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La quimera de subir los impuestos a las rentas altas en Madrid
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Javier G. Jorrín

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La quimera de subir los impuestos a las rentas altas en Madrid

En los últimos días ha sorprendido el giro del PSOE madrileño que rechaza subir los impuestos a quienes más ganan, sin embargo, es comprensible si se tiene en cuenta que más del 30% de las rentas altas están en Madrid

Foto: Acto de precampaña de Ángel Gabilondo (i) y Pedro Sánchez (d). (EFE)
Acto de precampaña de Ángel Gabilondo (i) y Pedro Sánchez (d). (EFE)
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Hace poco más de medio mes (el 12 de febrero) el portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid, Ángel Gabilondo, presentó un texto con 18 enmiendas para subir los impuestos en la región. Entre las medidas propuestas se encontraba la creación de un nuevo tramo del IRPF para las rentas más altas, la recuperación del impuesto sobre el patrimonio y un endurecimiento de los impuestos de sucesiones y donaciones. Sin embargo, el Gabilondo socialista sorprendió la semana pasada con una promesa electoral de no subir los impuestos a los madrileños. “Un Gobierno excepcional no toca la fiscalidad. Ni para subir los impuestos como proponen unos ni para bajarlos como proponen otros. No los vamos a tocar.”, escribió en una tribuna en ‘El País’.

Aunque el Gabilondo candidato se apoya en la difícil coyuntura económica, esta era todavía más difícil a principios de febrero cuando presentó su batería de enmiendas para endurecer la fiscalidad. El problema no es de coyuntura, sino de estructura: en la Comunidad de Madrid se concentran las rentas altas del país como consecuencia de la presencia de los servicios de alto valor añadido, las sedes de las grandes empresas y de los principales organismos e instituciones del Estado. Ningún otro territorio tiene tantas rentas altas y esto condiciona decisivamente la política.

Foto: El portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, Ángel Gabilondo. (EFE)

Según la estadística del IRPF, en la Comunidad de Madrid se concentra algo más del 30% de todos los declarantes de España cuyos ingresos del trabajo superan los 60.000 euros anuales. Si se tiene en cuenta que en Madrid residen el 16% de todos los declarantes del IRPF, eso significa que la proporción de rentas altas duplica a la del conjunto de España. Ante esta situación, el candidato socialista ha optado por prometer que no meterá la mano en el bolsillo de todas estas familias.

Casi el 8% de los declarantes de Madrid superan los 60.000 euros de ingresos anuales, más del doble que en el resto de España, donde son el 3,5%. Si se tiene en cuenta que la mayoría de estos contribuyentes tendrán cónyuge en Madrid, Es fácil anticipar que en torno al 15% de los contribuyentes se viesen afectados por una potencial subida de impuestos. Incluso aunque el anuncio de la subida de impuestos se dejara sólo para las rentas muy elevadas, el ruido político que generaría tal anuncio sería indudable. Además que limitar la subida de impuestos en Madrid a las rentas de los ricos significaría que la capacidad recaudatoria sería muy reducida, de unas pocas decenas de millones de euros. Esto es, poco botín para tan alto precio.

El 8% de los declarantes de Madrid superan los 60.000 euros de ingresos anuales, más del doble que en el resto de España, donde son el 3,5%

Y no sólo eso: en Madrid también hay un elevado porcentaje de la población en el tramo siguiente de renta, lo que podrían considerarse clases medias (entre 30.000 y 60.000 euros de ingresos anuales) y que aspiran a subir al peldaño superior en algún momento. Este grupo de trabajadores representa a casi el 24% del total, casi 7 puntos más que en el resto de España. Para todos ellos, la subida de impuestos a las clases altas es susceptible de afectarles en algún momento.

Foto: 'Skyline' de Madrid. (Reuters)

Ante esta situación estructural, la estrategia de Gabilondo ha sido prometer que no subirá los impuestos justo en la comunidad donde el Gobierno central quiere endurecer la fiscalidad. Lo que puede parecer una contradicción dentro de un partido no es más que una gran coherencia: presentarse a unas elecciones prometiendo subir los impuestos directamente a un grupo numeroso de la población es una condena al fracaso. El discurso de la solidaridad, o incluso del patriotismo, pincha en hueso cuando se habla de meter la mano en el bolsillo de los contribuyentes.

Esta aparente contradicción es palmaria en otras comunidades autónomas, por ejemplo, el País Vasco o Navarra. Estos territorios forales realizan una contribución al sostenimiento del estado del bienestar muy inferior a la que les correspondería por renta, pero en estos territorios a ningún partido se le ocurre proponer una revisión del concierto ni del cupo. Y si lo hicieran, automáticamente se verían penalizados en las urnas.

La vía para subir los impuestos en Madrid difícilmente puede ser la de la Asamblea. La solución factible pasa por alcanzar un gran acuerdo nacional para la armonización de impuestos. Y en el caso de los tramos autonómicos y los impuestos cedidos, este acuerdo debería ser posible sin la participación del Estado, sino con la creación de estructuras de coordinación y cooperación de las distintas regiones. Porque, en última instancia, quienes pagan los impuestos no son los territorios, sino los ciudadanos.

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La competencia fiscal de Madrid sobre otros territorios es cada vez más desleal, ya que al contar con rentas altas, los ingresos públicos son elevados incluso con una presión fiscal reducida. En otros territorios ocurre lo contrario: necesitan una presión fiscal más elevada para conseguir los mismos ingresos y mantener los servicios públicos. A medida que Madrid capta rentas y patrimonios altos de otras comunidades gracias a su estrategia fiscal, el resto de regiones se empobrecen y surgen tensiones territoriales por la existencia de ciudadanos de primera y de segunda.

Para Madrid sería un gran error olvidar que el secreto de su éxito económico no radica en la competencia fiscal sino en el efecto capital que supone ser el centro político de una de las mayores economías del mundo, situada en la posición 13. La presencia en la capital de grandes multinacionales no sería la misma, ni de lejos, sin la importancia económica del resto del país. Y por tanto, su margen para bajar los impuestos sin realizar recortes drásticos en el estado de bienestar, tampoco existiría.

Hace poco más de medio mes (el 12 de febrero) el portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid, Ángel Gabilondo, presentó un texto con 18 enmiendas para subir los impuestos en la región. Entre las medidas propuestas se encontraba la creación de un nuevo tramo del IRPF para las rentas más altas, la recuperación del impuesto sobre el patrimonio y un endurecimiento de los impuestos de sucesiones y donaciones. Sin embargo, el Gabilondo socialista sorprendió la semana pasada con una promesa electoral de no subir los impuestos a los madrileños. “Un Gobierno excepcional no toca la fiscalidad. Ni para subir los impuestos como proponen unos ni para bajarlos como proponen otros. No los vamos a tocar.”, escribió en una tribuna en ‘El País’.

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