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El economista humanista
Por
Trumpflación y el dólar
Trump quiere favorecer al obrero del cinturón industrial de EEUU que fue determinante para permitirle volver a la Casa Blanca. Para eso pretende devaluar el dólar para abaratar las exportaciones industriales americanas
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Contenido el temor de una subida de los precios del petróleo, provocado por el bombardeo de Trump sobre Irán la pasada semana, el interés de los inversores vuelve a ser el dólar. Contra el euro ha vuelto a registrar un máximo próximo a 1,18 no visto desde 2001, cuando la Reserva Federal comenzó a subir los tipos de interés para contener la inflación mucho antes que el BCE. Ahora los tipos del dólar siguen próximos al 4,5% y los del euro al 2%. Con ese diferencial los modelos teóricos dicen que debería apreciarse el dólar. La pregunta entonces es: ¿por qué se debilita?
La respuesta es la que imaginas; Donald Trump. Trump quiere favorecer al obrero del cinturón industrial de EEUU que fue determinante para permitirle volver a la Casa Blanca. Para eso pretende poner aranceles para encarecer los productos importados y también devaluar el dólar para abaratar las exportaciones industriales americanas. Trump ha iniciado lo que los economistas denominamos política cambiaría verbal. Empezó en la campaña hablando que quería un dólar débil y continúo cuando llegó a la Casa Blanca. Culpó a Jerome Powell, presidente de la Fed al que nombró él, por bajar los tipos de interés antes de las elecciones para favorecer a Biden y los demócratas. Cuando anunció sus aranceles, la mayoría de economistas anticipamos que provocarán inflación y la Fed, con buen criterio, decide parar las bajadas de tipos hasta que aclare sus medidas y puedan medir el impacto, Trump volvió a acusar a Powell de hacer política y le ha presionado sin parar para bajar los tipos.
Al final la presión ha tenido efecto y varios consejeros de la Fed han anticipado una posible bajada de tipos en su próxima reunión de julio. Incluso el Presidente Powell no ha negado que pueda haber bajada. El dólar reaccionó inmediatamente y se debilitó aún más hasta el máximo de 1,18. ¿Hasta dónde puede llegar? El padre de la teoría moderna de los tipos de cambio, Rudiger Dornsbusch, en una entrevista tras esta pregunta contestó a la periodista; "preguntar por el dólar es de mala educación". En un mundo donde los grandes bancos centrales controlan los tipos de interés, los tipos de cambio consiguen el equilibrio monetario. Todas las decisiones de comercio exterior pero sobre todo financieras afectan al dólar. EEUU es el líder tecnológico y de productividad mundial desde hace décadas y el dólar ha estado débil y fuerte indistintamente, influido por otras variables.
Desde enero lo que se ha producido es una reducción de las inversiones de los grandes fondos americanos en activos en dólares, especialmente bolsa, y han comprado activos en euros, especialmente bolsa. También ha salido mucho dinero de fondos japoneses que se han protegido en el yen, comprando deuda pública al 3%, algo que no sucedía desde su gran crisis en 1990. ¿Qué van a hacer en los próximos meses? Nadie conoce a todos los inversores y nadie puede anticipar el tipo de cambio. Lo que si podemos es anticipar los escenarios más probables, con riesgo siempre de equivocarnos.
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Si la Fed inicia un ciclo de bajadas de tipos, las expectativas se centrarán en cuál será el nivel de llegada, como sucedió el pasado verano también con el BCE. Eso debería aumentar la volatilidad e incluso podría provocar ligeras apreciaciones del dólar para que los fondos especulativos tomen beneficios después de un movimiento tan prolongado y tan intenso desde 1,04. Posteriormente, si Trump continúa sus presiones para devaluar el dólar, el movimiento continuará. El siguiente objetivo será 1,2 y después 1,23 que es el nivel que ya alcanzó en 2018, un año después de llegar Trump por primera vez a la Casa Blanca.
En esos niveles es donde los economistas estimamos que está el tipo de cambio de equilibrio, medido por la paridad de poder de compra. Para Europa, especialmente para Alemania que es el país que más exporta a EEUU y que tiene una grave crisis industrial, es sin duda una mala noticia ya que encarece nuestras exportaciones y frenará la inversión y la creación de empleo en el sector industrial. No obstante, no será dramático.
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El mayor riesgo es que los inversores se asusten y huyan en estampida de la deuda pública de EEUU, como sucedió en abril cuando Trump se vio forzado a retrasar la entrada en vigor de los aranceles anunciados. La deuda pública ha superado ya el 100% del PIB, el déficit sigue en el 7% del PIB y la Oficina Presupuestaria del Congreso anticipa un crecimiento explosivo de la deuda en los próximos años. Las necesidades de emisión han pasado de 4 billones de dólares, antes de la Pandemia, a 9 este año y el pago de intereses sobre los ingresos públicos del 10% al 18%. Si la Fed baja los tipos a corto plazo y los inversores exigen una prima de riesgo cada vez mayor a la deuda de largo plazo entonces el dólar puede superar incluso el 1,3. En ese nivel la industria europea sí sufriría una recesión.
Para el votante medio americano un dólar más débil le supone comprar sus productos importados más caros y le empobrece y eso, junto a la inflación y el empobrecimiento que provocarán los aranceles, determinarán las elecciones de mitad de mandato del año que viene. ¿Será demasiado pronto para que los votantes perciban su empobrecimiento por las políticas de Trump? Veremos.
Contenido el temor de una subida de los precios del petróleo, provocado por el bombardeo de Trump sobre Irán la pasada semana, el interés de los inversores vuelve a ser el dólar. Contra el euro ha vuelto a registrar un máximo próximo a 1,18 no visto desde 2001, cuando la Reserva Federal comenzó a subir los tipos de interés para contener la inflación mucho antes que el BCE. Ahora los tipos del dólar siguen próximos al 4,5% y los del euro al 2%. Con ese diferencial los modelos teóricos dicen que debería apreciarse el dólar. La pregunta entonces es: ¿por qué se debilita?