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Hay vida después del apagón
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José Carlos Díez

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Hay vida después del apagón

En 2018 el kilovatio que pagaba la industria española era un 30% superior al del promedio de la UE y al de Alemania. En 2024 el promedio de la industria europea tiene un coste de electricidad un 25% superior y la alemana un 70% más caro

Foto: Apagón eléctrico en Madrid. (Sergio Beleña)
Apagón eléctrico en Madrid. (Sergio Beleña)
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Iván Redondo montó en Moncloa un mini CIS para poder medir el pulso de la sociedad española con análisis cualitativos sobre los que Pedro Sánchez y el Gobierno deben tomar posición política y parece que sigue funcionando. El apagón eléctrico de hace un mes no debió sentar bien a los españoles y ya hay instrucciones a Red Eléctrica de cero riesgo para un nuevo apagón. ¿Cuál es la solución? Tener funcionando centrales que rotan sincrónicamente y especialmente las centrales hidráulicas que tienen un 30% más de reservas de agua que el promedio de la última década y casi el doble que en 2023 con la sequía. Es la forma más sostenible y más barata de producir electricidad pero lamentablemente nuestro país sufre estrés hídrico, agravado por el cambio climático y no es una fuente fiable, especialmente los veranos con sequía.

El gas es más complicado de conseguir. En España tenemos gas de esquisto pero por motivos ambientales hemos decidido no extraerlo del subsuelo, aunque lo importamos de EEUU que si lo hacen y no parece afectarnos el impacto ambiental allí. Este fenómeno es conocido en los movimientos de rechazo como "no en mi jardín trasero". También importamos gas a Putin y con nuestro dinero financiamos la guerra en Ucrania, el cinismo que se conoce como "Política real". La misma que el Gobierno práctica en el Sahara donde apoyamos claramente a Marruecos pero le seguimos comprando gas a Argelia ¿Por qué? Por una razón económica, el suministro es más seguro y nos cuesta menos normalmente que el que traemos por barco licuado y luego tenemos asumir el coste de regasificarlo para distribuirlo por la red y que se pueda consumir.

En la crisis del gas de 2022 Europa convulsionó, tras cerrar Putin sus gaseoductos, y era el momento de aprovechar para haber pedido a Francia avanzar en interconexiones que nos habrían ayudado a trasvasar la sobreproducción del día del apagón que según la ministra parece el origen de los problemas que terminaron dejando a 50 millones de españoles y varios millones de turistas que nos visitaban a oscuras. Pero el Gobierno de España centró sus esfuerzos y sus relatos en construir un hidroducto desde Cataluña a Marsella. ¿Lo recuerdan? Era el momento donde éramos los más verdes de Europa y liderábamos la revolución del hidrógeno, cinco veces más caro que el gas natural, difícilmente transportable y no tiene viabilidad económica sin subvención pero molaba por qué en España el dato casi nunca mata al relato. Ahora tanto el Gobierno de España como Teresa Ribera, la vicepresidenta española en la Comisión, presionan a Francia para avanzar en más y mejores conexiones eléctricas.

El apagón ha conseguido algo que yo nunca pensé que sucedería, Teresa Rivera y su sucesora en el ministerio ya hablan de la decisión de prorrogar la central nuclear de Almaraz en Extremadura sin ideología y puramente en términos económicos. El relato ha cambiado radicalmente en un mes de cerrar Almaraz a que prorrogar su vida no le cueste nada al contribuyente español. Las empresas propietarias de la central van a proponer una mini prórroga hasta 2030 que seguramente tendrá menor esfuerzo de inversión, lo cual en un momento de tanta incertidumbre como el actual, geopolítico y tecnológico, tiene todo el sentido. La Vicepresidenta de la Comisión habla de ayudas de estado pero acaba de aprobar una inversión multimillonaria en Bélgica de dos centrales nucleares y los financiadores de la operación han exigido un contrato a largo plazo con garantía del Gobierno belga a 85 euros por kilovatio. En mi pueblo a eso le llaman ayuda de estado pero Teresa Ribera no lo ha considerado así por qué sabe que los belgas, sin el gas ruso, no pueden prescindir de esas centrales.

