabajadores que están en el primer decil (el 10% que menos gana) tiene un contrato a jornada parcial. Esto es, el principal motivo de la pobreza laboral se debe a la cantidad de contratos parciales. Si se tiene en cuenta a todos los trabajadores con unos ingresos brutos de hasta 1.116 euros al mes, el 65% tiene un empleo parcial.
Esto significa que dos de cada tres trabajadores en riesgo de pobreza laboral tienen un contrato a tiempo parcial. Y no precisamente por voluntad propia, ya que más de la mitad reconocen aceptar este tipo de empleo porque no encuentran un trabajo a tiempo completo. Para todos ellos la subida del SMI en 2021 será muy leve y, además, para sus empresas será muy fácil revertirla, basta con reducir la cantidad de horas de su contrato.
También hay muchos trabajadores en los deciles más bajos de renta que trabajan a tiempo completo, pero ellos son víctimas de una precariedad diferente: la temporalidad. Casi 1,5 millones de trabajadores de los dos primeros deciles de renta tienen contratos temporales. Estos asalariados tienen jornadas de ocho horas al día (si no son más con las extra), pero encadenan el trabajo con el paro, lo que reduce drásticamente sus ingresos en el conjunto del año. Como consecuencia, sus ingresos son reducidos y son quienes más sufren durante las crisis porque son los primeros en perder el empleo.
La mejor forma para visualizar el problema es el siguiente gráfico, que muestra la composición de los distintos niveles de renta en función del tipo de contrato de los trabajadores. En los dos primeros deciles el color azul oscuro destaca por su ausencia y este es justo el problema que tiene que combatir España. Sería la mejor vía para sacar de la pobreza laboral a millones de personas.
En definitiva, un análisis detallado de la pobreza laboral muestra que el problema no son los salarios por hora de trabajo, sino las horas de trabajo. De ahí que el salario mínimo sea una herramienta ineficaz para combatir este grave problema que afecta a más de tres millones de personas. De hecho, los convenios colectivos fijan salarios mínimos superiores al SMI y esto tampoco ha conseguido acabar con la pobreza. Sectores muy precarios como la hostelería o el comercio tienen una incidencia del SMI reducida, pero muchos de sus trabajadores están en una situación muy delicada. El sector donde hay mayor concentración de trabajadores cobrando el SMI es la agricultura, actividad que, además, tiene serios problemas con la temporalidad y el empleo negro.
Desde el año 2007, antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, el salario mínimo ha subido casi un 70%, una gran escalada que ha permitido llevar a España desde los países a la cola de Europa en términos de SMI hasta la cabeza. Sin embargo, los salarios más bajos siguen estancados y muy lejos de los más elevados. En concreto, desde 2007 hasta 2019 el salario medio del primer decil de renta ha subido un 6%, muy lejos del 70% de subida del SMI. El resto de los deciles, todos han mejorado a mayor ritmo: los deciles medianos han subido un 20% y el decil más alto ha mejorado su retribución un 28%.
Datos que muestran cómo los problemas de la baja intensidad laboral han eclipsado el efecto de las subidas del SMI. La mala calidad del empleo se ha convertido en el origen de la pobreza laboral y, si no se combate esta causa, difícilmente se podrán mejorar los resultados. Los males de la economía española, desde la baja productividad hasta la pobreza laboral, hunden sus raíces en la mala calidad del empleo. Es ahí donde las soluciones son urgentes: formación de trabajadores, políticas activas y temporalidad. Pero también son las más delicadas políticamente y las que dan resultados solo en el medio plazo. Mientras España siga liderando las estadísticas europeas de precariedad, el SMI difícilmente puede ser la solución. Además, hay que sumarle la elevada tasa de paro estructural del país, que se sitúa en el entorno del 15%, lo que duplica la media europea. Graves problemas del mercado laboral que no encontrarán solución en el SMI.
La noticia de que el Gobierno volverá a subir el salario mínimo en 2021 ha generado un debate intenso. Las empresas pedían congelarlo y los sindicatos asumen un incremento leve dada la situación económica tan delicada que está atravesando España. La subida del SMI en 2021 será menor y, lo que es más importante, tendrá un efecto mínimo sobre la distribución de la renta.