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¿Son los alemanes más pobres que los españoles?
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El Análisis de Sintetia

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¿Son los alemanes más pobres que los españoles?

Durante el último episodio de la crisis de Chipre, el Banco Central Europeo (BCE) publicó una serie de informes sobre la distribución de la riqueza entre

Durante el último episodio de la crisis de Chipre, el Banco Central Europeo (BCE) publicó una serie de informes sobre la distribución de la riqueza entre los agentes de los distintos países de la Unión Europea (UE). El informe tuvo como resultado una serie de artículos muy oportunistas y poco cuidadosos en medios a los que se suponía bastante más rigor: “Los alemanes pobres se cansan de salvar a la Eurozona” (Financial Times), “¿Los pobres de Europa? Buscadlos al norte” (Wall Street Journal). El motivo: el BCE mostraba que el hogar mediano alemán tenía una riqueza sensiblemente inferior a la de los ciudadanos de España, Grecia e incluso Chipre. Pero, ¿es cierto? En un sentido estricto, sí, pero este dato omite la parte más importante de la realidad económica de dichos países, que esperamos aclarar en este artículo.

Veamos primero los datos de la discordia. El siguiente gráfico muestra la riqueza neta del ciudadano mediano de distintos países. Es necesario aclarar que el ciudadano mediano no es lo mismo que el ciudadano medio. La media se obtiene sumando la riqueza de todos los ciudadanos y dividiendo por su número, por lo que es muy sensible a lo que pasa en los extremos de la distribución. Por ejemplo, si Bill Gates se empadronase en Pamplona, la riqueza media de los navarros al día siguiente… ¡subiría en casi 100.000 euros per cápita! ¿Representaría esto al 'navarro medio' que tenemos en mente? Claramente no. Es por ello que a menudo se utilizan otras medidas de centralidad para describir una distribución. La mediana es el valor que divide a una población en dos partes, es decir, si ordenamos en una única fila a todos los habitantes de un país según su riqueza, la riqueza mediana es la riqueza que tiene el individuo del medio de la fila. Si de repente el navarro más rico se vuelve desorbitadamente rico, ello no cambiará en absoluto la mediana, pues seguirá siendo la riqueza que tiene el que está en medio de la distribución.

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Pues bien, la riqueza mediana de Alemania es inferior a la de la mayoría de países de la Eurozona: mientras el hogar mediano alemán tiene una riqueza neta de unos 50.000 euros, la de España o Italia supera los 150.000. El patrimonio neto del español o italiano mediano triplica el del alemán, lo cual ha dado alas a quienes argumentan que Alemania no debería colaborar en el salvamento de los países en apuros. Algo falta, desde luego, en esta historia.

En primer lugar, es necesario observar toda la distribución, no sólo la del hogar mediano. El siguiente gráfico muestra la riqueza media (es decir, teniendo en cuenta lo que pasa con los individuos más ricos).

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Las diferencias son ya menores, como era de esperar. Parte de la diferencia inicial se debe a que Alemania tiene una distribución de la riqueza neta más desigual, ya que la riqueza media es muy superior a la mediana. ¿A qué se puede deber esto?

La riqueza no es lo mismo que la renta

Un problema evidente es confundir riqueza neta con la renta. La riqueza de una persona es su patrimonio neto, es decir, se trata de un stock, mientras que la renta consiste en un flujo anual y está ligada a la productividad. Así, un país como Guinea Ecuatorial puede tener una riqueza media alta por sus yacimientos de petróleo, a pesar de que sus ciudadanos tienen una renta anual muy baja, mientras países como Austria, con escasos recursos naturales valiosos, tienen un nivel de vida mucho más elevado debido a su alta renta y productividad. Es por ello que las comparaciones de riqueza se realizan siempre desde el punto de vista de la renta de los países.

De hecho, la clave se encuentra en que la riqueza y el patrimonio… ¡provienen precisamente de la acumulación de renta! Es decir, el patrimonio es el fruto del ahorro año tras año, pero, además, para poder ahorrar es necesario tener un mínimo de renta. ¿Significa esto que los alemanes tienen una menor renta y por eso ahorran menos? ¿O que el alemán mediano no ahorra porque realmente es pobre y la desigualdad de la renta es muy grande en Alemania?

Nada más lejos de la realidad: Alemania poseía en 2011 una renta per cápita del 121% de la media Europea, mientras la de España era del 98% y la de Grecia el 79%. La renta anual media de los alemanes es sensiblemente mayor a la de los países con problemas. Pero, además, la distribución de la renta (medida con el coeficiente de Gini, la medida más habitual para medir la desigualdad), es más igualitaria también Alemania (en la página 11 de este documento de la OCDE se muestran los índices de Gini para la UE; cuanto más alto el índice, más desigualdad en la generación y distribución de la renta).