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Sorprendentemente, el IDAE, que depende del ministerio, ha anunciado ayudas de fondos europeos por 700 millones de euros para inversiones en baterías de acumulación y centrales de doble bombeo. Que casualidad, si el día del apagón hubieran estado operativas esas baterías y esos embalses, el exceso de producción se podría haber aculado para consumir esa misma noche sin fotovoltaica, se habría reducido la inestabilidad de la red y el riesgo de apagón.

No todo es positivo, el Gobierno no sólo ha mantenido a Beatriz Corredor al frente de Red Eléctrica sino que ha decidido politizar aún más el Consejo con nuevos consejeros que no tienen conocimientos del desarrollo de redes para aportar ningún valor y cuyo único mérito para formar parte de él es estar próximos a algún partido político de la coalición que mantiene al Gobierno, lo mismo que sucede con la Presidenta.

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¿Por qué damos tanta importancia los economistas a la energía? Porque es una variable clave de localización de fábricas principalmente, en las fábricas trabajan muchos trabajadores, con sueldos normalmente por encima del salario medio y con fuerte efecto arrastre local, lo cual es clave para un país que se está despoblando como sucede en el norte y el interior de España. Caixabank research acaba de publicar su informe sectorial y analiza las causas por las que la industria española ha aumentado más su producción desde la pandemia que el resto de las principales economías europeas y una de las causas principales ha sido la reducción del coste energético en España.

En 2018 el precio del kilovatio que pagaba la industria española era un 30% superior al del promedio de la Unión Europea y al de Alemania. En 2024 el promedio de la industria europea tiene un coste de electricidad un 25% superior y la industria alemana un 70% más caro, sólo recordar que los alemanes cometieron el gravísimo error estratégico cerrando sus centrales nucleares y confiando sustituirlas por gas ruso. Con el gas ha sucedido lo mismo, aunque no con tanta diferencia, y las fábricas españolas pagan el gas un 15% más barato que sus competidores europeos.

El problema es que el coste de la electricidad para nuestras industrias ha subido y los aranceles de Trump les va a suponer un mayor coste de producción, por esa razón no nos podemos permitir el lujo de cometer un error tan grave como los alemanes y cerrar las centrales nucleares prematuramente para sustituirlas por gas; más caro, más contaminante y con mayor riesgo de suministro. Además es urgente despolitizar Red Eléctrica y volver a profesionalizar sus decisiones. La compañía ha pasado por esta revolución energético en España como las maletas por los aeropuertos y a día de hoy aún no ha incorporado a los grandes consumidores industriales y los desarrollos de suelo en su planificación del desarrollo de redes futuro.

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Si España quiere conseguir el sueño del pleno empleo y reducir drásticamente la precariedad salarial y la desigualdad debe dar prioridad a ofrecer seguridad jurídica y hacer muy atractivo a las fábricas que busquen localización en Europa. Sólo necesitan un enchufe al que conectarse y en la mayoría de ocasiones se enfrentan al muro de la burocracia y la administración, en la que incluyo a Red Eléctrico que sigue formando parte del ministerio de la luz. Gracias al euro, disponemos de tipos de interés bajos para acometer esas inversiones y los bancos españoles tienen disponibles depósitos de las familias sin necesidad de tener que apelar al ahorro exterior como sucedió antes de 2008.

Julio César decía que había que ordenar remar cuando el viento era favorable y el viento no puede ser más favorable. Las renovables son una bendición para la economía española pero necesitamos estabilidad en la red y que no haya más apagones.

Iván Redondo montó en Moncloa un mini CIS para poder medir el pulso de la sociedad española con análisis cualitativos sobre los que Pedro Sánchez y el Gobierno deben tomar posición política y parece que sigue funcionando. El apagón eléctrico de hace un mes no debió sentar bien a los españoles y ya hay instrucciones a Red Eléctrica de cero riesgo para un nuevo apagón. ¿Cuál es la solución? Tener funcionando centrales que rotan sincrónicamente y especialmente las centrales hidráulicas que tienen un 30% más de reservas de agua que el promedio de la última década y casi el doble que en 2023 con la sequía. Es la forma más sostenible y más barata de producir electricidad pero lamentablemente nuestro país sufre estrés hídrico, agravado por el cambio climático y no es una fuente fiable, especialmente los veranos con sequía.

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