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Jesús Banegas

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Un mundo de oportunidades

Las dos principales razones de la actual crisis económica son: una excesiva emisión de dinero barato y una proliferación y expansión incontrolada de artificiosos e insustanciales

Las dos principales razones de la actual crisis económica son: una excesiva emisión de dinero barato y una proliferación y expansión incontrolada de artificiosos e insustanciales productos financieros. La abundancia de financiación a bajos tipos de interés –incluso negativos en términos reales-, aun favoreciendo una inusitada sobrevaloración de ciertos tipos de activos –principalmente inmobiliarios y valores bursátiles- no conllevó, como era de esperar, a una elevada inflación. La razón de esta aparente contradicción es muy simple: la abundancia de dinero barato, típicamente inflacionista, ha coincidido en el tiempo con una nueva oleada tecnológica que,  junto con la globalización de la economía  han operado el milagro –no previsto por los monetaristas- de compensar con sus enormes caídas de precios y ganancias de productividad  las típicas consecuencias inflacionistas derivadas de los excesos cometidos por los bancos centrales.

Datos obtenidos en diversos y muy representativos países mediante muy sólidas y contrastadas investigaciones empíricas ponen de manifiesto que las tecnologías de la información y la comunicación –TIC- han venido rebajando sus precios en incomparables términos –duración y cuantía- a lo largo de la historia. De acuerdo con la muy autorizada investigación histórica de Dale W. Jorgenson –Harvard University, 2005- los precios de los chips han venido cayendo desde su invención a una tasa acumulativa anual del 40%.

Por otra parte, en EEUU, mientras los precios –en valores constantes referidos al año 2000- en general se  multiplicaron por 5,47 en el periodo 1948-2002, los de las telecomunicaciones se dividieron por 1,5, los del software por 1,25 y los de los ordenadores por ¡más de 2000!; éstos  últimos entre 1960 y 2002. En Corea del Sur, según su Instituto para el Desarrollo de la Sociedad de la Información, los precios de las TIC decrecieron a una tasa media anual del 14,7% en el periodo 1981-1995, mientras que la inflación media fue del 6,2%.

Dada la extraordinaria proliferación de aplicaciones y usos de las TIC, las mejoras de productividad operadas en todas las economías han sido enormes, ya que a diferencia de las pretéritas olas tecnológicas, éstas afectan simultánea y positivamente –aún con diferente graduación- a todos los mercados y no sólo en la industria, sino también en los servicios, que en los países más avanzados representan una elevada y creciente proporción del PIB.

Tras lo visto, es obligado preguntarse por lo que habría sido de la economía mundial si la  expansión artificial del crédito que ha dado lugar a la crisis no se hubiera producido. Parece razonable pensar que, en  ausencia de la inflación fiduciaria, la deflación producida por las TIC y la producción barata de los países emergentes habría posibilitado un largo y sin igual ciclo de crecimiento a escala mundial, ahora interrumpido.

Si, como es de esperar -y sobre todo desear-  las medidas adoptadas por  EEUU y Europa consiguen resolver la crisis financiera y la confianza regresa a los mercados, las autoridades deberían  aprender de las malas experiencias para regresar cuanto antes a la ortodoxia monetaria, restituyendo las condiciones que harían posible tasas elevadas y generalizadas de crecimiento sano y sostenible basado en las nuevas tecnologías, la innovación, la libre competencia en los mercados y la gestión ortodoxa –y por tanto fiable- de la economía, que ya para mucho tiempo –si no para siempre- ha devenido digital.

En este espacio tan virtual como ecuménico, pretendemos reflexionar e instar al debate, acerca de las características estructurales de la nueva economía digital, de los desafíos empresariales, profesionales, sociales y políticos que entraña, de las oportunidades que puede brindar a todo tipo de profesionales y sobre todo de las nuevas aventuras empresariales sustentadas en las TIC y la innovación que conformarán –están conformando ya- el destino de las naciones. Un destino que la economía digital tiende a igualar en oportunidades, ya que no depende ni de la historia –el mundo digital no es precisamente “ergódico”- ni de la dimensión. Cualquiera puede innovar e inventar, incluso disruptivamente, desde cualquier lugar del mundo y disfrutar éxito planetario.

Jesús Banegas, presidente del Consejo Académico Máster Telecom & Digital Business del Instituto de Empresa

Las dos principales razones de la actual crisis económica son: una excesiva emisión de dinero barato y una proliferación y expansión incontrolada de artificiosos e insustanciales productos financieros. La abundancia de financiación a bajos tipos de interés –incluso negativos en términos reales-, aun favoreciendo una inusitada sobrevaloración de ciertos tipos de activos –principalmente inmobiliarios y valores bursátiles- no conllevó, como era de esperar, a una elevada inflación. La razón de esta aparente contradicción es muy simple: la abundancia de dinero barato, típicamente inflacionista, ha coincidido en el tiempo con una nueva oleada tecnológica que,  junto con la globalización de la economía  han operado el milagro –no previsto por los monetaristas- de compensar con sus enormes caídas de precios y ganancias de productividad  las típicas consecuencias inflacionistas derivadas de los excesos cometidos por los bancos centrales.