Alemania poseía en 2011 una renta per cápita del 121% de la media Europea, mientras la de España era del 98% y la de Grecia el 79%. La renta anual media de los alemanes es sensiblemente mayor a la de los países con problemas. Pero, además, la distribución de la renta es más igualitaria también AlemaniaEs decir, la renta media es mayor en Alemania y, además, su distribución es más igualitaria que en los países rescatados. Y, por lo tanto, la capacidad de ahorro del ciudadano mediano alemán es también mayor. ¿Por qué entonces la riqueza neta mediana es menor? Esto es sin duda un enigma para el que no tenemos una explicación completa, pero lo cierto es que si la renta es mayor y la desigualdad menor (es decir, si tienen más capacidad de ahorro), el hecho de que tengan menor riqueza acumulada responderá a algún tipo de decisión personal, pero nunca a que el hogar mediano alemán sea más pobre que su equivalente en España o Grecia.

Dicho esto, avancemos una hipótesis sobre por qué el hogar alemán mediano ahorra menos. En primer lugar, podría haber problemas de medición o de imputación del valor de los sistemas de pensiones o de la vivienda (si nuestras viviendas están valoradas a precio de adquisición, la riqueza familiar está sobrevalorada), o incluso problemas con la imputación de las rentas internacionales. Pero nos gustaría apuntar hacia una hipótesis más sugerente. Mientras la tasa de vivienda en propiedad es del 83% en España y del 72% en Grecia, en Alemania sólo un 44% de los hogares es propietario de su casa -de hecho se trata de un país paradigmático por su alta propensión al alquiler-. De hecho, la hipoteca en España se trata del único vehículo de ahorro para muchísimas familias (hasta un punto extremo, como muestran las 'pintorescas' declaraciones de Cospedal). Si no fuese por la hipoteca, ¿qué porcentaje de hogares españoles sería capaz de ahorrar? Pues bien, la tasa de hogares alemanes que no viven en una vivienda de su propiedad podría explicar gran parte de la baja riqueza del hogar alemán mediano:

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En resumen, es absolutamente falso que el hogar mediano alemán sea más pobre que sus vecinos del sur. Su renta anual es mayor, y si ahorra menos y decide no hipotecarse para comprar vivienda es seguramente una decisión personal, probablemente influenciada por algún rasgo cultural, pero su capacidad de ahorro es mayor. Pretender que Alemania no debe asumir costes en la crisis del euro porque sus hogares son más pobres es hacer un uso malintencionado de la información estadística (es decir, justo el tipo de comportamiento al que hace alusión la frase “lies, damned lies and statistics”, cuyo sentido original se ha desvirtuado).

‘Galería de errores estadísticos’

Para rematar la semana con un nuevo ejemplo para la ‘galería de horrores estadísticos’, un grupo de investigadores de la Universidad de Massachusetts-Amherst pidieron a Reinhart y Rogoff los datos de su influyente estudio “Growth in a Time of Debt”, en el cual mostraban que los países que cruzaban el umbral del 90% de deuda pública sobre el PIB crecían menos.

Pues bien, los investigadores descubrieron horrorizados que (I) el trabajo estaba realizado en Excel (que suele ser indicativo de muy poca seriedad en la academia), (II) que los países tenían unas ponderaciones arbitrarias un poco sospechosas y que (III) el resultado clave se obtiene de… ¡un promedio en el que se dejan fuera por error cinco de veinte celdas! Y lo más grave es que, si se extiende el promedio hasta el final de la lista y se ponen ponderaciones menos agresivas a los países, el resultado de que el crecimiento es un -0,1% menor para los países con más del 90% de deuda se transforma en que ese crecimiento… ¡es un 2,2% mayor!

Se trata de un despropósito absoluto, ya que, si bien cualquiera puede cometer un error, lo lógico es revisar a conciencia un trabajo que está teniendo una fuerte influencia en todos los medios de comunicación del mundo. Gran parte del problema está en que el artículo había sido publicado en una sección sin revisión por pares. Lo que la corrección muestra es que su enfoque es muy poco robusto a cambios en la información, lo cual suele ser indicativo de problemas de endogeneidad y causalidad. Todo ello pide a gritos, si cabe, un mayor uso de la estadística seria, es decir, de la necesidad de analizar todos los datos con métodos rigurosos y contrastados.

Durante el último episodio de la crisis de Chipre, el Banco Central Europeo (BCE) publicó una serie de informes sobre la distribución de la riqueza entre los agentes de los distintos países de la Unión Europea (UE). El informe tuvo como resultado una serie de artículos muy oportunistas y poco cuidadosos en medios a los que se suponía bastante más rigor: “Los alemanes pobres se cansan de salvar a la Eurozona” (Financial Times), “¿Los pobres de Europa? Buscadlos al norte” (Wall Street Journal). El motivo: el BCE mostraba que el hogar mediano alemán tenía una riqueza sensiblemente inferior a la de los ciudadanos de España, Grecia e incluso Chipre. Pero, ¿es cierto? En un sentido estricto, sí, pero este dato omite la parte más importante de la realidad económica de dichos países, que esperamos aclarar en este artículo.