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Medidas ante la crisis, ¿pero qué medidas?
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Roberto Centeno

El Disparate Económico

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Roberto Centeno

Medidas ante la crisis, ¿pero qué medidas?

El primer paso para plantear medidas eficaces de cara a hacer frente a una crisis es el saber dónde estamos hoy, no hace

El primer paso para plantear medidas eficaces de cara a hacer frente a una crisis es el saber dónde estamos hoy, no hace tres meses. Y aquí hay un problema, ni el Banco de España ni el sistema estadístico nacional, permiten saber lo que pasa hoy, bien porque mienten, o bien porque utilizan sistemas estadísticos que reflejan tendencias y no la realidad última.

Como afirma Alan Greespan en su excelente libro de memorias, “el primer indicador claro de lo que sucede en la economía, es la cifra de nuevas prestaciones por desempleo”. Y ¿qué pasa en España? Pues para empezar su elaboración está delegada en parte a las CCAA, algunas de las cuales manipulan descaradamente esta cifra y, para seguir, se ha decidido excluir a los parados “necesitados de formación”, es decir, las estadísticas oficiales distorsionan la realidad.

Por ello, para saber que pasa en España, hay que recurrir a fuentes indirectas. Una de las más solventes es sin duda los análisis de coyuntura realizados por Ángel Laborda, responsable de ello en FUNCAS, y que, basándose en la caída en picado de las afiliaciones a la Seguridad Social, acaba de concluir, primero que la economía española ha experimentado un “frenazo en seco” dejando de crear empleo y que el PIB ha crecido un 0,2% en el primer trimestre y, citando de nuevo a Alan Greespan, los datos “del último trimestre extrapolados a nivel año son el mejor indicador de la tendencia del crecimiento económico”. Es decir, estamos creciendo ya por debajo del 1%.

Se trata, pues, de una recesión en toda regla, cuya profundidad y duración desconocemos y que se está desarrollando a una velocidad de vértigo, más aún, combinada con el 4,5% de inflación dibuja un diagnóstico inequívoco de estanflación, el peor de los escenarios posibles y las medidas propuestas, son algo así como intentar curar una neumonía con cataplasmas.

Y entonces ¿ qué medidas tomar? Obviamente, las mas efectivas son las monetarias, es decir, los tipos de interés, los tipos de cambio y la liquidez en el sistema. Ninguna de ellas está ya disponible porque están transferidas al BCE y, en consecuencia, al Gobierno sólo le queda la política fiscal. En el área del gasto, desde hace más de 30 años, ningún país utiliza ya las políticas keynesianas de obra pública para reactivar una economía. El único arma efectiva a corto plazo es un recorte fiscal neto. Y digo neto porque la devolución de los 400 euros a los ciudadanos con ingresos superiores a 22.000 euros ha quedado más que neutralizado por el incremento de la presión fiscal en IVA e IRPF, a consecuencia de la inflación.

Y ¿qué recorte? Pues en torno al 2% del PIB, unos 22.000 millones de euros netos, es decir, hay que añadir lo que suba la presión fiscal y, cuestión esencial, la rebaja debe ir dirigida a la franja de población cuya propensión marginal al consumo sea mayor, la de menor renta, pero no por justicia social, que también, sino porque todo lo que vaya al ahorro se invalida. Además, podría hacerse sin recurrir al déficit, el 2% podría obtenerse un 0,5% de las grandes fortunas, siguiendo adelante con las actas levantadas por la Inspección a éstos contribuyentes y frenadas por Solbes y retocando el sistema de tributación de las SICAV donde hay margen de sobra. Y el otro 1,5%, del absoluto despilfarro autonómico, que este año tiene asignado más del 50% del gasto total, 178.000 millones de euros, y suprimiendo subvenciones injustificadas a sectores como el eólico y otros que ya no las necesitan.

Esencial también es el abordar las reformas estructurales pendientes desde hace 15 años, en el mercado laboral, en el sector energético y en los canales de distribución, entre otros. Sin esto no es posible la mejora de la productividad. También habrá que actuar en investigación, innovación, educación, etcétera... pero el nivel de camelo ha sido tan apabullante, que hay que empezar casi de cero y, además, sus efectos sólo se verían a medio plazo.

En acciones sectoriales concretas, sería absurdo que el Gobierno empiece a construir VPO cuando hay casi dos millones de pisos de sobra entre en venta y en construcción. Lo razonable es que sean adquiridos por grandes lotes a los promotores, que por supuesto tendrán que poner precios acordes con la realidad y de nuevo tengo que citar a Greespan: “Los saldos son el mejor modo que equilibrar la demanda en los mercados inmobiliarios”, un sistema de pujas por bloques de activos en los que sin duda participarían también inversores privados. Otra medida sería crear con capital público y privado entidades dedicadas específicamente a la concesión de hipotecas, similares a las norteamericanas Fannie Mae o Freddie Mack, que ayudarían a dinamizar la escuálida demanda y a introducir más competencia en este mercado.

En el sector financiero, evidentemente no podría dejarse caer si las cosas fuesen mal, pero la ayuda no puede ser gratis y el precio debería ser la privatización de todas las cajas que necesiten ayuda, que serán bastantes, y, por extensión de todas ellas, las que necesiten ayuda y las que no, España no puede permitirse el lujo de tener un segmento financiero tan enorme gestionado con criterios políticos y de amiguismo químicamente puro.

Y la traca final, la moderación salarial, es decir, que los de siempre se aprieten una vez más el cinturón. Esta será la medida estrella, pero tenemos un problema, en los últimos cuatro años los salarios reales han caído en un 4% mientras en Europa han subido un 8%. O sea, que no estamos hablando de lo mismo. Por ello, cuando se negocie el “gran pacto social”, el trade-off no puede ser moderación a cambio de humo como en el pasado, sino a cambio de cosas tangibles, por ejemplo, de un sistema fiscal donde los ricos paguen impuestos como los demás, y que no tengamos, como señala la OCDE el sistema fiscal mas regresivo el mundo industrializado y, más concretamente, que se ponga fin a que “la presión fiscal sobre un trabajador casado y con dos hijos, percibiendo el salario medio, sea en España la más alta” de éste grupo de países. Y en todo caso la parte del trabajo en el PIB no puede seguir cayendo a expensas del excedente de explotación, que es ya el mayor de Europa.

*Roberto Centeno es Catedrático de Economía de la Escuela de Minas de la UPM. www. robertocenteno.es

El primer paso para plantear medidas eficaces de cara a hacer frente a una crisis es el saber dónde estamos hoy, no hace tres meses. Y aquí hay un problema, ni el Banco de España ni el sistema estadístico nacional, permiten saber lo que pasa hoy, bien porque mienten, o bien porque utilizan sistemas estadísticos que reflejan tendencias y no la realidad última.