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El fracaso de Europa: ni frena el virus ni reactiva la economía
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Javier G. Jorrín

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El fracaso de Europa: ni frena el virus ni reactiva la economía

La estrategia de la UE está a medio camino entre la china —confinamientos estrictos— y la de EEUU —mantener la economía abierta—, pero está cosechando los peores resultados de cada una de ellas

Foto: Imagen: Rocío Márquez.
Imagen: Rocío Márquez.

El mantra tan repetido de que sanidad y economía van de la mano se está cumpliendo en Europa a rajatabla: ambas van mal. Después de dos meses de restricciones a la actividad y la movilidad, desde principios de noviembre, las cifras de contagios siguen disparadas. La situación sanitaria se ha complicado tanto que los gobiernos endurecen cada día los confinamientos, lo que está provocando un duro golpe sobre la actividad económica. Así lo recoge el FMI en la actualización de sus previsiones macroeconómicas publicadas el martes. Desde el Gobierno, se ha criticado que las previsiones tienen poca verosimilitud en esta situación de incertidumbre máxima, y tiene razón. Pero la rebaja en las previsiones del FMI no se basa en cambios en su hipótesis de futuro, que se mantiene inalterada, sino que responde a los datos de las últimas semanas, que muestran una clara ralentización de la actividad.

El FMI ha rebajado con fuerza la previsión de crecimiento de la eurozona para 2021, con un golpe especialmente duro para España e Italia. Por el contrario, ha mejorado su estimación para el conjunto de economías desarrolladas, entre las que destacan Estados Unidos, con una mejora de dos puntos, y Japón, con un avance de 0,8 puntos. El fondo constata que mientras la recuperación se mantiene dinámica en el mundo desarrollado, en Europa languidece.

Foto: Manifestación de pensionistas en Bilbao. (EFE)

Las restricciones aprobadas en noviembre, durante la segunda ola, provocaron una recaída del empleo y las ventas en la mayor parte del continente, por lo que es de esperar que el endurecimiento de las medidas en este inicio del año vuelva a provocar una contracción de la actividad. Estados Unidos, por el contrario, está siguiendo una estrategia más agresiva de mantener la economía abierta, en buena medida como consecuencia de la parálisis política desde las elecciones de noviembre hasta la toma de posesión del nuevo presidente, Joe Biden. El resultado de esta estrategia es que su economía resiste a pesar de los rebrotes. La recuperación ha seguido su curso, aunque a un ritmo menor, pero no se ha revertido, como sí ha ocurrido en Europa. El impulso generado por el crecimiento en la segunda mitad del año generará un fuerte impulso en EEUU en 2021. Según el FMI, el país recuperará los niveles de producción previos a la crisis ya en la segunda mitad de este año.

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Existe otro dato que asienta las buenas perspectivas económicas de EEUU, el ritmo de vacunación que está consiguiendo. Según las cifras recopiladas por Our World in Data, Estados Unidos supera ya las siete dosis administradas por cada 100.000 habitantes, más del doble que España o Alemania y casi el triple que Francia. Los datos de EEUU son mejores y también lo son las perspectivas de vacunación, lo que hace que el país vaya un paso por delante de la Unión Europea.

La pandemia también ha demostrado que lo que mejor le viene a la economía es un control férreo del virus con restricciones severas allí donde hay brotes, un férreo control de los contagios y una limitación de la movilidad internacional. Esta fue la estrategia de China y otros países asiáticos y los resultados han sido los mejores del mundo. Sin embargo, en los países occidentales, ha sido imposible restringir con tal intensidad la movilidad.

La estrategia sanitaria de Europa se encuentra a medio camino de la china y la estadounidense: combatir el virus, pero permitir cierta actividad económica cuando las cifras mejoran. El problema es que está cosechando los peores resultados de cada una de ellas, porque los cierres parciales permiten que el virus se siga propagando, pero lastran la actividad de los sectores que dependen del contacto social, hostelería, ocio y comercio, extendiendo la crisis a otras actividades.

El resultado, en términos económicos, será una crisis más larga que seguramente tenga una forma de W, aunque la segunda caída será más leve. El FMI cree que la eurozona no recuperará los niveles de PIB previos a la crisis hasta el año 2022, y España e Italia no llegarán hasta 2023. Esto significa que la pandemia habrá provocado la pérdida de tres años en términos de actividad, y probablemente más en términos de empleo.

El coronavirus ha demostrado que es imprevisible y podría doblegar cualquier estrategia en los próximos meses. Además, las nuevas variantes suponen una amenaza adicional. Pero los resultados económicos obtenidos hasta la fecha son indudables: la estrategia sanitaria de Europa está fracasando en términos de contagios al tiempo que ha provocado la recesión más profunda.

Foto: Hotel vacío en la Playa de Palma de Mallorca. (EFE)

Para España hay una agravante en la estrategia de Europa contra el virus: el cierre de las fronteras nacionales al turismo. Los países emisores de viajeros, los del centro y norte del continente, han conseguido minimizar su crisis gracias a la prohibición de viajar al extranjero. No solo lograron reducir la salida de divisas, también estimularon sus economías con el turismo interno. Las imágenes de playas abarrotadas en el sur del Reino Unido es el mejor ejemplo de cómo los países del norte consiguieron un gran alivio a su crisis cerrando las fronteras al turismo.

Esta estrategia no consiguió mejorar los datos de contagios. De hecho, en noviembre, los países que se cerraron estaban ya peor que España o Italia en cifras de contagios. Sin embargo, sí resultó muy rentable desde el punto de vista económico. Los datos de contabilidad nacional de Eurostat lo muestran claramente. En España, la producción del sector del turismo, transporte y comercio durante el verano fue un 21% inferior a la del mismo periodo del año anterior. Sin embargo, en Alemania, apenas fue un 1,8% inferior, y en los Países Bajos, fue igual que un año atrás.

Esta estrategia de cierre de fronteras ha fracasado a la hora de frenar el virus, pero está siendo muy costosa para los países del Mediterráneo. Según las previsiones del FMI, Alemania ya estará en los niveles de PIB precrisis a finales de 2021 o inicios de 2022, pero España o Italia tardarán, al menos, un año más en lograrlo.

Nada apunta a que esta política vaya a cambiar en los próximos meses, de ahí que los países del sur dependan gravemente del proceso de vacunación en el continente. En los últimos días, diversas regiones europeas han tenido que frenar su proceso de vacunación ante los problemas de suministro. Cada semana que pasa es clave para conseguir las cifras que se ha marcado como objetivo la Comisión Europea, pero el ritmo conseguido hasta la fecha no invita al optimismo, y menos con los graves problemas de suministro que está sufriendo la Unión Europea.

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El mantra tan repetido de que sanidad y economía van de la mano se está cumpliendo en Europa a rajatabla: ambas van mal. Después de dos meses de restricciones a la actividad y la movilidad, desde principios de noviembre, las cifras de contagios siguen disparadas. La situación sanitaria se ha complicado tanto que los gobiernos endurecen cada día los confinamientos, lo que está provocando un duro golpe sobre la actividad económica. Así lo recoge el FMI en la actualización de sus previsiones macroeconómicas publicadas el martes. Desde el Gobierno, se ha criticado que las previsiones tienen poca verosimilitud en esta situación de incertidumbre máxima, y tiene razón. Pero la rebaja en las previsiones del FMI no se basa en cambios en su hipótesis de futuro, que se mantiene inalterada, sino que responde a los datos de las últimas semanas, que muestran una clara ralentización de la actividad.

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